Capítulo VII: Bürdel King

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Cuando salgo corriendo tras Ayla estoy pálido como un fantasma. Creo que voy a vomitar el corazón, afortunadamente, nos salvamos por la campana. Llego al estudio y el descanso ha terminado, Txus nos quiere a todos concentradísimos y no toleraría otra interrupción de Rebeca. Leo, por su parte, se asegura de que las chicas toman minuciosa nota de todos los detalles y procesos que se llevan a cabo en un estudio de grabación.

Observo como la preciosa Rebeca es incapaz de quitarle el ojo de encima a Leo, se sonroja delicadamente cada vez que alaba alguno de sus comentarios y pestañea coqueta cuando mi colega la mira. Me cruzo de brazos y me relamo los labios: es la baza perfecta, la dulce Rebeca parece bastante interesada en Leo, y no solo a nivel formativo. Mi amigo, que vive permanentemente subido a un escenario, está encantado con las constantes preguntas y reclamos de Rebeca y la mira orgulloso y soberbio, se ríe y ella le acaricia su fuerte brazo. Parece que no ha hablado con Ayla, todavía, ambas jóvenes mantienen la distancia, aunque leo la rabia y la frustración en el rostro de la muchacha de los ojos verdes. De vez en cuando, entre ambas chicas se lanzan miradas que asesinan, suspiro aliviado por no estar en medio de aquella disputa, o seguramente acabaría malherido. Cada vez que Leo intenta preguntar a Ayla si tiene alguna duda, Rebeca lo asalta para reclamar su atención y Ayla se esconde en la sombra de un segundo plano.

"¡Este chaval es idiota! Mira que le gusta ser el centro de atención. ¿No ve que Rebeca intenta impedir que hable con Ayla? ¿La estará chantajeando para que deje la beca? Joder, Zeta, mira que eres mal pensado... ¿Una chiquilla como Rebeca sería capaz de algo así? Pero si parece un ángel... En cambio de Ayla, de esta sí que no me fío ni un pelo, me cuesta saber por dónde me va a salir esta vez".

Ayla, harta de soportar los cariñitos entre Rebeca y Leo, se aparta de ellos y se sienta en un rincón con sus notas en una de las sillas de madera dispuestas al lado de la máquina de agua. Sonrío. Ella, sus gestos, sus miradas, su voz... me hacen sonreír, me dispongo a sentarme a su lado, pero una mano me sujeta el hombro, es Josema, que me mira adusto y me impide acercarme a la muchacha. A regañadientes, obedezco y me mantengo en la distancia, observando la prueba de sonido de la batería de Txus y el teclado de Javi, con un ojo permanentemente vigilando exhaustivamente todos los movimientos de la chica.

Sin embargo, Ayla es una joven que, aunque lo intente, no pasa desapercibida e inmediatamente algo capta la atención de su intrínseco cerebro: el violín eléctrico de Moha. Nuestro fantástico violinista afina su instrumento a dos sillas de distancia de Ayla, y ella clava su mirada en él: se trata de un modelo ZETA blanco esmaltado, brillante, que Moha trata con cariño infinito. Su violín, y él mismo Moha, son una parte imprescindible y uno de los pilares del folk-metal de Mägo de Oz. Mi compañero advierte en seguida que los ojos y los oídos de Ayla están completamente absorbidos por las delicadas notas que emite su violín, se ríe maliciosamente, y produce un estridente sonido que estremece a Ayla y la hace saltar del asiento, asustándola. Él se echa a reír, pero ella, avergonzada, se cubre el rostro sonrojado y se levanta. Yo disfruto con la escena. Moha va detrás de ella, la agarra de la muñeca y la invita a sentarse a su lado, charlan.

No es difícil establecer conversación con Carlos Prieto, alias nuestro 'Moha', es la mar de simpático y amigable, un loco del deporte y un apasionado del violín. Su aspecto algo desaliñado puede causar cierta desconfianza, si bien no más que los glamurosos looks de Txus. Tiene el pelo largo y castaño grisáceo, a la altura de los hombros, despeinado y en greñas. Bigote salpicado de canas y barba esparcida por todo el rostro, encuadrando una enorme sonrisa. Ojos oscuros y almendrados y camisa de manga corta, con estampado de palmeras abierta hasta el pecho. Se toma excesivas confianzas con Ayla, él es así, muy cercano y cariñoso, aunque por la postura rígida y tensa de ella y su esquiva mirada, deduzco que no está del todo cómoda con la conversación.

La voz detrás de ZETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora