«No sabes lo que se siente querer a alguien de la manera en la que lo hago contigo.»
Dos desconocidos al ser plantados por sus respectivas citas, crean una amistad que podría desencadenar emociones que se creían imposibles.
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Brian y Gail se encontraron cara a cara con Gwilym Lee, quien dobló en la misma esquina que ellos. Gail tuvo sentimientos encontrados, pues había recordado que hace dos días le prometió al joven de treinta y cinco años en salir, pero el pasar tanto tiempo con Brian hizo que lo olvidara.
—Gail —dijo Gwilym y se percató de lo elegante que ambos se encontraban—, creo notar que vienen de una fiesta.
—Una celebración familiar —respondió Brian.
Gail maldijo en su mente por aquella respuesta, pero ninguno tenía la culpa, fue ella quien originó el problema.
—Ya veo —volvió a hablar el castaño con un ligero desánimo—, creo que debiste de decírmelo Gail, así no pasaba horas como idiota pensando en que te había sucedido algo, ya que no respondías para coordinar nuestra fallida salida de hoy.
Brian miró confundido a Gail y trató de ocultar su incomodidad.
—Lo había olvidado Gwilym y sobre mi teléfono, lamento no haber respondido tus llamadas o mensajes, pero decidí pasar dos días sin el —fue honesta—. Tenía cosas en que pensar —miró al joven que vestía una casaca azul—. Brian —le mencionó ahora a su acompañante—, ve yendo a casa —bajó el tono de su voz—, luego te lo explico.
—¿Estarás bien? —la miró.
—Si —sonrió falsamente.
Gwilym notó en la manera como Brian miraba a Gail y viceversa, sentía que había una tensión entre ellos dos que deseaba ignorar. Al ver como el señor abandonó las calles, se concentró en la muchacha que le atraía desde hace tres meses.
—Gail ¿qué sucedió? —preguntó.
—¿Te parece si hablamos en el parque?
—Bien —asintió.
Ambos cruzaron la pista y entraron al mismo parque en donde Gail paseó con May hace dos noches. Gwilym la veía caminar de manera nerviosa, a pesar de haberla visto en persona solo en dos ocasiones, el haberla conocido por videollamada y teléfono por tres meses, le hizo saber que no se encontraba bien.
La pelinegra miró hacia la pileta y agachó la mirada, supo que se sentía confundida entre dos personas.
—¿Tus sentimientos hacia mi son reales? —preguntó al verlo— A pesar de haber llevado una "amistad" o lo que sea a distancia —pausó—. Después de aquel viaje que hice en Londres, cuando hicimos "match" —rió—, cuando inició todo, cuando regresé a Birmingham y tú estabas en Londres. ¿Siempre tus sentimientos fueron reales?
