Capítulo I: The World That I Knowed Was a Lie

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Un pequeño joven peliverde, con pecas en su rostro y de aspecto adorable, de nombre Izuku Midoriya, se dirigía nuevamente hacia su trabajo al igual que todos los días, y eso no le entusiasmaba para nada. ¿Su trabajo? Un prostíbulo ¿La razón? Él era un Omega.

Los Omegas eran tratados como basura en esa sociedad. Eran la escoria viva y el juguete sexual para los Alfas, quienes eran la verdadera escoria en este pequeño mundo.

Los Alfas siempre se aprovechaban de los Omegas de mil maneras, y estos no podían decir o hacer nada al respecto ya que los Omegas no tenían permitido ejercer ningún trabajo o cargo importante. Tenían derechos, pero nadie los respetaba. Ellos solamente terminaban sus estudios si lograban pagarlos. Quien no pudiera, podía ir buscando un trabajo para poder subsistir.

En ese mundo ser un Alfa te aseguraba una buena vida, con buenas oportunidades y ofertas de trabajo a montones. Todas, en puestos muy prestigiosos y con sueldos enormes.

Los Omegas podían tener a su Alfas destinados, pero dependiendo del tipo de Alfa que tuvieran así sería toda su vida hasta su muerte.

Esa era su miserable destino.

En su caso, él logró estudiar hasta terminar su educación básica, ya que su madre, quien también era una Omega, no pudo seguir con ello, y de inmediato tuvo que buscar un empleo con el que ganara lo suficiente como para lograr vivir una semana más sin morir de hambre.

El miserable sueldo que tenían Izuku y su madre en su primer trabajo como obreros era con lo que comían y pagaban todas sus cuentas. Sin embargo, Izuku se vio obligado a cambiar de empleo debido a un accidente.

Tanto él como su madre estaban trabajando en unas vigas desde una gran altura sin ningún tipo de protección, una de ellas se salió de su lugar e hizo que Inko cayera desde una gran altura, para luego golpearse varias veces más con otras vigas hasta cerca finalmente, haciendo que ésta falleciera en el instante.

Su muerte fue una sorpresa para todos los Omegas que trabajaban ahí, e incluso otros más presenciaron el momento en el que caía al vacío, pero su asombro sólo fue en ese momento, luego todos volvieron a sus actividades diarias, incluyendo Izuku, quién al terminar la jornada, fue a recoger el cuerpo de su difunta madre y se la llevó envuelta en una sábana que le había proporcionado uno de sus compañeros.

El último recuerdo que Izuku tendría por siempre de su madre era su rostro sonriente, asegurándole que saldrían de esa situación sin importar qué. Ella siempre lo consolaba cuando lo veía mal, y eso fue lo último que hizo. Protegió a su hijo durante toda su vida hasta el final.

Todo el dinero que había ahorrado durante los tantos años de trabajo junto a su madre lo ocupó en los gastos fúnebres de ésta,  quién ahora descansa en un pequeño jarro en la pequeña habitación de Izuku, pues el dinero no le alcanzó ni le alcanzaría para pagar un lugar en el cementerio.

Vendió la casa en la que vivían, al igual que los pocos muebles que tenían, quedándose sólo con un poco de ropa y su cama que luego vendió, y mucho tiempo después consiguió alquilar una pequeña habitación.

Renunció a su trabajo, ya que tenía miedo de terminar igual que su madre, aunque varias vecea pensó que esa no era mala idea, así podría dejar de sufrir. Sin embargo tenía muchos sueños que cumplir, además que quería cumplir con el deseo de su madre: verlo triunfar, ser una buena persona sin sufrir de ninguna manera, y su condición no sería un impedimento.

Después de varias semanas encontró un trabajo, que aunque no fuera digno y el primer requisito era humillarse a sí mismo lograba pagar todas sus cuentas pendientes y le daba de comer. El pago era un poco más de lo que le pagaban en la construcción en la que trabajaba antes. Su pago diario y el pago que le daban sus clientes era suficiente, además, le proporcionaban sus tres tiempos de comida sin falta.

El dueño: Hitoshi Shinso, era un Alfa que parecía no tener corazón al manejar este tipo de negocio. Eso a él le daba igual. Era el negocio perfecto para manejar Omegas y al mismo tiempo deleitarse del aroma que cada uno emanaba. No sólo era un prostíbulo. Ahí también hacían todo tipo de crímenes y cosas ilícitas. Un ejemplo: el tráfico de Omegas. Eso era algo que veían mucho los que estaban fijos. Cuando un Omega no daba abasto lo vendían a alguien más, sin importar la persona que lo comprara. La única excusa para poder faltar al trabajo era el celo de cada uno, y Hitoshi tenía el control de cada uno de los celos de sus trabajadores.

Y los mandos eran así: Hitoshi Shinso, el dueño y amo de todos.

Asui Tsuyu, Kendo Itsuka, Ibara Shiozaki, Mina Ashido y Toga Himiko, eran Betas, encargados de la limpieza y demás.

Por último, Tenya Iida, Camie Utsushimi, Neito Monoma, Ochako Uraraka, Kyoka Jiro, e Izuku Midoriya eran los Omegas estrellas que ofrecían sus servicios a los Alfas y Betas que llegaban buscando momentos de relajación. Habían muchos más Omegas pero ellos eran los que siempre cambiaban y vendían.

Entre ellos habían Omegas que tenían ese trabajo por necesidad y otros que lo hacían por lujuria. Ejemplos de ello eran Camie y Toga. Ésta última, quién aunque fuera una Beta y tuviera otro cargo, había pedido un permiso especial al jefe para poder tener los dos puestos, ya que ella era una adicta al sexo. Lo mismo sucedía con Camie.

–Gracias por venir, cariño. –Decía la chica de labios enormes lanzando un beso al aire mientras salía de su recámara luego de que un cliente saliera, satisfecho por sus servicios.

El hecho de que Camie trabajara ahí era por diversión, ya que sus padres son Alfas al igual que sus hermanos así que tenían riquezas y poder así que ellos la mantenían, siempre y cuando fuera una buena niña. Al ser la única Omega de su generación en la familia, sin importar sus vínculos de sangre se aprovechaban de ella mientras estaba en sus celos o en cualquier momento, pero ella no se conformaba con eso; siempre buscaba más placer y trabajaba ahí para tenerlo.

Una norma obligatoria del lugar era el vestirse eróticamente, ya que al funcionar también como un Night Club tenían que hacer bailes eróticos, atrayendo más clientes, para que pudieran despilfarrar su dinero y así vaciar sus billeteras.

Debido a esto, a los ojos de Izuku, Hitoshi Shinso era un imbécil.

Él sabía que Hitoshi estaba detrás de él por su buen parecer, pero el pecoso no le hacía caso. Shinso le aseguraba que por él bajaría el cielo y la tierra a sus pies e incluso se creía capaz de dar la vuelta entera al mundo en menos de un día. Por él y sólo por él. Pero Izuku no quería una vida con un Alfa a quien no amaba, no quería a alguien que lo humillaba de muchas maneras a su lado.

A veces recordaba que en sus días de estudiante hablaba con sus compañeros Betas y Omegas y unos cuantos Alfas sobre cómo quería que fuera su Alfa y el momento en el que sería marcado. Todos le decían que dejara de soñar, ya que un Omega no podía tener nada de lo que deseaba, pero aún así él no perdía sus esperanzas.

E incluso sabía quién era el Alfa con el que estaba destinado.

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