"No soy muy bueno dando consejos, ¿puedo ayudarte con un comentario sarcástico?"
En donde Gwil tiene más problemas ayudando a una amiga con su bebé que poniéndose en la piel del mítico Brian May.
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| lado b
-Me gusta este, pero lo quiero en lila- dijo sosteniendo un largo body rojo. -Gwil, eso es para una nena de un año...
Mía y Gwilym habían ido de compras, el galés le había prometido un mejor regalo y nada lo iba a detener.
Lisa había quedado en casa con su tía, el clima de Londres no era nada amigable para una bebé tan pequeña.
Los amigos habían entrado a un pequeño negocio, y estaban recorriendo los percheros en búsqueda de algo que los convenza.
-¿Y esto?- señaló una camperita tejida color azul, ahora mucho más acertado en el tamaño. -Ese está algo mejor- respondió Mia, sin dejar de mirar entre la ropa.
Las cosas aún estaban un poco tensas. Ya había pasado una semana desde el episodio del beso, sobre el cual habían establecido un silencio sepulcral.
Hablaban, claramente. Uno simplemente no ignora a su compañero de convivencia. Pero las cosas estaban raras.
Mia no había dejado de darle vueltas al asunto. En su mente volvía la imagen, la sensación y la emoción una y otra vez.
Le intrigaba saber que la había hecho avanzar tanto, que la había hecho dejarse llevar con tanta soltura.
-¿Mía? ¿Azul o amarillo?- Gwil habló con un tono que indicaba que no era la primera vez que hacía esa pregunta. Mía salió de sus pensamientos.
-El que vos quieras- le respondió, sin mucha importancia. -Bueno, creo que llevaré los dos- se encogió de hombros y caminó hacia la caja.
Al salir del negocio, caminaron por las calles de Londres sin mantener una conversación fluida. Cada tanto alguno de los dos hacía algún comentario trivial que era respondido con algo de desgano y desinterés.
Coincidiendo mentalmente, entraron a una pequeña cafetería ubicada en una esquina, algo que siempre solían hacer luego de una tarde de compras.
Compraron dos cafés y se sentaron en una mesita algo escondida, ubicada detrás de un par de plantas de plástico.
El clima era demasiado tenso. Tan pesado que casi no respiraban.
Con un suspiro, Mia trajo el tema a la mesa.
-¿No te parece que es un poco estúpido esto?- exclamó frustrada.
Gwilym levantó la mirada de su vaso para depositarla en ella.
-Nos conocemos hace años y de repente nos quedamos sin palabras, sin conversación- agregó.
Incoscientemente, el actor movió su cabeza mostrado acuerdo.
-Creo que la bebé nos está dejando sin aliento ¿no?- Mia rodó los ojos.
-No creo que sea solo Lisa...- intentó encaminar el tema.
Gwilym le dió un trago a su café, manteniendo el vaso cerca de su boca. -¿Qué querés decirme Mia?- no había caso en dilatar la cuestión, sabía que su amiga estaba decidida a hablar.
-No sé, pero quiero dejar de hacer como que todo está normal- confesó.
A Mia le costaba creer que su amigo estuviera tan tranquilo con todo lo que estaba sucediendo. La hacía sentirse una bolsa de hormonas a punto de explotar todo el tiempo.
Poco sabía ella, que Gwil por dentro de contenía todo lo posible para no arruinar cualquier cosa de su relación.
-¿Te preocupa el beso?- preguntó, ruborizándose ante la palabra beso.
Mia sintió su respiración detenerse al escuchar esa palabra.
¿Cómo es que les daba tanta vergüenza algo tan... insignificante?
-Si... es decir...tengo miedo, Gwil- su mirada se posó en el servilletero sobre la mesa.
-¿De...?- interrogó él.
-De que, no se, de que sigamos haciendo esto, de que no podamos pararlo, de que alguno de los dos empiece a sentir algo, de...de perderte- finalizó con vos histérica.
Gwil se la quedó mirando, expectante a que diga algo más, esperanzado por las palabras que desde hacía mucho había deseado escuchar.
-Mia, vos sabés que nunca me vas a perder- deslizó su mano por la mesa para reposarla sobre la de ella.
-Estoy...estoy demasiado frágil, Gwil. No estoy en condiciones para soltarte, para que cambie algo, para acostumbrarme a otra nueva cosa, te necesito...- la cara del galés cambio de repente, sabía lo que se venía, entendía completamente como terminaba la frase.
También sabía que sí quería tener una oportunidad de avanzar, era ese momento o nunca. Ese único momento. Y su mente lo sabía, es por eso que no dejaba de gritarle que la interrumpa para confesarle de una vez por todas lo que realmente sentía.
Sin embargo, no podía dejar de percibir el tono de voz de Mia, su cara, sus facciones. La muchacha mostraba por completo la necesidad de un hombro amistoso en quién apoyarse. Y sabiendo eso, no podía evitar sentirse egoísta.
Tragando saliva, entonces, se decidió por interrumpirla, pero con intenciones muy distintas a las que en principio había recurrido.
-Me necesitas como un amigo, lo sé- habló con vos suave -y yo siempre lo voy a ser.
Vio los ojos de Mia llenarse de lágrimas y se quedó perplejo. -Dios, perdón, no le des importancia al llanto. Me alegra mucho tenerte, Gwil- le dijo, limpiándose la cara con las manos.
El actor se paró para sentarse en la silla junto a ella y envonverla en sus brazos.
Sintió a su amiga aliviarse y con ello llegó también su calma.
A la noche, cuando ya habían regresado a la casa y la relación con su amiga había vuelto a la normalidad, le bastó volver a pensar superficialmente lo que había pasado para comprender qué le estaba sucediendo a él.
Había una única razón por la cual se sentía tan bien dejando sus sentimientos de lado para hacerla feliz a ella.
Estaba perdidamente enamorado de su amiga.
Y con seguridad podía afirmar que era cuestión de tiempo que Mia Lewis le rompiese el corazón.