Relatos de una Karen que no sabe hacer cuentos

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La tragedia del Ángel
Estaba segura de que esto lograría meterme en problemas, pero hay almas que no merecen más estar aquí, no son culpables de sus pecados, y que el señor me perdone por entender que el humano nació para errar. Conocía las consecuencias que todo esto abarcaría, no podría volver si alguien lo notaba, sin importar mi naturaleza humana, no volvería a recorrer la tierra, y no podría volver al limbo donde mantenía mi alma, condenada a provocar el sufrimiento de todos aquello que tenían labores pendientes.
Mi mundo estaba en ruinas, todo se desplomaba sin aviso a mi alrededor, me quedaban pocas esperanzas, aunque lograra salir de esta no existía un plan que estuviera esperando por mí. Todo lo que en un principio consideraba normal se percibía ahora como un montón de privilegios, observé desde lejos como el rumbo de la existencia continuaba mientras de alguna forma me mantenía al margen, no estaba siquiera cerca de alcanzar su rapidez y vi cómo el tiempo desvaneció lo que solía constituir mi cotidianidad, deje ir todo lo que me construía, todas las presencias que habían llegado a custodiarme estaban lejos de mí ahora, no podría volver a encontrarlas y tendría que seguir adelante sin saber qué pasaría con el pasado que tanto había amado.
Mientras el mundo entero colapsaba encontré una presencia, alguien más que parecía sentir lo mismo que yo, no había llegado a mí en busca de algo específico, había notado desde lejos que necesitaba de algo, necesitaba de él, bajo una mezcla de resignación y esperanza creí que quizá podríamos ir a través de esto juntos, mi apoyo sería para él porque lo necesitaba más que cualquiera que haya podido conocer antes, su apoyo estaría para mí cuando lo necesitara, aun cuando en su lucidez sabía que huiría, cuando sabía que más allá de lo mucho que lo necesitaba a él necesitaba escapar de mí misma y del abismo que cree para inmiscuirme.
Después, cuando el bucle de desastre que habíamos formado parecía haberse apaciguado pude verla, era una luz y lucía como un ángel, ¿estaría allí por mi? ¿Lograría salvarme? Para mi desgracia, venía por él, a recuperar lo que desde un principio tuvo que ser suyo, una vez más las decisiones a las que quería llamar destino me demostraban que nunca tendría mi propio paraíso, se me arrebataría sin cesar por haber despojado a una comunidad entera de paz, ni siquiera el amor que comenzábamos a profesar sería suficiente para que ese ángel caído permaneciera junto a mí, el reino que lo había desterrado lo quería de regreso, mientras que el mundo del que me habían desterrado por creer en todos ellos reafirmaba sus razones para nunca más aceptarme, estaré condenada a vivir en la eterna agonía de nunca ser amada y de no poder jamás retornar a casa, que mejora la simpleza de tener que producir daño, todos los mundos permanecerían mejor sin mí, para que aquel ángel que logró salvarme lo hiciera por alguien más, para que las almas que tanto anhelaban su paz pudieran alcanzarla y yo pagara mi deuda.

Notas de un corazón rotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora