Pesadilla
«—————»
Su mandíbula cayó, llegó hasta el punto que pensó que soñaba, jamás en su vida imaginó que ese chico tan lindo y adorable fuera Adam Parker.
Su cabello le llegaba casi a los ojos, le pasaba una cabeza de estatura, y sus ojos estaban teñidos de un color gris tormenta. Nunca había visto ojos naturales de ese color —pensó que tal vez usaba lentes de contacto y posiblemente era algún nerd debido a las gafas que llevaba —, alejó esos pensamientos y se enfocó en el chico.
—Hola — habló Isabella tímidamente —¿Como sabes que vivo aquí? — enarcó una ceja esperando una respuesta.
—Bueno, en la comisaría te dan todo tipo de información por unas cuantas donas —bromeó —, por cierto... ¿Están tus padres? —preguntó.
Buen plan... desvía preguntas.
—No has respondido mi pregunta —rodó los ojos divertida, no sin quitar seriedad en su humor.
—En realidad, solo hay 3 Isabellas en la ciudad, dudaba que tuvieras 53 años y vivieras llena de gatos, o que fueras una recién nacida —sonrió de lado —ahora, ¿podrías responder tú a mi pregunta?
—No —contestó con simpleza.
—Quieres saber algo ¿verdad? —se dió por vencido.
—¿Cómo diablos sabes mi nombre? Y, ¿Cómo conseguiste mi dirección?
—El día que te encontré, vi que tenías un collar con el nombre de «Isabella» y dudaba mucho que fuera de tus parientes. Tu dirección todos la saben, todo el mundo conoce a tus padres, —se encogió de hombros.
—Acosador —rió pero no se apartó ni un milímetro de la puerta.
—Simplemente, solo pregunté. Necesito hablar con urgencia con tus padres —apresuró la conversación.
—Lo lamento, salieron hace unos dias, y no sé cuando es que volverán —ladeó una sonrisa.
—¡Oh! que mal— hizo una mueca. —Te dejo esto, es algo sencillo pero espero que te gusten, espero que te mejores y pasa buena noche —sonrió tímidamente y le entregó las dalias.
—Gracias —se sonrojó.
—Bien, tengo que irme —se apresuró. —Buenas noches —se despidió.
—Adiós.
El chico se fue, dejando a una aún confundida Isabella.
Estaba sorprendida, esos eran los mismos ojos grises que la rescataron —los reconocería a kilómetros de distancia —, pero no quería agradecerle, no sabía si él era aquel hombre, aunque su corazón estaba muy seguro de que Adam Parker era una persona completamente inocente. Sus instintos no le fallaban, recordaba perfectamente ese día, y Adam no era aquel tipo.
Vió las dalias y sonrió, nunca nadie le había regalado unas dalias blancas, ni menos un chico tan lindo como él.
Toda su vida, los chicos hablaban mal de su persona y la golpeaban, empujaban y le lanzaban pelotitas de papel; y los maestros conociendo la situación no hicieron nada al respecto.
ESTÁS LEYENDO
¿Acaso no me amas?
RomancePor buscar a la rebelde de su hermana menor, Isabella Hale es abusada sexualmente por un desconocido. Y en un acto desesperado de suicidarse, un corazón dulce y tierno está dispuesto hasta perderlo todo, con el único objetivo de mantenerla a salvo.