Capítulo 10

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Al día siguiente Gail recibió un mensaje por parte de Brian en donde le agradecía por recibir las fotos de la celebración de su hija menor y luego de responderle de vuelta, vio desde su balcón como el astrofísico se iba a su trabajo

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Al día siguiente Gail recibió un mensaje por parte de Brian en donde le agradecía por recibir las fotos de la celebración de su hija menor y luego de responderle de vuelta, vio desde su balcón como el astrofísico se iba a su trabajo. En serio ella quería darle una oportunidad más.

Después de tomar una ducha, secó sus cabellos y emprendió marcha para recoger algunos libros que le solicitaron para el próximo ciclo de universidad.
Al bajar del taxi, la joven encontró el lugar y esperó para reclamar su pedido. El rostro de terror al ver la gran cantidad de libros de leyes se hizo presente cuando vió como una señora de tez oscura los colocaba sobre una caja. Gail acomodó su cartera y con dificultad salió de la tienda.

—Creo que eso pesa bastante —dijo alguien a sus espaldas.

La inglesa había reconocido aquella voz. Era Gwilym Lee.

—Hola —saludó al pegar la caja contra sus pequeños pechos.

—Hola Gail —le respondió—. ¿Quieres que te ayude?

—Sí, gracias —ella no podía dejar de ver sus ojos azules.

Gwilym sostuvo la caja con poca dificultad y Gail solo acomodó su blusa púrpura.

—¿Quieres que te pida un Uber? —le preguntó él— Al menos podrás ir tranquila a casa.

—Es muy amable de tu parte, gracias —aceptó.

—Podemos esperarlo en mi casa —la miró—, está a la vuelta. Si deseas, claro.

—Sí, por mi está bien. Así no te cansas —rió al señalar los libros.

Gwilym sonrió y ridiculizó la situación con la caja, fingía que se le caía y aquello le causó gracia a Gail.

—¿Cómo has estado? —le preguntó al caminar.

—Bien —respondió ella—. ¿Tú?

—Igual —mostraba un tono calmado, se veía mas risueño que en la feria—. ¿Cómo está el señor May?

—Ah, Brian... —estaba incómoda—. Él está bien —le sonrió.

—Si llegas a verlo, le mandas mis saludos —él no sabía la situación en la que Gail se encontraba.

—Claro —mintió—. Ayer te vi en la feria, cerca a mi casa —cambió de tema.

—¿En serio? —las esperanzas crecían— Me hubieras saludado.

A Love so Beautiful «Brian May»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora