Lydia Martin

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¿Sabes la número cuatro?

Una bolita de papel chocó contra la sien de Lydia, quién ya parecía estar más roja que su cabello, estaba muy irritada.

—Amor, por favor, la número cuatro—su novia era lo suficientemente lista como para pedir tales cosas de manera amable.

—Amor—comenzó en un tono mucho menos cariñoso de lo que la palabra significaba—, te dije que estudiaras en vez de nuestra "sesión intensa". Me dijiste que ya sabías todo—claro que para responder todo eso, ella ni siquiera levantó la vista del examen, no iba a exponerse a qué la atrapara el profesor.

La contraria observó de reojo al hombre, quién estaba inclinado con uno de sus compañeros respondiendo alguna pregunta.

—Y es verdad, me sé todo de memoria acerca del libro de química, pero nadie me dijo que hoy era el examen de historia.

Malia, que estaba a su derecha, alcanzó a escuchar la conversación de la parejita y se burló, pero al contrario de molestarle, le dio una idea. Una mente malévola cómo la suya no debería ser permitida, pero ¿Quién era ella para juzgar a aquellos que le dieron libre albedrío?

—Oye, Mal—la nombrada, que devoraba su lápiz pensativa, alzó la vista. Por su parte, el repentino cambio de actitud de la muchacha llamó la atención de Lydia—. ¿Tienes la número cuatro?—fingiendo inocencia, con un tono meloso y molestando a la banshee, posó una mano sobre la de Malia.

Esta la miró con los ojos entrecerrados sin llegar a comprender su plan o el hecho de que alguien más estudiada que ella la buscará por respuestas a algo que claramente la mujer coyote no estaba entendiendo.

—Sabes que tengo menos idea que tú, querida—aquel apodo lo había soltado casi como un insulto, pero quién se había sentido ofendida, fue cierta pelirroja que ahora no podía apartar la vista de aquel par caótico—, y yo si intenté estu...

—¡La cuatro es "C"!—rugió Lydia molesta, provocando que las otras dos corrieran a apuntar la respuesta correcta, olvidando la pequeña pelea que habían mantenido.

A la humana le encantaba poner a la pelirroja celosa, porque le gustaba verla enojada, algunos la llamarían "necesitada de atención", pero ella no etiquetaba las actitudes.

—Gracias, amor—sonrió con malicia, pero su novia ya no le respondió.

—Y solo yo le digo "querida".

Malia arrugo la nariz y frunció el cejo confundida, pero decidió concentrarse nuevamente en su examen.

Parecía ser que todo volvería a la normalidad, quedando el salón de clases en una paz acordé a la situación, pero...

—Pts, Lyds—pero antes de poder molestarla de nuevo para preguntarle la número cinco, sintió que sus celular vibraba gracias a un nuevo mensaje. Al sacarlo con cuidado de que el profesor no la atrapara, descubrió que era una foto de todas las respuestas. De parte de su novia. Pero este no tenía ningún escrito o emoji lo que le hizo darse cuenta de que la había molestado en serio. Lydia siempre era excesivamente cariñosa con ella mediante emojis o palabras bonitas a la hora de escribirle.

Decidió mantener la boca cerrada y dedicarse a acabar el fastidioso examen.

Al salir del salón, después que que el timbre sonara y de entregar los examenes, Lydia la fulminó con la mirada sin decirle nada, para después emprender su viaje al estacionamiento.

—¿Amor? sabes cuánto te quiero, ¿verdad? ¿Lyds?—tuvo que perseguirla corriendo, mientras Malia aún las veía confundida desde lejos.

—¿Qué les sucede?—preguntó a Stiles quien le pasó un brazo por los hombros.

—Eso es un efecto de los celos, Mal.

—Suenan como algo malo.

—Lo son, al parecer, si pones celosa a Lydia Martin.

ONE SHOTS (TEEN WOLF)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora