Los apresurados pasos de Natsumi interrumpieron el silencio que imperaba en el interior de la casa. En ellos la desesperación y la ira podían ser percibidas. A medida que se acercaba al cuarto de sus padres escuchaba un lejano sollozo que no podía ser de nadie más que de su madre ¿Pero y su padre? Necesitaba escuchar algo que le dijera que seguía con vida ¿O quizá su madre lloraba porque ya no lo estaba? Sacudió rápidamente ese pensamiento de su cabeza, no quería sacar ninguna conclusión, quería mantener la esperanza de que viviera y que su progenitora se encontrara fuera de peligro. Pateó bruscamente la puerta entreabierta con vehemencia, no tenía tiempo para actuar sigilosa y atacar por sorpresa. Entonces vio una figura alta y oscura de pie frente a su madre que se encontraba de rodillas y era sometida por esa persona que la sostenía con fuerza del cabello. Sólo la luz de la luna iluminaba la recámara, dándole un aspecto frío y lúgubre; el fulgor dejaba en evidencia el miedo impreso en el rostro golpeado y lleno de lágrimas de su madre y ella lo sintió. Nunca la había visto así. La miraba suplicante, cuando intentó decir algo, el sujeto jaló de su cabello causándole dolor. Éste miró a Natsumi por encima de su hombro y la chica le dirigió una mirada torva y desafiante. Usaba esa máscara negra sin expresión alguna, con dos pequeños agujeros al nivel de los ojos pero sin relieve de nariz o labios. Aquella persona no apartó su atención de la muchacha, ni cuando acercó amenazadoramente su espada al cuello de su madre. Natsumi por su parte, le apuntó con la suya.
-Suéltala - ordenó firmemente.
El sujeto se limitó a ladear la cabeza. La chica sintió escalofrío por esa máscara vacía sin expresión, creaba más angustia y desconfianza que cualquiera de Halloween tallada con la forma de un monstruo ¿Quién estaba debajo? ¿De qué manera la estaba mirando? ¿Qué pretendía hacer? Era imposible descifrarlo.
-¡Que la sueltes te dije!- repitió levantando la voz. No se atrevía a atacar aún o pondría la vida de su madre en riesgo.
-Hi-Hija, huye...¡AH!- nuevamente el sujeto le hizo daño y Natsumi no pudo soportar ver más el maltrato hacia su madre y atacó.
Las espadas hicieron un ruido agudo al chocar, el sujeto había soltado a la señora Han y con gran habilidad bloqueó el ataque de Natsumi. Pero no contó con el poder de la chica cuando lo expulsó lejos de ella y cayó inmóvil después de golpear fuertemente la pared.
-Mamá- corrió a su ayuda - ¿Te encuentras bien? ¿Qué te hizo? ¿Y papá?
-Ve-vete, corre - le imploró antes de perder el conocimiento. Seguía con vida pero muy débil.
-No, no los dejaré, mataré a ese desgraciado - levantó la mirada hacia el lugar donde yacía el sujeto pero ya no estaba allí. Se levantó alerta y al darse la vuelta vio el brillo de la espada acercarse a ella pero lo esquivó y chocaron sus armas de nuevo.
Una batalla de guerreros se libró, teniendo la habitación como campo de pelea. Natsumi no podía atacar con su magia pues el otro era demasiado rápido, si se detenía tan sólo un segundo sería atravesada por la espada enemiga y no podía permitirse ser vencida, debía defender a sus padres y a todos los paladines logrando acabar con ese misterioso asesino. Deseaba saber cuáles eran sus motivos para ir contra ellos, justificables no eran pero tenía que tener una razón sólida para hacerlo. Sin embargo debía esperar, primero necesitaba debilitarlo y hacerlo caer para luego descubrir quién era y obligarlo a confesar.
Los ataques y bloqueos tenía que hacerlos con rapidez y certeza, varias veces la espada del sujeto enmascarado la rozó, provocándole cortes superficiales, y ella no lograba ni tocarle la ropa. Era demasiado habilidoso, como si hubiese nacido blandiendo un arma. Su agilidad con la espada era buena y la de sus padres mil veces mejor, pero no se comparaban con el ataque que estaba recibiendo. Era salvaje pero inteligente, su arremetida no mostraba desespero así como hacía la suya.
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La orden de los paladines
FanfictionEn un mundo atormentado por demonios de otra dimensión conocidos como Agmas, existe una orden que durante siglos ha protegido a los seres humanos de esas criaturas y se ha encargado de mantener en secreto su existencia. De generación a generación, s...