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CAPITULO 5

—¿En un hotel? –repitió

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—¿En un hotel? –repitió. La furia en los ojos de Keren, la petrificaron. —Podemos quedarnos aquí.

—Iremos a un hotel dije. Báñate o tomate un café, afuera está lleno de paparazzi y no quiero pasar una vergüenza con un esposa que esta ebria.

—Deberíamos divorciarnos, es lo más sensato –arrastro las palabras, levantándose.

—Y yo deje claro mi respuesta. No haré lo que me pide una chiquilla inútil. –Keren tomo su brazo con fuerza y la arrastro hasta el baño de la habitación.

—¿Qué haces?

—Un favor para ambos –Keren prendió la ducha fría y la metió bajo del agua fría, Dafne intento resistirse ante tanta humillación que su esposo le brindaba en el momento. Keren tomo su mandíbula y hecho su cabeza hacia atrás para que el agua cayera sobre su rostro.

—¡Por favor! ¡Déjame! –sollozo, al sentir el ardor en sus fosas nasales por el agua ingresada. —¡Keren!

El mencionado aparto su mano y la sentó en la bañera, aun con la ducha abierta.

—No olvides mis palabras, y termina de bañarte si no quieres que yo lo haga –protesto Keren, saliendo del cuarto del aseo. Dafne hundió su rostro entre sus piernas y lloro.

Mientras tanto, Keren apoyado en la pared del otro lado, escucho sus llantos sin darle importancia.

—Deja de llorar y apúrate, no tengo todo el tiempo, Dafne.

—¡Déjame llorar al menos! –gritó en respuesta, provocando la irritación de parte de su consorte. —¿O también está prohibido llorar?

—Si tú lloras, si, lo tienes prohibido. –acepto, mirando su reloj —. Tienes veinte minutos, de lo contrario entrare.

—¡No puedes hacer eso! ¡Eres tan bárbaro incluso peor que tu padre! –bramo con rencor. Keren cansado de los insultos sin sentido, entro al baño y la sorprendió en el momento que esta se quitaba su vestido blanco. —¡Eres un pervertido! No puedes entrar así.

—Y tú tampoco puedes tratarme como te venga en gana, sin embargo debo escuchar tus tontas palabras de niña mimada y tonta. –argumento, tomando una bata de baño y tirándosela, mientras cerraba la llave del agua. —Cámbiate que nos iremos.

Keren volvió a salir y por detrás salió Dafne. El árabe tomo asiento en una esquina de la habitación y miro a su joven mujer.

—¿No piensas vestirte? Si ansias salir así, entonces lo harás –dijo, señalándola con un dedo.

—¿No piensas darte vuelta? –Contraataco —No me cambiare frente tuyo.

—Eres mi esposa, ¿Crees que viviré como un desierto sin agua? –Keren lanzo una carcajada seca y luego miró a Dafne, quien aún seguía seria —Veinte minutos, ni más ni menos.

Keren se levantó y miró hacia la ventana, Dafne aprovecho el momento y comenzó a vestirse rápido con la ropa que su hermana había depositado en la cama. Mientras tanto, Keren miraba su sensual cuerpo por el reflejo del vidrio.

—Ya puedes darte vuelta –le dijo, Dafne. Secándose el rubio cabello. —¿En qué hotel nos quedaremos? Por si no lo sabes, esto no es Arabia y debes reservar una habitación si quieres estar en un buen hotel que sea de tu agrado.

—Soy Keren Azzar, no necesito una reserva para tener el hotel que quiera hospedar. Mejor dime tú, ¿Cuál hotel quieres?

—Uno donde no comparta habitación con Keren Azzar –respondió con sarcasmo.

—Entonces espera ver la ruina de tu padre sentada, porque eso nunca pasara. Compartirás mi lecho matrimonial cuando yo quiera y ahora, lo que más quiero es llegar a un hotel y que me complazcas.

Dafne torció el gesto y lo miró con enfado.

—Aparte de amarrada al árabe, ¿también debo complacer al árabe? –pregunto, al momento que Keren abría la puerta y salía seguido de su esposa.

—Míralo como quieras, mientras estés en mi cama, es más que suficiente para ignorar tus palabras.

Keren llego al pie de la escalera y tomo su mano con fuerza.

—Ahora, te quedaras callada y sonreirás como una buena esposa frente a las cámaras. No hagas nada tonto porque ya estoy cansado de tenerte a mi lado.

—Ahora también debo...

—¡Ya cállate! –bramo enojado, Dafne pego un pequeño salto del susto. —¡Estoy cansado de tus palabras, solo cállate y compórtate como una esposa de un árabe!

Keren volvió a tomar su mano y la llevo hacia sí, obligándola a caminar hasta la salida. Ya en el salón, todos los invitados aplaudían eufóricos por el matrimonio que se había llevado a cabo. Dafne miró por última vez a Wilson, este solo tenía sus manos en los bolsillos de tu pantalón y se mantenía serio. Emir llego hasta ellos con una inmensa sonrisa alegre y los saludo.

—¡Buena noche ara los novios! Querida Dafne, llena las perspectivas de mi hermano y has que libere una sonrisa. –pidió, abrazando a su hermano mayor.

—¿Crees que soy su payaso personal? –pregunto sin borde recibiendo una mirada llena de advertencias por parte de su esposo. —Ten por seguro que lo cuidare bien.

Emir noto el tenso momento, por lo cual la saludo por última vez y se retiró.

—Te lo repito por última vez, cállate o puedes ya ir a visitar a tu familia en una casa de acogidas o en un puente.

Dafne apretó sus puños y se mordió el interior de la mejilla, conteniendo su lengua para no seguir diciendo más cosas que podría hundir aún más a su familia. 

Amarrada Al Árabe #1 ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora