Lydia Martin

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Tratarte mejor

En cuanto vió a Lydia, supo cuál era la respuesta. Cualquier batalla moral fue despejada de su mente y se abrió paso un camino de posibilidades.

Ser una beta que asesinó a su manada para convertirse en una alfa muy poderosa, nunca fue la vida que ella deseó, pero la propuesta de de Deaucalion fue tan tentadora, que aceptó. Era feliz llendo por el mundo intimidando gente, sintiendo todo ese poder... Ahora solo se sentía vulnerable.

Era la más joven de la manda, tan solo un año menor que los gemelos, pero siempre había sido muy fuerte. Cuando el plan de su alfa entró en acción, le dio la tarea más inútil de todas: mantenerse al margen. No había hecho nada más que observar como Aiden hacía manitas con la chica que la había dejado cautivada. Las pocas veces que se atrevió a intimidar a Isaac y a Scott, la pagó caro con Deaucalion.

No podía revelarse contra la manda, eran demasiado poderosos, no tenía escapatoria. Y aunque lo hiciera, la manada de Derek intentaría matarla, sin mencionar que ella no era merecedora de la aceptación de Scott McCall.

Tan llena de posibilidades y tan atrapada.

Esa noche Deaucalion la quería en la escuela, apoyando la causa por los resientes asesinatos. Al menos los gemelos estaban ahí, tan inútiles como ella. Siempre tenía un ojo puesto en Lydia o en ese caso, su olfato; Fresca fragancia de flores, aunque nunca identificaba cuáles eran las que el perfume de la pelirroja aparentaba, a pesar de sus habilidades. Recargada sobre la pared, observaba como ella le daba la mano a su amigo moreno, causándole una punzada de celos en el pecho.

Más avanzada la noche vio como la muchacha revisaba su celular y le lanzaba miradas a Aiden. No entendía que pasaba, pero con un poco de magia lobuna agudizó su oído y notó que los latidos de la pelirroja aumentaban su ritmo un poco, mientras que los del gemelo seguían normales. Lydia se excusó y se marchó pasillo abajo, pero ocurrió que Aiden no fue a seguirla.

—Que patán—se quejó ella y se dispuso a seguirla. No es que fuera su mejor amiga, pero sentía la necesidad de consolarla por haberse quedado plantada, de todas formas Lydia nunca la había visto transformarse en lobo, esperaba que no supiera mucho sobre ella.

El pasillo estaba solo y obscuro, y comenzó a preguntarse si alguien más había intentado encontrar a la muchacha sola, apartarla de Scott. Empezó a sentirse verdaderamente asustada cuando ya no percibió su olor, pero se obligó a buscarla por todos los medios que fueran posibles ¿Cómo alguien tan bonita y llamativa podía perderse?

Entonces un gritó demasiado fuerte para su gusto casí hizo que sus tímpanos explotarán, y después de unos segundo de torcerse de dolor, cayó en la cuenta. Corrió lo más rápido que sus piernas le dejaron y llegó hasta posarse frente a su peor pesadilla.

Su boba (al parecer no tan tonta) maestra Jennifer Blake se había transformado completamente. Es decir, seguía teniendo la misma cara y cuerpo delicados, pero su mirada desquiciada la dejó congelada por un momento. Entonces notó lo que estaba haciendo y la sangre le hirvió de furia. Jennifer dejó de tirar de la cuerda que cortaba el suministro de aire de Lydia para poder defenderse de la mujer lobo, quien ya dejaba ver sus enormes garras y dientes.

La muchacha hizo un ademán por arrancarle la garganta con sus garras, pero la mujer era más rápida de lo que ella había pensado así que logró esquivar el ataque y, con una fuerza sobre humana, logro torcer el brazo de la alfa, aplicándole una llave.

—¿Qué ya nadie puede darme un maldito minuto de privacidad en este pueblo?—se quejó sarcásticamente la mujer—, ¿Qué te debe está chica? Nada, una linda pelirroja que siempre lastima a la gente con sus superficialidad, si yo fuera tu, estaría feliz de que muriera.

ONE SHOTS (TEEN WOLF)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora