Hasta que mis pasos me llevaron al cementerio de la ciudad, dónde mi mente se preguntaba si después de tantos años podría encontrar allí a mi familia.
Empecé a buscar, de lápida en lápida, de cruz en cruz, nombre por nombre.
Había toda clase de gente que debieron morir por alguna razón: ancianos, jóvenes, niños, bebés, mujeres, hombres… seguro que todos tenían una vida de la que sentirse orgullosos. Puede que algunos acabaran con sus propósitos o puede que algunos no empezaran ni a escribirlos.
Pero yo sólo buscaba dos nombres, el miedo recorría mi cuerpo deseando que, por alguna extraña razón, siguieran vivos. Al fin y al cabo… si yo lo estaba ¿por qué no deberían estarlo ellos?
Hasta que todos, absolutamente todos esos deseos que tenía hasta ese momento se derrumbaron al ver escritos sus nombres en una pequeña lápida:
"NICOLE HOOVER (1940-1971)
THOMAS HOOVER (1960-1971)"
Un escalofrío me paralizó, no podía aguantar la idea de no ver a Nicole nunca más, y por supuesto, de no poder ver crecer a Thomas.
Recuerdo la primera vez que lo cogí en brazos.
Fue el 18 de agosto de 1960, un martes concretamente y por aquel entonces yo tan solo tenía 19 años. Contestadme una pregunta, ¿cómo puede alguien tan joven sentirse en realidad tan lleno? ¿Sentir que su vida está más que completa con la simple presencia de un nuevo ser en su vida?
Todo lo que sentía en esos momentos era felicidad, y todo lo que podía hacer era dar gracias por ese nuevo milagro que acababa de aterrizar en mi vida. En la mía y en la de mi amada mujer con quien hacía tan solo un año me había casado.
Thomas era tan pequeño, el día en que nació que lo podía coger con una mano y experimentar la mejor sensación de mi vida. Sólo él consiguió hacerme sentir así... murieron demasiado jóvenes... pensé. ¿Cómo un niño de 11 años podría morir junto a su madre de 31? no podía ser, me acababan de destrozar la vida por completo. Y esa sonrisa que mantenía gracias al nacimiento de mi hijo se me fue borrando debido a la muerte de mis únicos seres queridos
Cuando de repente un señor mayor que llevaba el pelo blanco, unos zapatos marrones parecidos a los míos pero mucho más viejos, un desgastado bastón y se le notaba bastante cansado me hizo volver a la realidad.
Si os esta gustando esta historia, porfavor, votadla, decidme que os ha parecido en un comentario y sobretodo seguid leyendo! Graciias :) <3

ESTÁS LEYENDO
OTRA OPORTUNIDAD
Ciencia FicciónCuando tenia 29 años, todo cambió. Hubo un dia en el que mi casa y mi ciudad eran otras, y en el que mi familia desapareció. Ahora necesito encontrarlos y evitar eso que un dia, sin quererlo, sucedió.