Melancólica navidad

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Relato creado para participar del primer reto del concurso WOWAwards2019:" El reto consiste en escribir un relato con tema principal la Navidad, el relato puede ser de cualquier género, ya sea histórico, juvenil, horror, etcétera... Desde y aclaro que no debe tener un mínimo o máximo de palabras".

Era navidad y Eduard tuvo que eludirlos a todos.

Los amigos de años, los compañeros del trabajo y su propia familia, todos querían saber a dónde iría esa noche, pero si les decía, ellos no lo entenderían. En realidad, ni él mismo lo hacía.
Aunque eso no importaba, estaba seguro de que ella estaría allí, esperándole tan hermosa como siempre y por ella lo haría todo, cualquier cosa por verla una vez más; por respirar el olor floral que guardaba celosamente su cabello; por mirar la luz que se reflejaba en esos ojos oscuros y que escondían el secreto de la felicidad. Si tenía suerte, quizás podría abrazarla, sentir su cuerpo suave, rozar su piel de durazno.

¡Dios, cuánto la amaba!

Atrás quedó el alboroto de luces multicolores en el cielo, los regalos y los abrazos fraternos, nada le importaba, él iba a donde pertenecía.

Miró la oscuridad que se cernía adelante, no sentía miedo, más bien admiraba aquel paisaje tranquilo y sereno. La grama recortada meticulosamente, las flores por doquier, silenciosos testigos de su visita nocturna.

Su corazón comenzó a latir más rápido, casi no podía esperar para verla, sentía la boca seca y un montón de mariposas aleteando en su interior, pero también el dolor y la tristeza deseaban colarse para participar del encuentro, sin embargo, Eduard no quería que ella lo viera triste, así que, secó un par de lágrimas que furtivas habían escapado y bailaban enredadas en sus pestañas.

Se detuvo junto a un enorme chaguaramo a esperarla como todos los años. Miró al cielo y para su sorpresa se encontró con la luna más hermosa que había visto jamás, plateadas estrellas brillaban a su alrededor como si quisieran engalanarla aún más. Cerró los ojos y aspiró profundamente el olor floral que tanto le encantaba. Ella había llegado.

Lentamente se volvió y no pudo contenerse. Gruesas lágrimas rodaron por sus mejillas al contemplar al ser que más amaba. Su cabello oscuro y reluciente, brillaba tanto como recordaba, la piel canela era besada por el cálido viento y su boca aframbuesada de labios llenos, se curvaba en una pequeña sonrisa.

Eduard se acercó con suavidad, mientras Julia lo miraba con infinito amor para luego levantar su mano y acariciarle tiernamente el rostro. Él se estremeció al sentir el leve contacto en su piel.

Quiso abrazarla, sentirla después de tanto tiempo. Por una vez más probar el sabor de sus labios, beber el amor que se derramaba de su mirada, de sus hermosos ojos negros. Extendió sus brazos para estrecharla, pero Julia al contacto con los brazos añorados, se esfumó en ellos, dejando solo una estela dorada danzando en el viento.

Eduard cayó de rodillas frente a la tumba de la que amaba, aquella que aguardaba cada navidad la visita de su amado para conmemorar su aniversario, mientras las lágrimas enjugaban el mármol blanco.

—¡Siempre en navidad mi amor, hasta que estemos juntos de nuevo, para siempre en el cielo!

Era la promesa, la que siempre repetía cada año, hasta que ya no le quedaran fuerzas a su desgastado corazón. 

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