5.

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Por primera vez en su vida, el Señor Oscuro se sentía... Perdido. Tenía que matar a Potter, estaba completamente seguro de eso, pero, ¿Cómo demonios mataría al niñato si comenzaba a caerle bien?

Después de aquella plática incompleta sobre su diario, lo observó en silencio durante días. Le sorprendió saber que era completamente opuesto al molesto Gryffindor que Draco Malfoy le había descrito; probablemente era un perfecto Slytherin escondido bajo la horrible piel de un león.

El chico era sumamente impredecible, la mayoría del tiempo no sabía qué demonios estaba pensando. Obediente, respetuoso y, sobre todo, callado, son algunos adjetivos que lograron calzarle a la perfección. Notó que gran parte del día se la pasaba leyendo libros de la biblioteca y siguiendo a Bella, a veces a sus demás Mortífagos, para que le enseñara a hacer magia sin varita.

Era extraño. Hasta el heredero de los Malfoy lo admitía. Sin embargo, la gran cosa que se llevó el mérito para ser un poco más considerado con él fue la pequeña libreta que siempre traía aferrada a su pecho. Al principio, pensó que se trataba de un libro más, pero un par de días después observó detalladamente el objeto y casi golpeó su frente por su evidente estupidez.

Harry Potter no había destruido su diario.

Luego de una larga reflexión en su habitación, silenciosamente entró al cuarto donde el chico dormía, su diario estaba perfectamente acomodado en el escritorio que había solicitado días antes para poder estudiar. Con lentitud, se acercó a él, sus dedos rozaron con delicadeza el nombre grabado en la tapa. Casi soltó una risa, odiaba ese nombre, Voldemort le quedaba muchísimo mejor.

Tom Marvolo Riddle.

Lo tomó entre sus manos, dispuesto a llevárselo durante unas cuantas horas, curioso por saber qué tanto conocía a Potter ese pedazo de alma que había dejado guardada ahí.

Cuando volteó, se sorprendió al ver al niño apuntándole con un cuchillo, mirándolo indiferente. — ¿Qué estás haciendo? —Su voz era más grave de lo normal, carecía de emociones.

Voldemort casi sonrió. —Me sorprende lo... Espontaneo que llegas a ser, Potter. Te atreves a apuntarme con un objeto tan obsceno cuando en tu baúl tienes una varita tan bonita. —Exhaló, fingiendo un suspiro. —Qué decepcionante.

Harry no cambió su expresión. —Me sorprende lo... Simples que llegan a ser tus conclusiones a veces, mi señor. Posiblemente no lo sepas, pero tengo quince años, casi dieciséis. Si utilizo mi varita, el ministerio sabrá al instante que estoy aquí, y supongo que no nos convendría tal cosa, ¿O sí? —Relamió sus labios. —Lamento mucho señalarte con este objeto tan obsceno, pero tengo que defenderme con algo. Ahora, ¿Podrías decirme qué estás haciendo?

Voldemort siseó molesto en su mente, enojado porque el niño tenía razón. —Tomando lo que es mío. —A regañadientes respondió, queriendo cambiar de tema.

—Devuélvemelo. —Harry exigió, manteniendo su voz plana y baja. El mayor negó, abriendo el diario y acariciando las hojas vacías.

—Lo aprecias mucho, ¿No es así? —Se burló. — ¿Por qué es especial? Me tienes a mí, al verdadero Tom Riddle. No hay razón para que lo quieras a él.

—Son diferentes. —Harry gruñó, cada vez más molesto y ansioso. Voldemort lo miró, impasible, casi aburrido. —Por favor... —El menor suplicó, rompiéndose durante un instante.

Que interesante. ¿Quién diría que la debilidad del grandioso Harry Potter es una pequeña parte de Lord Voldemort? El señor Oscuro casi vomitó por lo asquerosamente cursi que sonaba eso. —Lo quieres porque es joven y hermoso. —Aseguró, sin intención de dárselo.

—Lo aprecio porque ha logrado comprenderme y guiarme. Es el único que sabe absolutamente todos mis secretos, posiblemente al único que se los contaría sin sentir que soy repulsivo. Curiosamente, me acepta tal y como soy. No me juzga, no me critica, parece que le divierte mi verdadero ser. —Suspiró, fastidiado. —No te confundas, mi señor. No lo quiero, mucho menos lo amo, simplemente nos utilizamos mutuamente para conseguir nuestros fines egoístas, porque nos complementamos de alguna extraña forma. Llegamos a un acuerdo hace unos cuantos años atrás, y estoy más que dispuesto a cumplir mi parte aún si tengo que arrastrarme frente a ti, adorarte y besarte los pies para que me ayudes.

El Lord sonrió burlonamente. — ¿Lo harías?

—Por Tom lo haría todo. —La seriedad del niño ciertamente lo dejó impresionado. En ninguno de sus seguidores había visto una expresión tan pura y sincera, tan leal y valiente, ni siquiera en Bellatrix.

Lord Voldemort estaba sumamente complacido. —Veré que puedo hacer.

TMR/HP

Colagusano dormitaba en un sillón, aferrando el diario a su pecho. Voldemort observó con atención a su versión más joven, en forma de espectro, paseándose por la habitación. —Así que decidiste ayudarlo. —Calmadamente habló, sonriendo imperceptiblemente.

—Nunca acepté ayudarlo. —El Lord aclaró. —Sólo dije que veré que puedo hacer.

Tom lo miró profundamente. —Deberías hacerlo. Harry, aunque no lo parezca, es bastante inteligente, sería un buen aliado. Es un grandioso estratega, un Slytherin perfecto como nosotros. Sólo necesitas ganarte su confianza.

— ¿Qué tanto lo conoces?

—Lo suficiente como para decir que lo considero mi igual. —Si Voldemort se sorprendió, no lo demostró. —Al principio... —El espectro siguió hablando, sabiendo perfectamente que su versión más adulta no respondería. —... Me costó adaptarme a él. Lo odiaba porque había sido capaz de convencerme, manipularme. Fue insultante para mí caer tan bajo, pero desde luego comprendí todo mientras más lo conocía; el famoso niño-que-vivió no era ni siquiera un poco apto para ser el salvador de la luz.

»Compartimos varios debates, llegamos a las mismas conclusiones. Escuché cada una de sus crueles palabras y sentí cada una de sus lágrimas. Me alegré al enterarme de su profundo odio por los muggles, supe que era parecido a mí después de experimentar dos veranos con sus horribles familiares. —Esta vez sonrió más abiertamente. —Fue fascinante entrar en su mente, ver como esta se deformaba y pudría poco a poco, deleitarme con su inesperada obsesión con el dolor. Sé tantas cosas sobre Harry, tantas que, hasta la fecha, no logro procesar la información del todo.

»Me ha maravillado con sus discursos, me he sentido satisfecho con todo lo que su retorcida mente idea. Adoro escuchar cómo planea matar a algunos de los que están a su alrededor, el anhelo de aterrorizar al mundo mágico a mi lado, el profundo análisis que le da a cada situación inesperada que aparece en su vida. El chico es un genio que pasa desapercibido por la mayoría de personas, alguien que deja que lo insulten con tal de que nunca sepan lo que piensa. —Cerró sus ojos un momento, como si estuviera recordando algo particularmente bello. —Lo que te ha mostrado no es ni la mitad de todo lo que es realmente. —Sus párpados se abrieron, dejando a la vista un par de iris color azul. —No te conviene matarlo.

Voldemort juró que nunca antes se sintió tan complacido como en ese momento. —Muéstrame, entonces.

Su versión más joven asintió antes de desaparecer en mil destellos de luz. El tiempo se había agotado. 

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