Cupido

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Cupido es ese ser de la mitología romana que se supone es una representación de un niño alado que va por la vida desnudo arrojando flechas para que la gente se enamore. Para estos años esa figura sigue siendo un niño a la cual la moral le ha puesto pañal. Que equivocados han estado todo este tiempo, porque para nada es ese niño regordete en pañales que nos han pintado, más bien es un joven bien parecido, de pelo rizado y sonrisa encantadora, pero es un fastidioso de lo peor que desde hace cinco años se aparece frente a mí para hacerme la vida imposible.

Recuerdo nuestro primer encuentro y su ensalzado discurso de presentación.

Febrero 2014

Un día horrible de febrero donde no dejaba que llover, con un frío terrible, un caos de tráfico y una mañana en los juzgados, hacen que tenga un humor de los mil demonio. Había parado en la cafetería cerca del bufete, necesitaba un descanso y una enorme taza de café, así que mientras la disfrutaba saque uno de los expediente del próximo juicio por demanda de divorcio, sabía que no sería fácil tomando en cuenta que...

—Sabía que Raquel y Ernesto no funcionarían, ellos no están destinados— Escuche decir una voz detrás de mí, levante la mirada y me encontré con un joven no mayor de veinte años prácticamente inclinado sobre mi hombro leyendo claramente el expediente de mi cliente —Lo bueno es que Raquel pronto conocerá al hombre correcto—

— ¿Disculpa? —

—Ooh vaya, que sorpresa, puedes verme. Solo digo que no estaban destinados a estar juntos— Me dijo señalando el expediente que aún tenía abierto, pero que de inmediato cerré —Se dejaron llevar por la pasión del momento y eso lleva a tomar decisiones precipitadamente, muy alejadas de lo que el destino les tiene preparado—

— ¿Disculpa? —

—Lo siento, no me he presentado. Yo soy el dios poderoso, en el aire y en la tierra y en el ancho mar undoso y en cuanto el abismo encierra en su báratro espantoso. Nunca conocí qué es miedo; todo cuanto quiero puedo, aunque quiera lo imposible, y en todo lo que es posible mando, quito, pongo y vedo— *Capitulo XX, Don quijote de la mancha.

Este tipo es un loco, fue lo primero que se me paso por la cabeza—Mmm no quiero comprar nada, gracias— Guardé el expediente en mi maletín y solo esperaba que con eso bastara para que se retirara.

— Oye ingrata, ¿Sabes cuantos mortales quieren tener el honor de estar en mi presencia? —

— Mira loco, no tengo tiempo para estupideces así que déjame en paz— Tomé mi taza de café y salí del lugar, había tenido un día terrible como para soportar a un lunático.

Me resguarde de la lluvia bajo el toldo de la frutería, quería tomar mi café fuera de la oficina.

—Hola— Di un salto al escucharlo de nuevo tras de mí y mi café termino en el piso.

— ¡Demonios! —

Debí haber salido corriendo tal vez golpearlo con el paraguas o el maletín, gritar por ayuda o algo, pero no lo hice porque en su mirada no reflejaba peligro alguno, más bien me llenaba de una curiosidad inmensa y quería descubrir por qué.

—¿Eres un maldito acosador o qué? —

—Claro que no, pero es un poco gratificante saber que alguien me ve, cuando no quiero que me vean—

—Por favor no me vas a decir que eres una especie de fantasma—

—No soy un fantasma o una alucinación, estoy aquí realmente y justo ahora todos me ven— Le sonrió a una joven que pasaba junto a nosotros y esta le respondió con una sonrisa.

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