C a p í t u l o 9

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Adam:

—Aguanta un poco más, lucha por tu hijo que viene en camino—sólo podía observar como la camilla sostenía el cuerpo inconsciente de ella. Había pasado tanto tiempo, que ya casi no podía recordar lo que había sucedido. Después de lo sucedido, el hospital se comunicó con sus padres que se encontraban en Victoria Street, en donde estaban en una junta muy importante de negocios y lo dejaron todo por saber el estado de salud de la ahora su única hija. Según lo poco que pude conversar con ellos, es que Isabella —meses antes de que ella cometiera eso —, ellos intentaron conversar con ella, pero ella se negó y no salió de su habitación desde la muerte de Lauren.

Mi corazón se oprimió cuando me enteré de que Lauren se había suicidado, me tomó por sorpresa el hecho de que en el poco tiempo que llegue a conocerla, me pareció una chica valiente y sin fuerzas para cometer suicidio. Isabella se encerró en su habitación, no asistió al funeral de su hermana ni mucho menos a ver su tumba. Luego de eso fueron a su viaje de negocios y de allí no volvieron a tener contacto con ella.

Después de todo me ofrecí a quedarme a vigilar a Isabella, sus padres no podían quedarse mucho tiempo, tenían que pagar el costoso tratamiento al que ella estaba sometida.

Lo que aún no se puede explicar, es como ella tenía cortadas demasiado profundas en ambas muñecas, era imposible que mientras una mano que había perdido casi por completo la movilidad sería capaz de cortar la otra mano; lo más insólito es que ambas muñecas tenían la misma profundidad de corte.

Aunque el caso ha quedado como intento de suicidio, sé que hay algo que se esconde bajo todo este asunto. Por el momento me he guardado mis sospechas y mi verdadera prioridad en estos momentos es que Isabella despierte del coma, del cual se sospecha que tardará mucho en despertar a causa de la gran pérdida de sangre.

Dejé de pensar un momento en  mis suposiciones, y me enfoqué en observarla, su rostro era delicado, sus pestañas eran pequeñas pero adorables al igual que sus pocas y distinguibles cejas. Sus labios estaban entrecerrados pareciendo que hablaba entre susurros.

Tomé su mano y la apreté delicadamente con la mía, en su muñeca aún llevaba la gasa que prevenía que se desangrara, ya que la herida era muy profunda y era peligroso apretarle fuerte la mano. Sobre las vendas aún había sangre que escapaba de las suturas.

Aunque aún no cabía la explicación de como Isabella había podido hacer el mismo corte en ambas manos, pero eso  no me impedía que mi lluvia de ideas cesara, pero aún me sonaba imposible que ella pudiera hacer algo de esa gran magnitud.

Mis ojos ardían a causa del cansancio, no había podido cerrar los ojos desde que Isabella había pisado el hospital. Me froté los ojos para no dormirme, y luego me lavé mi rostro para mantenerme despierto. Los padres de Isabella me regresaron mi celular, no recordaba haberlo dejado en su hogar, pero según ellos estaba desde aquel día que fui a dejarla a su casa.

Mientras vigilaba a Isabella que se encontraba en cuidados intensivos, recibí una llamada de parte del orfanato.

—Adam, ¿Donde estás? —escuché la voz de la madre superiora.

—¿Importa ahora? —gruñí molesto, a pesar de no querer hacerlo no pude controlarme. Oí un suspiro cansado de su parte.

—Necesitamos que vengas al orfanato, es urgente.

—¿Van a correrme definitivamente? —rodé los ojos y esperé mi acertividad, pero esta nunca llegó.

—No. —negó —el Cardenal Doroteo está aquí.

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⏰ Última actualización: Apr 21, 2020 ⏰

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