Día Cinco

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Un golpe en mi espalda hace que abra los ojos exaltado

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Un golpe en mi espalda hace que abra los ojos exaltado. Siento mi nuca contracturada y los músculos duros, pero mi cabeza demasiado cómoda. Observo que estoy en mi habitación y mi cuerpo aferrado a otro más delgado. Llega a mi mente la cena, el baile del que tomé la iniciativa para pasar el rato en sus brazos y por último la historia con su amigo moreno. Saber de sus propios labios que su padre la vendía no tiene perdón de Dios. Personas como esas no pueden existir en este mundo, porque también le hubiese pasado lo mismo a Chiara. Es una de las herederas de la cadena de supermercados más importante de Italia, toda una novedad para no mostrarse como una mujer de la alta sociedad. Somos de dos mundos completamente diferente.

Me alejo rápido de su cuerpo al notar que usaba como almohada sus tetas... ¡La puta madre! Menos mal que está dormida o no tendré los huevos suficientes para mirarla a la cara. Es tan hermosa con esa expresión angelical en su cara que no hace mas que quiera vivir muchos días como este a su lado. Se mueve y a lo único que atino es a cerrar los ojos, y maldecir por estar lejos de su cuerpo. Rezo para que no note que estoy despierto, pero es ella quien se acerca y puedo sentir su mirada.

Suspiro cuando una de sus manos acaricia mi mejilla y se ríe al hacerle cosquilla mi creciente barba. Abro los ojos y le sonrío rodeando mi brazo en su cintura, atrayendola más a mi lado y beso la punta de su nariz. Pego mi frente a la suya mientras me deleito de sus carnosos labios. Con un beso en mi mejilla y sin decir nada, me ayuda a acomodarme con las muletas bajo mis axilas y me acompaña hasta la puerta del baño. No me tomo mucho tiempo entre hacer mis necesidades y cepillarme los dientes, cuando ya estoy de vuelta en mi habitación para que ella haga lo suyo. Mientras la espero, cambio las muletas por la silla de ruedas.

- Promesa cumplida señorita De Luca, cumple al pie de la letra.- digo cuando sale del baño y le sonrío al verme sorprendida por el cambio- No todos tienen la suerte de pasar tiempo con la persona que admira...- me acerco a ella.

- Me encanta pasar tiempo contigo, me siento cómoda a tu lado y decirte parte de mi pasado fue un gran alivio...- que diga eso me mataría las veces que se necesario- Si escapé de Roma fue por algún motivo y estoy segura de que eres tú.- bien, tengo que sincerarme. Voy a aprovechar que la tengo conmigo y jugar mis cartas.

- Tengo que admitir que sos lo mejor que me pasó en la vida, sé que te lo digo apresurado pero es lo que siento.- agarro sus manos y mi corazón quiere salirse del pecho... ¡Me la estoy jugando!- Si te soy sincero, yo... Yo no aguanto más.- la atraigo hacia mí y el peso de su cuerpo está sobre mis piernas.

Me pierdo en esos ojos tan hermosos que me tiene fascinado, sin dejar de lado su rostro está demasiado cerca que la besaría ahora mismo. Mis ojos se dirigen a sus labios, tentado hacer lo que me pide la mente, pero no quiero cagarla. Los latidos del corazón llegan hasta mi garganta al sentir su presencia aún más cerca y sus labios rozan con los míos. Siento como ese simple roce invade un estremecimiento por todo el cuerpo. No sé quien de los dos toma la iniciativa, pero el simple toque me hace sentir completo. Me conformo solo con eso, pego mi frente a la suya y sonrío como un estúpido adolescente... Como te gusta mentir, ¡Terminá con lo que comenzaste! Sin pensarlo dos veces la tomo de la nuca con una mano y con el brazo libre rodeo su cuerpo, para después tomar sus labios como si mi vida dependiera de ellos. ¡Dios! Cecilia me devuelve el beso con la misma fiereza y a la vez invade mi boca con intensidad. La falta de aire hace que corte el beso y mi frente se apoya a su hombro, con la vergüenza que me invade después de atreverme de romper su espacio personal.

Sueño Correspondido © (Sin editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora