2. "De portada„

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2. “De portada„

 “De portada„

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A mí no me parece un psicópata- comentó Willie junto a mí, cruzando sus brazos sobre su pecho y observando curioso al chico encapuchado y atado a la silla frente a nosotros.

—Las apariencias engañan- repliqué en un suspiro.

Papá me había enseñado eso; a veces, mientras más indefensos parezcan, más peligrosos son.

—No puedes juzgar a un libro por su portada— concordó Saya con una fría mirada hacia el chico.

—Pero puedes juzgarlo por su olor— rió de nuevo Billy, sacudiendo su mohicano verde—. ¿Necesitas ayuda?— miró la sangre de la chaqueta a causa del disparo.

—Estoy bien.

Me acerqué al chico en la silla y le quité el saco de la cabeza. Pareció cegarse un momento por la luz de la habitación, pero pronto se recuperó, mirándonos con desdén.
Paseó su mirada por la habitación, pero al parecer los pedazos de cerdo colgados del techo no eran suficientes para intimidarlo.

—Es lindo— observó María con una sonrisa coqueta. Nunca perdía la oportunidad para flirtear, así era ella.

Aunque debía admitirlo; sí que lo era. A pesar de estar sucio del rostro y oliera mal, parecía lindo. Y la cicatriz que atravesaba desde su ceja hasta su ojo le daba pinta de chico rudo.

—Ya... Es un mendigo joven de portada— Billy dijo con sorna.

—¿Qué dices?— me incliné hacia él, mirándolo a los ojos—. ¿Eres el loco de la masacre del orfanato?

—Qué valiente, como estoy atado...— se defendió sin apartar sus ojos de mí. Tenía agallas.

—Eso lo podemos arreglar— bajé la voz, sacando mi navaja de un bolsillo interior de mi chaqueta. Posé el filo en su mejilla, dedicándole una sonrisa burlona. Él sólo se tensó, apartándose un poco del arma, pero con su mirada aún retándome, sin rastro de miedo. Quizá eso le serviría en un lugar como King's Dominion, o sería su perdición.

—Perdona a mis estudiantes— el maestro Lin entró a la habitación con su taza de té en mano. Me aparté del chico y bajé la cabeza—. Olvidan que la crueldad los hace parecer débiles. Mel, por favor...

Corté la cinta que retenía al chico de sus muñecas y regresé a mi lugar entre Willie y Saya. Marcus sobó sus muñecas, regalándome una mirada de molestia. Acerqué una silla al maestro Lin y tomó asiento frente al joven vagabundo.

—¿Estás satisfecho con tu vida?— preguntó con su tono suave.

—¿Yo? Sí— respondió él con sarcasmo—. Yo... como basura y duermo entre orines. Todo de acuerdo al plan— torció sus labios en una sonrisa de mala gana.

—Dirigete al maestro Lin con respeto— exclamó Saya dando un paso en forma de amenaza, pero la tomé del brazo, regresándola a su lugar.

—El maestro Lin se puede ir a la mierda— replicó inclinándose al frente—. ¿Quién demonios son ustedes?

—Lo importante es que sabemos quién eres tú, Marcus— dijo el maestro Lin después de sorber de su taza—. Y sabemos lo que has hecho. Eres un asesino. Pocos valoran esa habilidad, pero yo lo hago. ¿Y si te dijera que existe una escuela para jóvenes como tú, donde estarías rodeado de los tuyos?

—¿Me vestiría de vikingo para poder sacarme fotografías?

En definitiva su tono sarcástico lo metería en problemas.

—Te ofrezco la ocasión de dirigir tu fuego interior. De dominar las artes mortales— continuó el maestro Lin, conservando su tono calmado.

—Artes mortales. Sí— rezongó sin mucho interés—. Eso... suena genial. A ver, todo esto parece sano y normal. Parecen personas divertidas, pero...— suspiró poniéndose de pie y acomodando su mochila sobre su hombro— sea lo que sea esto— negó lentamente y caminó hacia nosotros—. Yo paso— finalizó, chocando su hombro contra el de Willie para abrirse paso a la salida.

Había salido peor de lo que esperaba. Creí que un chico vagabundo, sediento de sangre y sin lugar a dónde ir diría que sí sin dudar, pero a veces juzgaba mal.

Willie se palpó la chamarra y sus pantalones antes de hablar:

—Ese hijo de perra tomó mi cartera.

—Señorita Symonds. No quiero que crea que su trabajo se tiró a la basura. ¿Por qué no va por él y lo trae de regreso?— el maestro aún seguía en su lugar, muy tranquilo y bebiendo su té.

—No me importa haber desperdiciado semanas de vigilancia tras él— arguyé señalando por donde el chico había salido—. Claramente no es apto para...— cerré la boca al notar su mirada seria sobre mí—. Por supuesto, maestro Lin.

→ Toxic  |Marcus Lopez|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora