CAPÍTULO 3

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Tragué saliva nervioso, y sin pensarlo más, comencé a correr entre la multitud alejándome de aquel hombre. Pude escuchar como alzaba la voz para que parase de correr. Pero no me iba a quedar a ver que iba a ocurrir.

Entré a unos de los bares de la zona accediendo a su interior. La gente me chillaba, pero no tenía tiempo. Conseguí salir por la puerta trasera que daba a un pequeño callejón al otro lado de la calle principal.

No sabía si aquel hombre seguía mis pasos, tampoco estaba seguro de si era alguien de la policía o un simple ciudadano pidiendo información. Pero ya estaba demasiado expuesto. Debía dejar Tokio.

De repente la lluvia hizo acto de presencia, empapando las calles, y sobre todo a mí. Las luces se reflejaban en la calle mojada provocando que diera la sensación de un espejo. Alcé mi vista hacia el cielo dejando que las gotas resbalasen por mi cara al descubierto. Cerré mis ojos, necesitaba pensar, tener la mente en blanco. Parar era lo mejor que podía hacer. Debía marcarme un lugar al que ir para estar, por ahora, a salvo.

Busqué por aquel barrio antiguo alguna posada en la que pudiera quedarme una sola noche. Pero al estar mojado la camiseta blanca se había convertido en transparente provocando que todos los tatuajes de mi cuerpo se viesen. Debido a eso, los ancianos del lugar no se fiaban de mí. Por lo cual, decían no tener alojamiento.

Por llevar tatuajes era juzgado como un delincuente. ¿A caso lo soy? 

Lo peor era no poder ponerme mi sudadera, si pudiera, podría ocultar mis tatuajes y así conseguir alojamiento.

Paré enfrente de una pequeña casa antigua. Supuestamente se trataba de un establecimiento que se dedicaban a los baños. Aquí en Japón eran comunes. Pero este me llamó la atención. La puerta era de papel, y las luces de afuera parpadeaban, indicando que pronto se agotarían.

Un grito agudo de mujer, proveniente del interior, me sobresaltó. Sin pensarlo un segundo más, abrí la puerta y accedí al interior. De nuevo el grito se escuchó, provenía de una de las habitaciones de la vivienda.

Abrí la puerta con fuerza. Había una mujer aterrorizada en el suelo, parecía joven, vestida con una bata azul. Su mirada me guió hasta un hombre desnudo, parecía algo contento, o mejor dicho, el doble de contento. Pero sujetaba un cuchillo con su mano derecha. Al ver que ambos se percataron de mi presencia, fui directo a aquel hombre de mediana edad algo relleno, y lo neutralicé agarrándole por la espalda y obligándole a soltar el arma. Una vez se deshizo del cuchillo, lo solté. El hombre huyó despavorido del lugar.

-Gra-Gracias.- Comentó la señora mientras suspirada de alivio. -Ese hombre es un cliente habitual, pero al parecer bebió más de la cuenta y se puso violento-

-Me lo imaginé, apestaba demasiado a sake*.-

Le ayude a levantarse del suelo ofreciéndole mi mano.

-¡Oh! Estás totalmente empapado.-

-Sí- Hice una pequeña mueca. -Estaba buscando alojamiento cuando la lluvia comenzó. Soy un viajero.-

-Tenemos una habitación de sobra, puedes alojarte aquí, va por cuenta de la casa. Me imaginé que eras extranjero por tus rasgos, pero hablas muy bien el idioma. -

-Gracias. Los demás establecimientos no me daban alojamiento por mis tatuajes. Me jode un poco que me juzguen por mi piel.-

Me guió por el lugar mostrándome dónde me alojaría. Era un espacio reducido, pero acogedor. A parte, sería la primera vez que dormiría en el suelo desde que estoy en Japón.

-Si quieres darte un baño, está al fondo a la derecha- Colocó un albornoz de color rojo en el suelo doblado. -Póntelo, entrarás en calor con esto puesto.-

-Gracias.- Saqué mi mejor sonrisa mientras dejaba mi sudadera en el suelo.

Comencé a quitarme la ropa mojada. Coloqué todo sobre el radiador.

La suave tela aterciopelada del albornoz rozaba mi piel algo húmeda. Decidí ir a los baños, ya que me encontraba en este lugar podría aprovechar y relajarme solo unas horas más. Seguramente, no pasaría nada.

Por suerte solo habían dos hombres mayores en el lugar. Me fui a parte, para no llamar la atención y me quedé allí hasta que mis dedos se arrugaron.

Cuando volví a mi habitación, el futón* estaba sobre el suelo acompañado por una mude nueva de ropa y una pequeña nota.

"Aquí le dejo ropa limpia de mi hijo mayor, él ya no se la pone, puede quedársela."

Esto me confirmaba que mi rostro no salió en las noticias. Tal vez, la policía no sabía sobre mi apariencia. Iba un paso adelantado.

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-¡NO DEBERÍAS A VER NACIDO!-

Golpes y mordiscos.

-¡TODO ES TU CULPA!-

Gritos y sollozos.

-¡OJALÁ MUERAS! ¿ME OYES? ¡MUERE Y DESAPARECE!-

Llantos que no cesan.

-¿Por un millón dices? ¡ES TODO SUYO SEÑOR!-

Ella...

...Nunca me quiso.

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*Sake: Bebida alcohólica de Japón.

*Futón: Estilo de cama tradicional japonesa.

El infierno está dentro de mí.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora