“La mala del grupo”
- Lo mismo digo – respondí ante el “Te he extrañado de Dereck”, no por cuenta propia, sino porque el Sr. Moon me fulminaba con la mirada, indicándome que si no me comportaba, esto tendría consecuencias.
- Luces estupenda, Elaine – dijo Dereck, sonriendo a las cámaras y dándome mi propio álbum para que lo firmara. Tomé asiento tras el mesón nuevamente y agarré el marcador con el que hacía los autógrafos. – ¿Puedes ponerle una dedicatoria?
- Seguro – respondí ante las miradas de los fanáticos, puestas cuidadosamente en lo que estaba a punto de escribir. Me mordí el labio mientras mi mano temblaba sobre el marcador negro, haciendo una firma algo extraña. – ¿Qué quieres que diga?
- Lo que nazca de tu corazón – guiñó un ojo mientras varias fanáticas soltaban un suspiro de admiración ante su frase.
- Fabuloso – reí demasiado fingidamente como para parecer si quiera feliz. – “Querido amigo Dereck: me alegra que te gustaran mis canciones, gracias por tu apoyo y por el voto de fe. Te quiere, tu amiga, Elaine” – Concluí con un enorme punto final. Él me miro extrañado y tomó el álbum entre sus manos, lo admiró unos segundos y posó para la cámara con una sonrisa.
- Gracias Elaine – guiñó un ojo antes de retirarse por entre la multitud enardecida que intentaba tocarlo.
Cuando continuó la firma, noté que estaba temblando. ¿Por qué temblaba? A penas ponía atención a los cariñosos saludos de los fans, porque estaba muy distraída pensando en las intenciones de Dereck. ¡BIPOLAR! No me hablaba en meses y lo primero que decía es: Cuanto te he extrañado.
—o—
- ¡Por fin! – salté del sofá cuando Nicholas atravesó el umbral de la puerta de nuestro departamento. Doris estaba en el centro haciendo compras y eran cerca de las ocho de la noche. Me colgué al cuello de Nicholas en un abrazo y él dejó caer su mochila para devolvérmelo. Respiré su exquisito aroma. Una mezcla de lluvia y desodorante.
- Al parecer me extrañas…
Lo interrumpí con un caluroso beso, obligándolo a retroceder. Sentí un hormigueo agradable en el estómago, una sensación de dicha… completa felicidad.
- Oh, Elaine – me alejó de él con una sonrisa divertida. – Todavía no atravieso la sala y te lanzas sobre mí. ¿Pasa algo?
- ¿Por qué debería pasar algo? – lo ayudé a quitarse el abrigo medio-empapado que traía y lo seguí hasta la cocina.
- No sé. ¿Debería saber si pasa algo? – alzó una ceja mientras abría la nevera en busca de comida. Yo me senté sobre el aparador, mis piernas no alcanzaban el suelo.
- Estuve pensando – me tembló la voz. – ¿No sería lindo tener un bebé?
- Un bebé – repitió extrañado. Yo asentí con una sonrisa, algo me decía que un bebé nos vendría bien, nos uniría más, y me haría compañía. Él apoyó ambas manos junto a mis caderas y me miró fijamente. – ¿No crees que somos muy jóvenes?
- ¿No quieres un bebé?
- Sí – se encogió de hombros. – Pero no ahora. Creo que somos muy jóvenes, no sabemos ni cuidarnos nosotros mismos. – soltó una risa adorable y yo acaricié la línea de su mandíbula.
- ¿Cómo Kathleen y Jack pueden? – hice una mueca.
- Lo de ellos fue diferente – rodó los ojos. – Sé que aman a Cleery, yo también la adoro. Pero fue un embarazo no deseado, tu hermana sufrió, Jack sufrió, incluso tú sufriste. Además está tu carrera, estás comenzando con esto y te tomará un año volver al espectáculo, un año donde pueden pasar muchas cosas, y están mis estudios.
- Tienes razón – agaché la cabeza y él besó la comisura de mi boca, haciéndome sonreír. – Fue tonto, olvídalo.
- ¿Tonto? – soltó una carcajada. – Es lindo que lo pienses. Me gusta la idea, pero más adelante. Estaríamos más relajados, y más estables. ¿Sí?
- Sí – asentí y besé la punta de su nariz. – Te amo.
- Yo te amo más.
Dos días más tarde, luego de exhaustivos ensayos para la gira, estábamos Doris, Nick y yo en un avión camino a Hollywood, California. Había tanto que hacer que no sabía si podría con todo. Tenía cuatro días para pasar ahí, y luego tendría que literalmente volar a Londres para iniciar la gira Crazy Life. En cierta manera, me identificaba mucho con el nombre de mi álbum. Mi vida era demasiado loca.
- ¡Kath! – abracé a mi hermana con fuerza, mientras que Doris tomaba a Cleery, la enorme nena que ya caminaba muy bien sola, entre sus brazos. – Te he extrañado tanto.
- Igual yo – dijo ella. Su cabello estaba más largo, y claro. Se veía preciosa. Y ahí estaba Cleery, una nena de más de un año muy bonita, sonrió cuando la abracé, su cabello llegaba sus hombros, era de un castaño claro brillante y liso. Jack estaba con gafas de sol, y en cuanto apareció los reporteros le siguieron y nos fotografiaron a todos dentro del aeropuerto. Al estar Jack y yo en la industria, nuestras familias eran bastante perseguidas por la prensa, pero al parecer todos lo disfrutaban.
- Cleers, estás enorme – tomé a mí sobrina entre mis brazos y le planté un beso en la mejilla.
- Te ayudo con eso. – Jack tomó las maletas de Doris mientras que Kath la agarraba del brazo para adelantarse. Nicholas caminó a mi lado mientras nos abríamos paso entre los salvajes fotógrafos.
La despedida de solteras de Kathleen fue realmente divertida. En especial porque ella no reparó en gastos al organizarla, simplemente pagó por noche de chicas en el casino Weyx, y habían cientos de mujeres atendidas por hombres sin camisa muy guapos. Logré mantener a Kelly y a Doris bien alejadas para así poder disfrutar mejor de la noche; y resultó bastante bien.
Al día siguiente, Brenda, Doris, Kelly, Kahtleen y yo tuvimos que correr de un lado a otro por los últimos detalles de la boda. El banquete, las decoraciones, los vestidos de damas de honor y otra infinidad de cosas que nos faltaban.
- Mierda – gruñó Brenda mientras el modista revisaba su vestido, de un hermoso color granate. – ¿Lo rompí? – preguntó mirándose la cremallera bajo el brazo.
- ¡Oh Brenda no rompas el vestido! – gruñó Kathleen al borde de la desesperación. Estábamos las cinco en la casa de moda del modista y estábamos viendo los detalles de los vestidos.
- ¿Has subido de peso? – preguntó el modista, un hombre alto delgado y con una expresión de constante odio en el rostro. Brenda se puso roja como un tomate.
- La tela ha encogido – dijo por lo bajo.
- Esta tela no encoge – replicó él. Doris ahogó una risita y Kathleen se dejó caer en uno de los sofás del salón.
- ¿Necesitas algo? – le pregunté. Ella asintió mientras se hacía una cola de caballo en el pelo.
- Agua, bien helada.
- De acuerdo. Kelly, acompáñame – la jalé del brazo fuera de ahí. Teníamos una seria conversación pendiente y no se me escaparía. Salimos a un pasillo que nos llevaba hasta las escaleras y luego a la calle en pleno centro de Hollywood. Kelly se tapó los ojos cuando el sol del mediodía nos bañó a ambas, cruzamos la calle para comprar botellas de agua y varios fotógrafos nos siguieron. – ¿Cómo has estado Kelly? – le lancé una mirada divertida para que se relajada en cuanto entramos a la tienda y me acerqué a la congeladora.
- Cansada – resopló cogiendo agua mineral de limón. – Juilliard no es lo mismo sin ti, y las clases comienzan a ponerse pesadas. ¿Cómo va lo del álbum?
- Rompió record de ventas – me encogí de hombros, restándole importancia. – El primer vídeo clip lo grabaré durante la gira así que estaré súper agotada también. Pero intento ser optimista. Cogí un par de botellas más y me acerqué a la caja. – Dame yo pago. – le quité su botella de las manos y pagué por ellas. Kelly me lanzó una mirada que claramente decía: “¿Qué tramas?” pero mantuve la sonrisa relajada. – Supe que estás saliendo con Brent.
- ¿Quién te lo dijo? – se sonrojó un poco.
- Debiste decírmelo tú pero… pues me enteré por ahí. ¿Cómo van las cosas?
- Es un buen chico, es gracioso, y relajado. – se encogió de hombros. – Me gusta.
- ¿Te gusta-gusta o tan solo te gusta? – salimos de la tienda dispuestas a cruzar la calle.
- ¿Cómo defines “gusta-gusta”? – rió.
- Pues… ¿Va enserio?
- No sé aún. Hemos salido un par de veces.
- Genial – suspiré en cuanto volvimos al edificio.
- ¿No deberías estarme odiando? – preguntó deteniéndose ante las escaleras con una mirada de: “Sé honesta conmigo”
- No te odio, Kelly. ¿Por qué lo…?
- Porque sé que Doris me odia, y es tu mejor amiga. ¿No es parte del código de chicas?
- ¿Hay un código de chicas? – ladeé la cabeza y reí. – Porque no me había enterado hasta ahora.
- Brent solo quiere poner celosa a Doris – soltó con cierta exasperación. La miré ceñuda. ¡Esto era un giro de trescientos sesenta grados!
- ¿Cómo lo sabes?
- Es demasiado obvio – rodó los ojos con una sonrisa. – Pero es guapo y sabes cómo soy, me gustan las aventuras. No hay nada de sentimientos.
- Eres una perra – reí tomándola del brazo para subir las escaleras. – Entonces Brent sigue queriendo a Doris y solo quiere que esté celosa. Entiendo. Lo mataré luego.
- No le digas a Doris, me gusta ser la mala del grupo, me siento importante – se encogió de hombros antes de abrir las puertas del salón.
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Sí, para siempre || 4ta temporada
Teen FictionLa vida de Elaine Tolley. Este es el segundo borrador.