LEXA
Miro a Clarke, a mi lado. Hace un rato mira la ventana. Solo se distingue una luz cálida y densa, que ocupa toda la habitación.
- Clarke- digo. - ¿Qué pasa?
Ella solo me mira.
-¿Cómo hacés para que te hagan caso? Tu gente, me refiero, tus soldados...
-Creo que ya sabés la respuesta a esa pregunta.
Niega, y los músculos de su cara se contraen, apretando la boca. Luego la abre, por un momento, pero vuelve a cerrarla. Suspira.
Me mira. Tarda en hablar. Tiene los ojos entrecerrados, y el pelo caído, tapándole la cara. Su cuerpo asoma entre partes de la frazada, y juguetea con algunos hilos. Su olor inundó hace un rato ya, la habitación, y no me canso de sentirlo. No habla. Yo tampoco. Como si estuviéramos tirando de una cuerda invisible, que se tensa cada vez más, haciéndome sentir una presión en el pecho fuerte y densa.
-¿Y cuál es tu manera entonces?
Vuelve a mirarme, luego se tira completamente en la cama. Suelta los hilos y se acomoda el pelo. Mueve los pies, como hace un rato, por las pieles.
-Yo solo... - Un golpe, en la puerta, la interrumpe. Se incorpora, y observa, por un momento la ventana y después a mí, cuando salgo de abajo de las sábanas. Da la vuelta para pararse enfrente mío. Me levanto y agarra mis manos antes de besarme y susurrar-Puede que matar no sea la única alternativa.
Escucho su respiración, el tacto tibio de sus manos, de sus piernas pegadas a las mías. No puedo bajar la cabeza, mis ojos, están imantados a los suyos.
-Sos hermosa - digo.
Otro golpe, en la puerta. La observa.
-Pensalo, al menos. - se aleja, y pone la remera azul y agujereada, los jeans rotos. Hago lo mismo, y termino, antes de que entre un hombre, seguido de algunos soldados, que intentan agarrarlo por los brazos. - ¿Lincoln? ¿Cómo...?
Levanto el mentón.
-Le dijimos que esperara afuera, pero no hace caso. - Lucio, el mayor de los dos, tiene la cara toda transpirada, y sus pupilas negras brillan mirando al chico. Saca su espada, y le pega un golpe con el mango en la espalda cuando se me acerca.
Clarke se arrodilla junto a Lincoln, y lo revisa antes de buscar su bolso en la habitación.
-¿Por qué, pelotu...?
-Lucio - digo mirándolo, justo detrás de Lincoln - ¿qué hace acá Lincoln? ¿No era claro que estaba perdonado, con la condición de que no tocara Trikru nunca más en su vida?
-Heda... es urgente, tengo que...
Se escucha un gran golpe, y luego una queja. Miro la bota de Lucio, y está tan manchada de sangre como el piso y la cara del traidor. El soldado levanta otra vez el pie, que llega al piso, justo en el lugar donde estaba la cabeza de Lincoln.
-¿Qué mierda te pasa? andate. -El hombre duda. Tiene la espada bien agarrada, mira a Clarke mordiéndose la lengua, luego a mí.
Observo a Clarke. Tiene los ojos inyectados en sangre, pasándolos de Lucio a Lincoln, y luego otra vez en el primero.
-Andate.
-Clarke - digo - callate.
Me mira por primera vez y me muerdo los labios. Tuerce la cabeza apenas. Quiero pedirle perdón, quiero decirle muchas cosas.
-Dejemos que hable el traidor - termino, sintiendo la cuerda otra vez muy tensa y mi corazón retumba demasiado fuerte, apenas puedo escuchar.
Asiente, sin dejar de mirarla.
-Tengo que hablar con ella, es urgente.
Los miro. Clarke me mira, y desde abajo, levanta el mentón y frunce los labios. Entorna apenas los ojos. Mi respiración se agita, aunque intento calmarla, y la cuerda no tira de mi pecho, se enrosca alrededor de mi garganta y digo;
-Gracias - a los guardias, o eso creo que digo, aunque también podría haber dicho, "perdón" y Clarke se para, igual que Lincoln, y los guardias se van.
Me doy vuelta y miro la ventana mientras me acomodo las armas, que me pesan bastante, y separan mis vendas. Las toco. Están húmedas, y cuando me muevo, pequeñas agujitas me atraviesan por abajo de las costillas. Toso y parpadeo, haciendo aparecer más puntos blancos que tapan la habitación, y sobre todo la ventana, parece completamente tapada, la calidez de hace un rato ni siquiera se distingue.
-Sentate.
Lo hago, y mis piernas, empiezan a temblar. Cierro los ojos cuando siento una mano suave y conocida levantándome la remera, tocando las vendas.
-Sos casi la momia - dice, y empieza a sacarlas.
Trabaja y aprieto los dientes, aunque intento escuchar, aunque sea en fragmentos, la conversación que empieza Clarke.
-¿Pasó algo grave?
-Bueno, más o menos. - el pitido en mis orejas sube en volumen, ni siquiera escucho murmullos. Nadie habla, aunque Clarke también deja mi estómago en paz, sin terminar.
-¿Eso significa que...?
Un suspiro, bastante fuerte.
-Es Pike. Tomó el poder. Bueno, no lo tomó, lo votaron. Ya mató a muchos.
-¿Gente del Arca? - vuelve a trabajar, y contengo la respiración, aferrando las manos a la cama.
-... 200 hombres y mujeres, que ella había mandado a defender... - Un líquido me quema la garganta. Es caliente. Agrando el pecho, aprieto los labios, los ojos, pasa un rato y sigue ahí, aunque trago, y casi me llena la boca. Me inclino al piso, abro los ojos, cuando toso y un rojo pastoso mancha la alfombra que asoma de la cama. Clarke se inclina conmigo y me ayuda a pararme, me vuelve a acomodar, aunque sus movimientos son más duros, bruscos.
-¿Bellamy? - dice.
-Sí, él... aprendió a ser muy cruel.
Clarke aprieta las mandíbulas, los labios.
-Había cambiado... - Un fuerte tirón me aprieta el estómago. Me suelta, y apoya las manos en sus rodillas. - pensé que al menos por mí, no iría contra ellos.
-Pero vos no estás, y él...
El nombre, me flota en la cabeza. Algunas imágenes, mezcladas. Clarke, vestida y maquillada, ascendiendo su pueblo a clan, y atrás, un chico, que nos interrumpe, y dice rescatarla, pero ella se niega.
-¿Lincoln, podrías dejarnos solas un segundo? - su voz me saca a empujones de ese día, y la miro.
-Sí, pero tiene que ser rápido. Pike consigue cada vez más adeptos. Cuanto más fuerte se haga, más difícil va a ser sacarlo.
Se va.
-Lexa, yo... me gustaría quedarme, pero tengo que ir.
-Ya lo sé. No quiero que te pase nada - agrego, sin querer, pero queriendo, mirando cualquier cosa menos a ella, mordiéndome los labios.
No quiero agregar nada, aunque en el silencio, siento que debería aclarar que es una broma, o que es por la paz, o...
-Yo tampoco quiero que te pase nada. - Observa la puerta, sus manos, mis ojos. Me besa.
-Vamos a vernos, lo sabés. -No sé qué decir. No tengo nada que decir. Antes de irse me abraza. -Nos vemos comandante.
-Wanheda - respondo agachando la cabeza - un placer.
Ambas reímos, y ahora sí, Clarke se va, dejándome sola en un cuarto demasiado grande, y una cama completamente vacía.
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Segunda Oportunidad
Novela JuvenilLuego de compartir un momento mágico con su compañera, Clarke sale de la habitación de Lexa para volver a la base junto con Octavia. Es sin embargo, interceptada por Titus, quien desencadena un suceso que todas recordaremos. ¿Que pasaría, en cambio...