2 Emergencia

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LEXA

Miro a Clarke, a mi lado. Hace un rato mira la ventana. Solo se distingue una luz cálida y densa, que ocupa toda la habitación. 

- Clarke- digo. - ¿Qué pasa?

Ella solo me mira.

-¿Cómo hacés para que te hagan caso? Tu gente, me refiero, tus soldados...

-Creo que ya sabés la respuesta a esa pregunta.

Niega, y los músculos de su cara se contraen, apretando la boca. Luego la abre, por un momento, pero vuelve a cerrarla. Suspira.

Me mira. Tarda en hablar. Tiene los ojos entrecerrados, y el pelo caído, tapándole la cara. Su cuerpo asoma entre partes de la frazada, y juguetea con algunos hilos. Su olor inundó hace un rato ya, la habitación, y no me canso de sentirlo. No habla. Yo tampoco. Como si estuviéramos tirando de una cuerda invisible, que se tensa cada vez más, haciéndome sentir una presión en el pecho fuerte y densa.

-¿Y cuál es tu manera entonces? 

Vuelve a mirarme, luego se tira completamente en la cama. Suelta los hilos y se acomoda el pelo. Mueve los pies, como hace un rato, por las pieles. 

-Yo solo... - Un golpe, en la puerta, la interrumpe. Se incorpora, y observa, por un momento la ventana y después a mí, cuando salgo de abajo de las sábanas. Da la vuelta para pararse enfrente mío. Me levanto y agarra mis manos antes de besarme y susurrar-Puede que matar no sea la única alternativa.

Escucho su respiración, el tacto tibio de sus manos, de sus piernas pegadas a las mías. No puedo bajar la cabeza, mis ojos, están imantados a los suyos.

-Sos hermosa - digo.

Otro golpe, en la puerta. La observa.

-Pensalo, al menos. - se aleja, y pone la remera azul y agujereada,  los jeans rotos. Hago lo mismo, y termino, antes de que entre un hombre, seguido de algunos soldados, que intentan agarrarlo por los brazos. - ¿Lincoln? ¿Cómo...?

Levanto el mentón.

-Le dijimos que esperara afuera, pero no hace caso. - Lucio, el mayor de los dos, tiene la cara toda transpirada, y sus pupilas negras brillan mirando al chico. Saca su espada, y le pega un golpe con el mango en la espalda cuando se me acerca.

Clarke se arrodilla junto a Lincoln, y lo revisa antes de buscar su bolso en la habitación.

-¿Por qué, pelotu...?

-Lucio - digo mirándolo, justo detrás de Lincoln - ¿qué hace acá Lincoln? ¿No era claro que estaba perdonado, con la condición de que no tocara Trikru nunca más en su vida?

-Heda... es urgente, tengo que...

Se escucha un gran golpe, y luego una queja. Miro la bota de Lucio, y está tan manchada de sangre como el piso y la cara del traidor. El soldado levanta otra vez el pie, que llega al piso, justo en el lugar donde estaba la cabeza de Lincoln.

-¿Qué mierda te pasa? andate. -El hombre duda. Tiene la espada bien agarrada, mira a Clarke mordiéndose la lengua, luego a mí.

Observo a Clarke. Tiene los ojos inyectados en sangre, pasándolos de Lucio a Lincoln, y luego otra vez en el primero.

-Andate.

-Clarke - digo - callate.

Me mira por primera vez y me muerdo los labios. Tuerce la cabeza apenas. Quiero pedirle perdón, quiero decirle muchas cosas.

-Dejemos que hable el traidor - termino, sintiendo la cuerda otra vez muy tensa y mi corazón retumba demasiado fuerte, apenas puedo escuchar.

Asiente, sin dejar de mirarla.

-Tengo que hablar con ella, es urgente.

Los miro. Clarke me mira, y desde abajo, levanta el mentón y frunce los labios. Entorna apenas los ojos. Mi respiración se agita, aunque intento calmarla, y la cuerda no tira de mi pecho, se enrosca alrededor de mi garganta y digo;

-Gracias - a los guardias, o eso creo que digo, aunque también podría haber dicho, "perdón" y Clarke se para, igual que Lincoln, y los guardias se van.

Me doy vuelta y miro la ventana mientras me acomodo las armas, que me pesan bastante, y separan mis vendas. Las toco. Están húmedas, y cuando me muevo, pequeñas agujitas me atraviesan por abajo de las costillas. Toso y parpadeo, haciendo aparecer más puntos blancos que tapan la habitación, y sobre todo la ventana, parece completamente tapada, la calidez de hace un rato ni siquiera se distingue.

-Sentate.

Lo hago, y mis piernas, empiezan a temblar. Cierro los ojos cuando siento una mano suave y conocida levantándome la remera, tocando las vendas.

-Sos casi la momia - dice, y empieza a sacarlas. 

Trabaja y aprieto los dientes, aunque intento escuchar, aunque sea en fragmentos, la conversación que empieza Clarke.

-¿Pasó algo grave?

-Bueno, más o menos. - el pitido en mis orejas sube en volumen, ni siquiera escucho murmullos. Nadie habla, aunque Clarke también deja mi estómago en paz, sin terminar.

-¿Eso significa que...?

Un suspiro, bastante fuerte.

-Es Pike. Tomó el poder. Bueno, no lo tomó, lo votaron. Ya mató a muchos.

-¿Gente del Arca? - vuelve a trabajar, y contengo la respiración, aferrando las manos a la cama.

-... 200 hombres y mujeres, que ella había mandado a defender... - Un líquido me quema la garganta. Es caliente. Agrando el pecho, aprieto los labios, los ojos, pasa un rato y sigue ahí, aunque trago, y casi me llena la boca. Me inclino al piso,  abro los ojos, cuando toso y un rojo pastoso mancha la alfombra que asoma de la cama. Clarke se inclina conmigo y me ayuda a pararme, me vuelve a acomodar, aunque sus movimientos son más duros, bruscos.

-¿Bellamy? - dice.

-Sí, él... aprendió a ser muy cruel.

Clarke  aprieta las mandíbulas, los labios. 

-Había cambiado... - Un fuerte tirón me aprieta el estómago. Me suelta, y apoya las manos en sus rodillas. - pensé que al menos por mí, no iría contra ellos.

-Pero vos no estás, y él...

El nombre, me flota en la cabeza. Algunas imágenes, mezcladas. Clarke, vestida y maquillada, ascendiendo su pueblo a clan, y atrás, un chico, que nos interrumpe, y dice rescatarla, pero ella se niega.

-¿Lincoln, podrías dejarnos solas un segundo? - su voz me saca a empujones de ese día, y la miro.

-Sí, pero tiene que ser rápido. Pike consigue cada vez más adeptos. Cuanto más fuerte se haga, más difícil va a ser sacarlo.

Se va.

-Lexa, yo... me gustaría quedarme, pero tengo que ir.

-Ya lo sé. No quiero que te pase nada - agrego, sin querer, pero queriendo, mirando cualquier cosa menos a ella, mordiéndome los labios.

No quiero agregar nada, aunque en el silencio, siento que debería aclarar que es una broma, o que es por la paz, o...

-Yo tampoco quiero que te pase nada. - Observa la puerta, sus manos, mis ojos. Me besa. 

-Vamos a vernos, lo sabés. -No sé qué decir. No tengo nada que decir. Antes de irse me abraza. -Nos vemos comandante.

-Wanheda - respondo agachando la cabeza - un placer.

Ambas reímos, y ahora sí, Clarke se va, dejándome sola en un cuarto demasiado grande, y una cama completamente vacía. 

Segunda OportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora