"-Un chico como tú debería llevar una advertencia"
[En colaboración con pumpkinx512]
× contiene lenguaje explícito, violencia y mención sobre abuso de drogas y alcohol ×
portada: pumpkinx512
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No podía dejar de pensar en la tarea que Lin nos había asignado para la clase de Artes Oscuras: buscar a alguien que mereciera morir y matarlo. Deshacernos del cuerpo, ocultar los rastros y darle pruebas. Estaba acabada.
—Mel— aparté mi vista de Marcus, sentado una mesa más allá, para prestar atención a mi amiga.
—¿Qué decías?
—Escuché que te metiste en una pelea con Chico y sus amigos por el nuevo. Anda diciendo que lo va a matar. Y al parecer tú tampoco vivirás mucho— señaló con la cabeza hacia la mesa de los Soto Vatos. Joaquín me miraba con una sonrisa llena de diversión. Si no me cuidaba podría amanecer un día con un cuchillo en el corazón.
—En ese caso, lleva flores a mi funeral— tomé mis cosas, levantándome de mi lugar—. De preferencia rosas blancas— añadí caminando lejos de ahí.
Me dirigí al baño. ¿Qué se suponía que debía hacer? ¿Matar a Chico? Si él mataba a Marcus, Lin se molestaría bastante conmigo.
Enjuagué mi rostro en el lavabo, mirándome al espejo. Estaba en problemas. Saya salió de uno de los cubículos, mirándome con recelo.
—¿Todo bien?— preguntó, cruzando sus brazos tatuados sobre su pecho.
—Sí— mentí, secando mi rostro con la manga de mi saco.
Unos quejidos se escucharon, provenientes de otra división del baño. Me acerqué a la puerta y un bote de pastillas salió por debajo de ella.
—Puta madre que lo parió— chillaron desde dentro.
Recogí el botecillo y Saya se acercó para leer la etiqueta en él. Valproato. María salió del cubículo con el cabello alborotado y su maquillaje corrido a causa de varias lágrimas.
—¿Valproato?— dijo Saya muy confundida. Yo también lo estaba, no sabía que estuviese medicada.
La chica mexicana arrancó las pastillas de mi mano y salió de ahí hecha una furia. Saya de inmediato salió tras ella. Estaba decidida a seguirlas, pero al abrir la puerta me encontré con Marcus.
—Tenemos que hablar— pidió acelerado.
—Ya lo creo— acordé, tomándolo por la corbata y arrastrándolo dentro del baño.
Caminaba ansioso por el lugar. Era la primera vez que lo veía asustado.
—Estás muerto— hablé al ver que no sabía cómo empezar.
—Estaba ahogando a María. Tú lo viste.
—Mira, yo... Ya me involucré demasiado. No puedo hacer nada...
