P r ó l o g o

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Lluvia

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Era de noche, la lluvia caía estrepitosamente sobre las gélidas calles de Londres, la misma no había parado desde hacía horas y cada vez caía con más violencia. Todas las personas corrían de aquí para allá, con una intensa batalla con sus paraguas ya que estos se abrían demasiado a causa del viento.

Un paraguas en particular estaba casi volando por las aceras, su dueña estaba casi empapada por tratar de seguirlo, si no lograba atraparlo iba a pescar un buen resfriado.

Isabella estaba buscando a su rebelde hermana Lauren, la cual se había escapado con su novio Josh, otra vez.

Lauren no había asistido a la escuela y mucho menos su novio. La actitud casi infantil de su hermana menor de casi 15 años la estaba empezando a estresar. Sus padres estaban muy preocupados, ya habían llamado a los hospitales más cercanos, a las comisarías, y a los clubs nocturnos. Pero nada, no había rastro de Lauren y su novio Josh.

Isabella por fín logró capturar a su escurridizo paraguas cerca de un callejón, estaba toda empapada y muerta de frío. De pronto, una mano se cirnió sobre su cintura y otra le tapó la boca. La persona que la aprisionó por la espalda apestaba a alcohol.

—Estás muy hermosa. —su voz era rasposa y asquerosa.

Trató de safarse de su agarre, pero lo único que consiguió fue que él la tomara con más fuerza. Lágrimas caían sin parar por sus mejillas, y la lluvia se mezclaba con ella. Trató de golpearlo y gritar pero este la golpeó con algo sólido en la cabeza y la dejó inconsciente.

Lo último que pudo observar era los ojos verdes de aquel tipo con pasamontañas. Antes de que le robara su virginidad de manera brusca y dolorosa.

* * *

Adam Parker caminaba a paso ligero, la lluvia había cesado hace varios minutos y el frío se había convertido en su peor enemigo.

Era un chico alto, escuálido y su cabello rubio estaba empezando a teñirse de blanco por una extraña enfermedad capilar que le diagnosticaron cuando apenas tenía 4 años. Y para rematar con su desgracia había crecido en un orfanato, sus padres lo habían abandonado allí.

Sus ojos grises tormentosos, también tenían una extraña enfermedad ocular, cambiaban de acuerdo a sus emociones, como en este caso, él estaba triste.

Había aprendido a tocar el piano desde los cinco años, era todo un prodigio, tenía algunos conciertos en teatros y algunas beneficiencias para poder recaudar fondos para el orfanato. Era una vida triste para él.

Mientras trataba de cruzar la calle, miró accidentalmente por un callejón, había algo abultado allí, cerca de unos botes de basura. Pensó que talvez alguien había botado algún animal muerto allí, y dejó de prestarle atención por un par de minutos, pero vio que eso se movía con dificultad.


Caminó lenta y cautelosamente, la luz de los faroles amarillentos y la llovizna daba el tono como una película de misterio, en donde no sabes como reaccionar. En ese momento el color ámbar se apoderó de sus ojos. Estaba curioso.

Cuando estuvo frente a eso, se dio cuenta de que no era un animal, si no, una chica. El color gris tomó lugar en donde estaba el color ámbar.

La chica estaba inconsciente y solo vestía una camisa empapada que le llegaba hasta los muslos, y no tenía ninguna otra prenda para abajo. Tenía golpes y moratones por todo su rostro, y lo que le entristeció fue que había sangre en sus piernas. No hay en ninguna parte del mundo o en cualquier librería un manual en donde explique como reaccionar ante una situación como esa.

Adam se quitó su abrigo y se lo colocó en sus piernas desnudas y pálidas por el frío para así poder cubrir algo, escrutó con la mirada el lugar en busca de la ropa faltante de la chica, pero al no encontrarla, la cargó cual bebé y la arrulló en sus brazos y la protegió de la llovizna con su cuerpo. Vió que un colgante de oro prendía de su delicado cuello. El nombre "Isabella" estaba allí, y habían unas pequeñas gemas inscrustadas que lo hacían ver más llamativo.

—Aguanta un poco más, Isabella —su voz estaba quebrándose. Odiaba ver a las chicas maltratadas.

El hospital más cercano estaba a dos calles, lo cual no fue un problema. Lo que de verdad le preocupaba era que la chica estaba inconsciente.

La lluvia empezó a caer de nuevo, Adam maldijo en sus adentros. A paso rápido y casi corriendo llegó al hospital.

—¡Ayuda! —gritó para obtener atención.

Unas enfermeras al ver el estado en el que se encontraba la chica, trajeron una camilla y se la llevaron.

Él se revisó y encontró bastante sangre en su camisa blanca mojada por la lluvia. Pero no le importó.

Minutos después de haber dado la poca información que tenía, los doctores se pusieron en contacto con los familiares, los cuales llegaron seguidos de una pareja policial.

—Joven, necesitamos hablar con usted —habló el oficial.

—Claro —asintió seguro.

La que parecía la familia de la chica lo miraban con lágrimas en los ojos.

* * *

—Dígame su nombre joven —habló un detective.

—Adam Ashton Parker.

—Y dígame joven, ¿sabía que abusar de una menor de edad está prohibido por la ley?, ¿Acaso sus padres nunca se lo explicaron? — exclamó.

El corazón de Adam se encogió, no sabía nada acerca de sus padres. Y las monjas nunca le hablaron de ello.

—Señor, en primer lugar. Yo nunca he tocado a una mujer. Segundo. Jamás dañaría a una. Tercero. No la conozco. Y cuarto. Yo solo pasaba porque yo vivo en "London's orphanage" —se defendió.

—¿Qué estabas haciendo cerca de la escena del crimen? —inquirió.

—Estaba por cruzar la calle, me dirigía a comprar bordones[1], allí fue donde vi un bulto cerca de unos botes de basura, pensé que era algún animal muerto o algo por el estilo. Así que me acerqué y vi a la chica allí inconsciente. La cubrí con mi abrigo y la llevé al hospital.

»Créame señor, yo nunca le haría daño.

—Te tomaremos muestras de tu ADN, si el resultado es positivo, una celda espera por tí.

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[1] Bordones:
Los bordones son las cuerdas de mayor longitud y pertenecen al registro grave extremo del instrumento. Estas cuerdas son utilizadas para las teclas de los pianos de cola.

¿Acaso no me amas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora