hogar; lado b

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La primer semana de la pequeña Lisa ya había pasado. Mia había estado acompañada por la presencia de su mamá, Sabrina y Katherine, quienes se iban intercalando para no dejarla nunca sola en la casa. Los primeros días habían sido algo dolorosos y habían incluido tomar analgésicos en horarios estrictos para no interferir con la lactancia.

Para sorpresa de Mia, Margaret había estado mas que encantada con la bebé y había respetado sus deseos y formas de llevar a cabo el post-parto. 

Sin embargo, aquella jornada, la muchacha estaba sentada frente a la chimenea, sola en la inmensidad de la casa. Se hamacaba en una silla mecedora que había comprado meses atrás en un arranque de antojo material, cuando oyó la puerta abrirse. Lisa estaba en sus brazos, había terminado recién de comer y lentamente se estaba quedando dormida. Sintió la ráfaga de la fría noche entrar y unos mementos después, vio a su amigo después de una semana entera. 

-¡Mia!-exclamó Gwilym desde la entrada mientras se sacaba su largo tapado, pero ella se llevó inmediatamente el dedo a la boca en señal de silencio. -Oh, claro. Hola, Mia- susurró, caminando hacia ella y dejándole un beso en la frente. 

Luego de pasar la noche en el hospital con ella, el galés había tenido que volver inmediatamente a su trabajo, cuya grabación por suerte no se había extendido demasiado. 

Se agachó junto a ellas, para contemplar a Lisa. La bebé lo observó con ojos curiosos que suavemente se iban cerrado. 

-¿Querés dormirla vos?- la pregunta lo sorprendió, lo que se tradujo en una cara de confusión.
-¿Qu-qué?-balbuceó. 
-Dormila vos, que todavía no la sostuviste- le repitió, pasandole el bebé delicadamente, procurando que la frazadita que la cubría no se deslice. 

Lisa era pequeña, en contraste con el tamaño de sus brazos. La bebé abrió los ojos por un momento e hizo un ademán por llorar, pero Mia se adelantó. 
-Tenes que caminar, hamacala, sino va a empezar a llorar- le indicó, cosa que Gwil acató al pie de la letra.

Comenzó a caminar a lo largo y ancho del living, en círculos alrededor de los sillones, en línea recta hacia donde estaba la mesa comedor, rebotando muy despacio en sus rodillas para crear el efecto de movimiento. 

Agradecía conocer su casa de memoria, ya que su vista estaba toda dedicada a la criaturita. Era hermosa. 

Tal como la madre. 

Mia lo observaba ahora desde uno de los sillones, el celular en su mano guardaba registro de la escena que le llenaba el alma de ternura. 

Con una mirada, Gwilym le hizo saber que ya se había dormido y se dirigió hacia las escaleras, ella le siguió el paso. 

Entraron lentamente a la pieza de Mia y el galés dejó a Lisa en la cunita que se ubicaba al lado de la cama de dos plazas. La muchacha prendió el walkie-talkie y tomó el otro, saliendo de la habitación casi volando para no hacer ruido.

baby blue. || gwilym lee ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora