Capítulo 11

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Ikki entro de imprevisto a la habitación por lo que la pareja se separó de inmediato.

—Hermano, ¿qué pasa?— la menor se puso de pie y se acercó a su hermano.

—No pasa nada hermanita, tranquila.

—Ikki, ¿que tal? — saludó el ojiazul.

—¡Hola! no esperaba verte aquí, ¿pasó algo?

—Algo así... —  el rubio desvío la mirada hacia la ventana.

—Cariño, cambia esa carita. Ya te dije que todo saldrá bien con tu papá— Hyoga volteó a ver a su chica con una sonrisa.

—¿Tú papá?— Hyoga asiente.

—Si hermano, su padre vino a a buscarlo. Quiere hablar con él.

—Yo pensé que eras huérfano, cómo tu mencionaste hace tiempo atrás.

—¡¡Ikki!!, no digas eso— la azabache reclamó.

—No te preocupes princesa, estoy bien — dijo el rubio en su lugar.

—Lo siento Hyoga, no era mi intención— Ikki lo miro apenado a lo que Hyoga se puso a reír.

—Tu tranquilo.

—Es que me sorprende lo que está pasando... ¿Cómo fue que te encontró?

—No tengo idea de eso pero... ya sabes.

—Oh, esta bien — concluyó Ikki. Shun interrumpió a ambos para proponerle algo al rubio.

—Ven conmigo, esta noche daré mi presentación y quiero que me veas cantar.

—¿D-de verdad? — estaba asombrado.

—Si, quiero que estes presente mi dulce niño, tengo una sorpresa solo para ti.

—C-claro, está bien — la peliverde le tomó de la mano y lo llevó a su habitación. Ikki se limitaba a verlos siendo felices.

—Hay hermanita, jamás en mi vida te habia visto tan pero tan feliz... espero y que Hyoga y tú se terminen casando— el mayor esbozo una sonrisa.


...

Probaba uno que otro vestido con tal de tener la aprobación del rubio quien estaba encantado de ver la exhibición por parte de la azabache.

—Dime, ¿cual vestido crees que se me mira mejor? — ella estaba indecisa pero Hyoga me daba sus ánimos además de destacar que de igual forma se miraría bella ante sus ojos.

—Con cualquier vestido te verás siempre hermosa Shun — comentó. —Aunque... me parece mejor que uses vestidos que no sean tan cortos, digo, no es que me moleste sino que no quiero que uno que otro te empiece a decir cosas malas.

—Tú también te has puesto de acuerdo con mi hermano ¿verdad?— hizo un puchero y se dirigió al rubio el cual estaba sentado en su cama.

—No es por eso, es porque no me gustaría que alguien se atreva a faltarte el respeto.

—¡Ay!, tú no quieres que ninguno se me acerque verdad, no te preocupes. Yo solo tengo ojos para tí — hizo cosquillas en su estómago.

—¡Jajaja! ¡ya basta!

—No, ¡me gusta hacerte sonreír!

—Shun... para... para... jajajaja.

—¡Claro que no mi celosito! — el se quedó extraño al escuchar dicho termino.

—Disculpa mi ignorancia pero, ¿qué es eso?

—Celoso significa que no quieres que nadie se fije en esa persona especial en tu vida, tal como lo estas haciendo conmigo — Hyoga estaba asombrado por saber el contexto.

—Ya veo, pero aun así, no son celos... es solo que yo...

—¿Tú que?

—Yo solo cuido... lo que es mío.

—Hyogui... ¡Eres muy dulce! — veía tiernamente al rubio.

—¡Y tú eres tan linda!— Hyoga la tomó de la mejilla y le planta un beso. —¡Te quiero!

—¡Y yo a ti Hyoga!

La peliverde lo beso en la boca, a lo que este le correspondió y la abrazo por sus caderas, entre caricias terminaron en la cama. Hyoga acariciaba sus verdes cabellos mientras seguían con el beso.

Shun iba despojando su camisa, luego pasó su mano por el cinturón cosa que hizo que el rubio reaccionara y la detuviera. Ella se sorprendió por lo que había hecho y se quito de encima de él, mostraba inseguridad ante lo que iba a pasar, ella lo miraba muy confusa por su acción.

—¿Qué pasa? ¿por qué me detienes? — lo veía con preocupación.

—No pasa nada... es solo que... no quiero aprovecharme de ti — las palabras sinceras del rubio conmovieron a la azabache.

—Pero Hyoga, tú no estás aprovechando de mi, yo solo quiero demostrarte lo mucho que me importas.

—Lo sé pero... aún no es el momento para esas cosas — se levantó y abrazo a la peliverde. —Te amo y te deseo pero... quiero que hagamos las cosas despacio, ¿me entiendes?

—Claro que sí. Lo entiendo perfectamente.

—Yo nunca te obligaré a hacer algo qué tú no quieras, soy tu novio y debo mostrarte respeto como tal— la peliverde lo miró y sonrió.

—De acuerdo.

—No te preocupes... cuando sea el momento, ya veremos — él le guiñó el ojo.

—Eres tan caballeroso conmigo, me encantas.

—Tú también me encantas.

—Bien, pero no creas que iras vestido de esa manera. ¡Iremos al centro comercial! — ella propuso pero Hyoga no estaba del todo de acuerdo.

—No será necesario Shunny, estoy bien así.

—¡Vamos!, la pasaremos muy bien tu y yo.

—Pero...

—Pero nada, vendrás conmigo y punto— le pone un dedo en su boca. —Y más te vale que aceptes.

—Shun... mira como estoy. ¿Qué dirá la gente de mí? No quiero que te digan cosas que puedan herirte... — el rubio agachó la cabeza.

—Hyoga, a mi no me importa lo que la demás gente diga, eres mi novio y eso nadie me lo hará cambiar. Ya te lo dije, tú me importas mucho qué cualquier otra cosa— ella mostraba seguridad de si, provocando un sonrojo por parte del rubio.

—Esta bien, me has convencido por esa dulce y tierna carita que pones.

—Pero amas esta hermosa carita

—Y demasiado... no sabes lo feliz que soy.

—¡Qué esperamos! vamos a dar un paseo, prometo comprarte tu helado favorito.

—Esta bien... — extiende su mano a la azabache. —¿Me permite su mano, mi lady?

—Será un placer, mi buen caballero.


...

—Es increíble su historia señor Camus, ojalá y Hyoga acepte hablar con usted— Seiya se levantó del suelo.

—Eso espero muchacho

—Entonces... si Hyoga decide aceptar la plática ¿qué va a pasar con él?— ahora era Shiryu el qué pregunto.

—Quiero que se vaya a vivir conmigo a Rusia 

—¿Rusia?— los tres hablaron al mismo tiempo, Jacob estaba muy preocupado.

—¿Piensa llevarse a mi hermanito lejos de aquí?

—Solo serán 2 años nada más — le respondió el pelo turquesa.

—Pero... a Hyoga no le gustará esa noticia — mencionó Seiya.

—Y mucho menos a su novia — dijo Shiryu, esto último llamo mucho la atención del mayor.

—¿Qué dicen? ¿mi hijo tiene novia?

¡Bailemos! (Resubido)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora