"No soy muy bueno dando consejos, ¿puedo ayudarte con un comentario sarcástico?"
En donde Gwil tiene más problemas ayudando a una amiga con su bebé que poniéndose en la piel del mítico Brian May.
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| lado a
Mía no podía dejar de comerse las uñas.
Estaba sentada, en una pequeña sala de espera, dando golpesitos con su pie impaciente al piso.
Gwilym apareció junto a ella, volviendo del baño.
-¿Vamos?- le preguntó él.
Ella miró su celular y lo guardó soltando un bufido, antes de levantarse para seguir a su compañero.
Gwil y Mía salieron de lugar donde recién había terminado las clases de pre-parto.
La muchacha había estado asistiendo a ellas por recomendación de su ginecóloga y cuando pidieron que el padre esté presente para una encuentro, no dudó en requerir a su amigo, quién aceptó sin tener mucha opción.
Sin embargo, a lo largo de la hora y media, el galés la había notado tensa e ida, con la cabeza en cualquier otro lado.
Bajaron los escalones de la salida con cuidado, Gwilym tomándola de la mano para que ella no resbalase a causa del agua-nieve.
-Mia ¿no querés ir al parque un rato?- preguntó. Su mirada se había fruncido al sentir el temblequeo nervioso de la chica. -es el primer día de sol en muchos tiempo, te va a hacer bien- agregó.
Las primeras semanas de enero habían sido una pesadilla: frío invernal, lluvia y viento. Literalmente no se podía hacer nada fuera de la casa, menos con una embarazada en un estadio tan avanzado.
Mía aceptó, después de todo, un favor lava otro.
Caminaron hacia el parque más cercano, a un par de cuadras. Gwilym tenía las manos en los bolsillos del pantalón, y miraba de manera fugaz cada tanto a su amiga, para chequear que estuviese bien.
Que claramente, no lo estaba.
Mía estaba inusualmente callada, sin mencionar sus reiteradas miradas al celular y la cara de poco amigos que expresaba.
Se la percibía nerviosa y hasta el galés podía decir que veía un poco de tristeza en su rostro.
-Mia...¿estás bien?- se animó a preguntar, adentrándose en los caminos internos del parque, dónde ya no había tanta gente.
Mía volteó su cara con sorpresa, como saliendo de sus propios pensamientos. -¿Qué?- exclamó. -Si estás bien...- repreguntó, desconcertado. -Ah sisi- respondió de inmediato- algo cansada, nomás.
Gwilym se la quedó observando, todavía preocupado.
-¿Cómo va todo en el trabajo?- se apresuró a interrogar ella, para evitar cualquier otra pregunta. -Bien...el otro día grabamos la escena de Another Bites the Dust. Por contrato no puedo contarte nada...pero se que te va a encantar- respondió él, emocionado.
Gwil sabía que era la canción preferida de su amiga, la había admirado varias veces cantándola y bailandola a los gritos.
-¿Ah sí?- exclamó Mia, quién no compartía el mismo entusiasmo. -¡Sí! Siento que estamos haciendo un gran trabajo con los chicos, es como si nos conociéramos de toda la vida, sin mencionar la presencia de Brian que...-el galés se cortó al caer en la cuenta que la muchacha había dejado de prestarle atención.
-¿Te pasa algo?- preguntó, con algo de bronca.
Ella siguió caminando sin inmutarse. -Si, me imagino- su respuesta dejó claro que estaba lejos del tema de la conversación. -¿Me estás escuchando siquiera?- Gwil detuvo su paso, quedándose parado en el lugar. Está vez el tono salió más alto y llamó por completo la atención.
Mía se frenó al escuchar el casi gritó y giródarse cuenta de que su amigo había quedado algo atrás. -Wow, Gwil, calmate, está todo bien...- contestó, pero sus palabras no coincidieron con su accionar.
Al mirar por milésima vez en el día su celular, no notó la fina película de nieve que había en el sendero. Las botas no lograron salvarla y con un fuerte resbalón, Mía cayó al suelo.
La cara de Gwilym pasó de enojo a preocupación en un milisegundo, corriendo hacia ella para ayudarla.
La embarazada había resbalado y caído de costado, golpeándose la espalda y -peligrosamente- la panza.
-Mia, ¡¿estás bien?!- exclamó totalmente nervioso al tiempo que se arrodillaba junto a ella para ayudarla a incorporarse.
La muchacha se llevó instintivamente un brazo a la panza mientras que el otro permanecía inmóvil debajo de ella.
Gwilym seguía hablándole pero ella se mantuvo en silencio. Levantó la cabeza y miró para todos lados, todavía inundada por el shock.
Unos chicos que no superaban los 18 años, vieron la situación mientras pasaban caminando y se acercaron rápidamente. -Señor ¿está bien? ¿necesita que llamemos una ambulancia?- preguntó uno de ellos, alarmado.
Gwilym miró a Mía y asintió al ver que la muchacha todavía no salía del shock.
Las emergencias respondieron de inmediato y no tardaron mucho más en llegar al parque. -Ok Mía, vamos a pararte y vamos a caminar hacia la calle ¿si? Porque la ambulancia hasta acá no puede entrar- le explicó, tomándola suavemente por la cintura para pararla.
Ella solo parpadeó.
Con ayuda de los chicos y posteriormente de los paramédicos, se acercaron a la calle y la subieron a la ambulancia, dónde la recostaron en una camilla.
Antes de que Gwilym suba a la parte de adelante del vehículo -ya que atrás no se lo permitieron- los adolecentes se acercaron para entregarle cosas que se habían caído. El galés les dedicó una sonrisa y un sentido "gracias".
Sin embargo, cuando tomó el celular y este por el tacto se desbloqueó, vió algo que lo desconcertó por completo.
Mario
Mía... podemos vernos?
entregado a las 5:39
~~
Buenas!
espero que les guste, creo que con suerte y un poco de ganas, mañana sale el otro
un beso ♥️
pd: gracias por los comentarios hermosos que escriben ♥️