Ciertamente, Harry estaba enfermo. No es que tuviese algo tan patético como una simple gripe, mucho menos alguna de las enfermedades graves que asaltaban el mundo mágico. No. Harry estaba enfermo mentalmente, desquiciado. Lo gracioso es que nunca creerían tal cosa del jodido niño-que-vivió.
Su inestabilidad mental la mantenía en secreto. Nadie sabía acerca del culposo placer que sentía cada que Draco Malfoy era humillado, ni tampoco de la maravillosa adrenalina que recorría su organismo cada que estaba en una situación de extremo peligro. Le era divertido ver como personas cercanas a él decían conocerlo muy bien, ¿Qué pasaría si supieran que todo esa fachada de "héroe mágico" no era más que una hermosa mentira? Apostaba que aquellas expresiones llenas de decepción y horror le dejarían un bonito recuerdo.
Sin embargo, su falsedad no era lo peor. Quizá lo que lo hacía mucho más inestable, un jodido y asqueroso enfermo mental en todo su esplendor, era la excitante, apasionante y erótica sensación llamada "dolor".
Amaba el dolor, cualquier tipo de este. Desde un pequeño pellizco hasta las profundas heridas que terminaban en un completo desastre. En lo más recóndito de su mente, sabía que sería fascinante realizar aquella práctica mundana de los no-mágicos llamada BDSM, pero eso ningún mago debería saberlo.
Había una clase de dolor que encabezaba su lista de "cosas favoritas", una de las peores, según aquellos que la sufrieron. Una que, decían los rumores, te dejaba completamente loco. Harry, por supuesto, ya la había experimentado (de hecho, no estaba de acuerdo con lo anterior dicho) y en silencio aseguró que le arrancó uno de los mejores orgasmos de toda su corta y aburrida vida.
La maldición cruciatus.
Desde que Lord Voldemort le lanzó un crucio en aquel cementerio y llegó al tan ansiado clímax, repetidamente se encontraba teniendo erecciones, deseando ser torturado de dicha manera una vez más.
Si lo pusieran a contar con los dedos de sus manos el número de sueños húmedos que tenía gracias al retorcido, siniestro y hermoso recuerdo, indudablemente le harían falta.
Lo anhelaba más que a nada. Ansiaba que el Señor Oscuro lo capturara y le maldijera con su mejor imperdonable durante un buen rato. ¿Qué más daba? Harry ya estaba completamente loco, no había nada que temer.
Repasó suavemente sus labios con su lengua, rió por lo bajo durante unos cuantos segundos. Tomó con extraña fascinación su pequeña daga muggle, la cual compró al inicio de sus vacaciones, pasándola al instante lenta y profundamente por sus piernas.
Gimió, completamente excitado.
Mientras se lastimaba a sí mismo, cerró sus ojos, dejándose llevar por su traviesa imaginación. Una de sus tantas fantasías implicaba a un joven Tom Riddle, como lo había visto en la cámara de los secretos, lanzándole un cruciatus antes de joderlo duramente mientras lo azotaba. Sus manos recorrerían rudamente cada rincón de su cuerpo, jalando cada tanto sus cabellos sin delicadeza alguna. De vez en cuando rasguñaría su piel con saña y mordería fuertemente su cuello con la única intención de marcarlo, para que todos supieran que era suyo.
Tristemente no quedaría satisfecho esa noche.
TMR/HP
A Harry le hubiese gustado decir que su quinto año le encantó (y que le encantaría adquirir una de esas plumas de sangre que Umbridge utilizaba). Le hubiese gustado decir que aquella visión sobre el padre de Ron muriendo fue excesivamente divertida. Hubo tantas cosas que quería decir, pero al final, por la posición en la que se encontraba, no puedo hacerlo.
Después de aquella visión de Sirius estando en el ministerio de magia, comenzó a pensar. Si iba, las posibilidades de que se encontrara con el Señor Oscuro eran altas, y obviamente eso era lo que más deseaba.
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Erfreuliche Folter
FanfictionEl Señor Tenebroso lo consiguió; por fin pudo capturar al niño Potter. Aunque la impresión que este le dio al conocerlo lo dejó maravillado, lamentable rendirá que matarlo. Quería que el chico le suplicara la muerte mientras lo torturaba, pero lo ú...