Capítulo 2

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Mi dinero duró para unos 3 meses, pagaba habitaciones, comida, lavandería... intenté buscar un trabajo, pero mi identificación no mentía, era menor y nadie se iba arriesgar a tener un niño trabajando.... Así que después de eso, terminé en la calle, pidiendo limosnas, caminando por caminos que eran largos, cuesta arriba y cuesta abajo...

Pasó el verano y comenzaba a entrar el aire fresco del Pacifico... yo solo contaba con una campera de algodón y un pantalón deportivo gris, y los tenis que ya me empezaban a quedar chicos.

Me expuse al clima, a las noches locas donde chicos y chicas iban y venían en sus autos caros alcoholizados y soberbios por la vida.

En algunas ocasiones me quisieron robar, en algunas me defendí y en otras no podía ni hablar por mi estado deplorable. Pasaba días sin comer, sin poder darme una ducha caliente, dormía en algún rincón oculto de parques o bajos escaleras de los edificios.

Era mi cumpleaños, y al parecer de muchos más, 20 de noviembre, pizzerías y restaurantes estaban repletos, gente cantando el feliz cumpleaños a quien sabe quien... siempre es una confusión la parte que dicen el nombre. Hacían unos 5 grados y yo tenía demasiada hambre, frío y sueño... me sentí un asco e imagino que me veía peor... algo así como un zombi de Walking Dead.

Estaba decidido a arrojarme al mar, con suerte moría rápido dando de lleno en los acantilados o por hipotermia.

Iba arrastrando mi miserable humanidad hasta que vi borrosa la edificación blanca del Cliff House, llegué hasta unos 4 metros antes, cuando sentí que el alma se me salía del cuerpo, caí al suelo, ya no había una parte que no me duela, el golpe contra el pavimento hizo que todos mis huesos resonaran. Sentí un revuelto amargo en el estómago y todo quedó oscuro. Pensé que mi destino se había adelantado. Pero no... tres ángeles acudieron a mi lado, evaluaron mi estado, me levantaron del frío suelo y me dieron la contención que necesitaba.

¿Querían drama? Pues ahí lo tienen, han pasado 5 meses desde que volví a vivir. Yo sigo viviendo en la calle, cada tanto, me quedo en el cuarto de utilería porque si hay algo que caracteriza a San Francisco, es la niebla y el viento, así que Lory me obligaba a quedarme en su casa o en el Cliff.

Arrástrame de la cama a la famaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora