-IV-

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Luego de aquella corta pero emotiva charla, Goku le regaló una sonrisa igualmente valiosa y se agachó con intenciones de ir a guardar la guitarra, cosa que Vegeta quiso y pudo evitar con un murmullo apagado en cuanto leyó sus intenciones.

-Kakaroto. Ya estoy despierto.-

-¿Eh?-

-¡Que ya me despertaste, tonto! No tienes por qué detenerte ahora.-

Los englobó una burbuja de quietud aprisionaste. La expresión del menor dejaba en claro su sorpresa y comenzó a reír bajito, con auténtica ternura.

-¡¿De qué te ríes, insecto?! ¡No te burles!- Se molestó tan rápido como lo que tarda un rayo en caer.

-Tranquilo, no me estoy burlando. Estoy muy feliz, Vegeta.- Su gentileza era agobiante. -Cuando estoy solo contigo, demuestras ser muy amable.-

Sonrojado, el mayor prefirió actuar como si no lo hubiera oído y amagó irse otra vez.

-¡Oye, Vegeta, espera!- Dio pasos largos hasta acariciarle el hombro de modo que el príncipe en verdad pensó que se derretiría. -Ven y canta conmigo.-

-¡¿Qué?!- Le clavó desmesurados ojos agresivos, lo que hizo retroceder a Goku por instinto. -¿Qué ridiculez dices? ¡Somos guerreros, no cantantes de karaoke!-

-Vamos, nadie puede vernos aquí dentro.-

-¡Si a ti te gusta cantar canciones empalagosas, hazlo, pero no me involucres!-

La energía de Goku cambió de repente. Supo que debía reemplazar la estrategia si quería llegar a Vegeta. Y quería hacerlo. Por alguna razón, presentía algo relacionado con el peligro al estar cerca de él y ese algo se potenciaba cada día, pero su lado más curioso y ancestral deseó saber a qué se debía esa sensación, y para eso tendría que insistir.

-Entonces tienes miedo.- Sonrió y volvió a sentarse en el mismo lugar del suelo.

Vegeta apretó los dedos contra el cristal del vaso y se dio vuelta para enfrentarlo.

-¿Qué fue lo que dijiste?-

-Dije que tienes miedo de cantar.-

-¡¿Por qué crees que yo...?!-

-Lo entiendo. Debe ser difícil hacerse cargo de la voz que se tiene, ¿verdad?-

En aquel momento de alarma, Vegeta no supo qué emoción nubló su razón, pero esa actitud irritante lo atrajo otra vez, como polen a una abeja.

Sin dar muchas más vueltas, suspiró un hilo de aire y se sentó a dos o tres pasos de distancia. Goku sonrió victorioso y Vegeta se percató de su sangre noble juntándose de nuevo en la zona de sus mejillas, pero confió en que no se notara.

-¿Conoces la letra o la busco en el ce...?-

-¡Ya te dije que sé la maldita letra! ¡Te escuché cantarla por cinco meses seguidos!-

Resguardando leves cosquillas en el estómago, el más alto de los dos asintió con una sonrisa y se colgó nuevamente la guitarra al cuello, listo para hacerla sonar.

-Bien, Vegeta. Si conoces la letra, empieza tú.- Volvió a provocar.

Solo por estar molesto, Vegeta pensó en contradecirle, pero por lo general sus quejas residían en ser siempre el segundo lugar, así que asintió en silencio.

Las cuerdas comenzaron a sonar como un algo muy bello. Era la primera vez que las escuchaba de cerca y veía a Goku en el proceso de hacerlas bailar con su cabello ondeándose con la serenidad y gracia de las olas del mar. Consternado, admiró los suaves movimientos de tan poderosos y sin embargo delicados dedos, sin poder apartar de ellos la vista embrujada, hasta que la música se detuvo. Como una cobra que desiste al sonar de una flauta, Vegeta miró confundido a su rival.

Tu nombreWhere stories live. Discover now