Recuerdo muy bien el día que le prometí a Cecilia que la llevaría a conocer Salta, el día que ganó el torneo y se me dio por decirle en medio de la euforia... Y no puedo estar más arrepentido de decirlo. Es donde empezó las peores pesadillas, pero donde la pude ver por primera vez... Por televisión, ¡Claro! Mis primeras clases de tenis, mis primeros torneos. Ramiro enseñándome como agarrar una raqueta, y años después acostumbrarme a jugar tenis con la silla de ruedas como adicional. Es increíble como no necesité un psicólogo cuando el tenis me sacó de la tortura, de las garras de mi padre, de mi casa, de mi ciudad... Y de Salta. Llevo mucho tiempo sin pisar mi tierra, desde que nos escapamos a decir verdad. Es que no tengo a nadie. No sé si tengo familiares, como tíos, primos o abuelos. Siempre fueron mis padres solos criándonos a su manera, hasta que la familia se rompió.
La idea después del escape, al menos para mí, fue desde el principio nunca volver. Y es lo que no estoy cumpliendo, pero si saco algo bueno de todo esto es que puedo ir a visitar a los padres de Mauro y Ramiro. Mi amigo ofreció su casa para alojarnos estos pocos días que vamos a estar, por lo que acepté con tal de no pasar por la casa de mis peores pesadillas. Al menos la academia de tenis queda bastante retirado de la casa y no me lo voy a encontrar.
- ¿Estás bien?- escucho la voz de Cecilia y giro mi cabeza para verla preocupada.
- Sí.- suspiro y beso su frente- No pude dormir en toda la noche.
- Podemos cancelar el viaje.- se acomoda sobre mi pecho y yo la cubro con el cubrecama de invierno- No quiero obligarte...
- Es que los padres de Mauro y Ramiro llevan años pidiendo que los vaya a visitar.- cierro los ojos y suspiro de nuevo- No quiero verlo Cecilia.- susurro y siento una de sus manos acariciando mi rostro- Tengo miedo de verlo y no sé cómo va a reaccionar él... O cual es mi reacción.
- Sabes que llevas a tus amigos de guardaespaldas y no correrás peligro. Yo voy a estar a tu lado Gonzalo, siempre que lo quieras.- abro los ojos y su rostro está demasiado cerca del mío.
- Te amo princesa.- sonrío al ver que sus ojos brillan por mis palabras.
- Yo te amo más.- me contesta uniendo nuestros labios para luego rescatarse encima de mi cuerpo.
Manoteo hacia la mesita de luz hasta encontrar mi celular y ver la hora. Son las cuatro de la mañana, nuestro vuelo sale a las 10:30 y con suerte si cumple con el horario o que no se cancele. Lo bueno es que no vamos en micro de larga distancia, en avión son solo de dos horas y cuarto, un poquito más también. Juro que por que lo intenté, no pude pegar un ojo en estás horas. Las causas son obvias, pero tengo que hacerlo por ella... O también por mí.
Es imposible que duerma con los nervios a flor de piel, así que acomodo a Cecilia a su lado de la cama y me siento. Es tanta la tensión que cargo encima que no me calma nada. Apoyo los codos en mis rodillas y los dedos se enredan en mis pelos. Frente a mí veo mi propio reflejo, la barba que sigue ahí aunque no me guste y siempre que tuve la oportunidad, se lo hice saber a Max. Desde que me dijo que le gusta como me queda, no me lo voy a quitar. Voy a tener que preguntar por algún barbero...
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Sueño Correspondido © (Sin editar)
RomanceUna cita a ciegas preparada por sus mejores amigos cambiarán sus vidas para siempre... Ambos son tenistas profesionales, ella es una de las mejores del mundo y él sueña con ser el mejor del deporte adaptado. AMOR SOBRE POLVO DE LADRILLO contada por...