Otro emocionante día

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9:04 a.m.

La alarma sonaba una y otra y otra y otra vez, estuvo sonando unos 4 o 5 minutos, hasta que un niño, mas bien un chico, se podría decir que era un adolescente pero no mas que eso salio de la cama, vistiendo un pijama de rallas azules y blancas. Su cabello despeinado y alocado como todas las mañanas, ese castaño reluciente que se veía algo rubio por el hermoso sol de una mañana cálida en los famosos Estados Unidos. Sus ojos cafés que parecían mieles, su nariz pequeña y congestionada, su boca siempre de un color rosa o rojo intenso, lamentablemente esa boca no se movía muy seguido, sus hombros y esa espalda que gracias a la pubertad y la natación estaban mas arqueados que nunca, su abdomen que no estaba nada desarrollado todavía, esa cintura ancha y preciosa, sus piernas bastantes altas y con bellos en ellas y por ultimo sus pies, suaves y delicados, sus largos dedos que parecían fideos enterrados en esa piel. 

Si.

El es Daniel Pitt, un joven de tan solo 16 años, criado por su madre Taylor Loy  y su padre Matthew Pitt, dos personas con casi el mismo carácter. Su pequeña familia o algo por el estilo, estaba conformada por tan solo 3 personas, sin hermanos, ni tíos, ni abuelos, ni bis abuelos, ni primos, nada. Solo su querida abuela, la abuela Rossalie, algo similar a un caramelo de miel, ella es dulce como pocas personas, con su personalidad de hierro diciendole a Daniel que se guíe por lo que ama y que no importan los demás. 

Su madre que se la pasaba regañandolo, por su comportamiento sus "malas notas" aquellas "malas notas" no eran nada mas ni nada menos que un 9 o 9.50. Toda su vida, Daniel, tuvo un promedio de 10 y eso lo hacia el alumno ejemplar, lo que también lo hacia el nerd, el aburrido y esos apodos de la juventud. Por desgracia se la pasaba estudiando las cosas que ya sabía una y otra y otra y otra vez, ya que su madre, si no, no lo dejaba ir a jugar, ¿pero con quien? Ese era el problema, Daniel no tenia amigos y se sentía solo en el mundo, por lo menos en su mundo.

Las 24 horas del día la madre de Daniel estaba pendiente de el, por cada movimiento, cada pisada, cada respiro, su madre lo analizaba, a el nunca lo molesto, ya que no era maduro, pero en estos últimos meses se sentía acorralado por su madre. Ella era quien no dejaba a Daniel tener amigos, aunque el no lo supiera, o no lo quisiera ver, su madre, si solo su madre hacia que Daniel se pase el día solo, sin personas que lo rodearan, si, nadie. Solo. Daniel ya casi ni hablaba por miedo a no decir lo correcto, por miedo, no sabia bien a que, pero tenia miedo.

  -¿Te levantaste cariño?- pregunto su madre mientras que el hacia su cama.

El asintió con la cabeza y su madre se lo quedo mirando.

Odiaba cuando le preguntaban si se había levantado ya viéndolo parado, el nunca en su vida había sido sonámbulo, ¿qué no ves que estoy despierto? pensaba. El siempre pensaba pero... nunca decía.

-No estudiaste lo suficiente para la prueba de geografía.- afirmo Taylor.

Le habían avisado hace unos días que tendría una prueba de geografía y si había estudiado, se sabia el mapa de memoria, el continente americano, algo típico, se lo sabia por orden alfabético, al revez, sin el mapa, con el mapa, mentalmente, de todas formas, pero para su madre nunca era suficiente.

-Si lo hice...- dijo Daniel súper bajo.

Pero su madre logro escucharlo.

-No, no lo hiciste, así que por eso no desayunaras y tendrás que estudiar en el viaje a la escuela y en el recreo, recuerda que estaré allí por una reunión con la directora, te estaré viendo, viendo como estudias.- dijo su madre, el parecía súper cansado. Con esas ojeras que se le notaban por todos lados, la piel debajo de los ojos estaba prácticamente violeta o negra, el estaba muy cansado de todo esto, esos ojos entre cafés y mieles caídos y casi cerrados.

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