S E I S

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El pequeño Toshiro había llegado antes de lo planeado y gracias a eso varias cosas no estaban listas. Hacía poco que Hitoshi y Fumiko habían llegado a la casa y aprovechando que el adorable bebé dormía en el coche ellos aprovecharon para ordenar su habitación, suerte que hacía unas semanas habían terminado de pintar las paredes de un hermoso celeste. El techo era color blanco y la parte alta de las paredes tenía un diseño de nubes. Realmente Aizawa y Hitoshi se esmeraron con esos increíbles detalles.

— Está hermoso. - dijo la rubia con la vista en el techo. Estaba recostada en el suelo tomando un pequeño respiro de acomodar y armar cosas. Solo quedaba la cuna y ambos ya estaban rogando por su cama.

Una semana de ser padres y estaban exhaustos. Hitoshi tomó la tuerca y la ajustó, solo faltaban cinco y la hermosa cuna color blanco estaría lista para convertirse en el lecho de sueños de su bebé.

Logró terminar la cuna colocó el colchón y Eri a un carrusel de All Might. Se acostó junto a su esposa disfrutando la poca paz que tenían ya que el bebé dormía.

Aquella paz tardó poco, el llanto de su criatura los sacó de su sueño, Fumiko lo tomó en brazos.

Hitoshi fue a abrir la puerta mientras ella amamantaba a su pequeño. El de cabello violeta se encontró con sus padres y sus amigos con cajas decoradas y globos.

Todos estaban ahí para ver al pequeño, desde su nacimiento no lo habían visto ya que en el lugar que estaba solo permitían a los padres y no querían sobrecargar a la pareja luego del alta. Mihoko cargó a su nieto por primera vez y sintió como sus ojos ardían.

— Mi bebé es hermoso. — murmuró la mujer de cabellos semi-albinos. — Shinsou Toshiro es lo más bello que he visto.

Fumiko apretaba la mano de su esposo, veía como los abuelos de su criatura le hablaban y eso llenaba su corazón de Alegría, Mihoko y Hajime eran como padres para ella desde que inició su amistad con el que ahora era su esposo y el darles un nieto a esas dos maravillosas personas era simplemente magnífico.

Horas después, los señores Shinsou decidieron irse, luego de que Fumiko anotara todas las indicaciones que Mihoko pudo darle, la rubia habría preferido que su suegra se quedara a ayudarla. ¿Como le era tan fácil? Cambiaba su pañal en menos de dos minutos y solo con tomarlo en brazos paraba ese llanto estruendoso.

— Tu madre se fue.

— Mamá se ha ido.

— ¡Estamos solos con la máquina de popo! ¿Hueles eso? Creo que se hizo otra vez. — tomó el cuello de la camisa del de hebras violeta— si veo otro pañal sucio voy a enloquecer.

Hitoshi dejó escapar una carcajada al ve como Fumiko estaba a punto de volverse loca por un pañal sucio.

— Ve a tomar un baño caliente, yo me encargaré en esta ronda. — los ojos azules de la chica brillaron y corrió al baño antes de que el cambiara de opinión.

Para Hitoshi cambiar a su bebé fue la tarea más difícil del mundo, ese bebé a penas era más grande que cinco manos juntas, sus regordetas mejillas y facciones más finas le daban a entender que se parecería a Fumiko, aunque el color de pelo y ojos fuese heredado por el.

-.-.-.-.-.-.-

— Duerme bebé, deja descansar a mami una hora. - pidió meciendo a su bebé, miró el reloj y eran las cuatro de la mañana, no dormía desde la una.

Toshiro no lloraba desde las dos de la mañana, pero si perdía de vista a Fumiko el llanto empezaba. Sentada en la mecedora que había en el cuarto de su Niño, eventualmente ella se quedó dormida.

Hitoshi abrió los ojos y no encontró a su mujer a su lado. Se levantó y ella estaba dormida con el pequeño en brazos que jugaba con su cabello dorado que estaba lleno de saliva.

— Amor... — llamó Hitoshi tocando su hombro. Los ojos azules se abrieron.

— Es un tortura... ya entiendo por qué mis padres me abandonaron.

— Ve a descansar... — pidió tomándolo en brazos. Ella salió tambaleándose por el dolor de espalda.

Ellos luchaban con peligrosos villanos y un diminuto bebé les hacía la vida difícil.

Aizawa llegó.

Encontrando la casa hecha un desastre, vio algunos biberones y pañales tirados por todas partes. Decidió seguir el llanto de su ahijado y a los segundos llegó a la habitación del bebé.

Ambos con ojeras tan sumidos en su hijo que no se percataron que el los veía relevarse en cargarlo y mecerlo.

Por primera vez en mucho tiempo veía a esos dos al punto de la locura.

Se acercó y lo tomó en sus brazos, El Niño se calló automáticamente y se quedó hipnotizado con el cabello de su padrino.

— Nuestro hijo nos odia... — murmuraron al ver como cualquier persona podía calmar a su criatura, menos ellos.

— Simplemente son un asco siendo padres. — explicó - báñense mientras yo lo duermo...

Aquello fue el cielo, amaban al pequeño Toshiro pero cada segundo que lo tenían un poco lejos estaba bien.

La popo, saliva y llanto iba a volverlos locos.



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Paternidad - Hitoshi ShinsouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora