Una ruptura

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N/A: Las edades de los personajes no son las que tienen en la serie, así como la diferencia entre ellas. Como han sido amigos desde pequeños, todos tendrán más o menos la misma edad, quizá con dos o tres años de diferencia, pero nada más u v u

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La ruputura de Keith y Shiro fue muy dura para ambos. Eran los primeros amores de ambos y se conocían desde la infancia, pero si fue más duro para alguno, ese fue Keith.

El menor de los dos siempre había sentido algo por Shiro. Al principio, admiración. Desde que eran niños, Shiro era más alto y maduro, de alguna forma. Para Keith siempre fue un modelo a seguir, y esa admiración poco a poco se convirtió en algo más. Le gustaba, y mucho, y aunque siempre hacían bromas con "no podía esperar más para verte otra vez" y demás, a Keith ese tipo de comentarios empezaban a hacerle sentir cosquillas y nervios. Se pasó toda su pubertad enamorado de Shiro, y no fue hasta que cumplió dieciocho que se le declaró.

En ese entonces, Takashi iba en camino de los veintiún años y, para sorpresa del más pequeño, era correspondido.

Es cierto que su relación fue bastante fugaz ya que la familia de Shiro tuvo que mudarse antes de que éste cumpliese los veintidós, así que realmente como pareja no llegaron al año. Pero fue intenso. Era la primera vez de ambos en tener pareja -aunque Shiro ya había sentido interés amoroso hacia otras personas- y, como siempre fueron mejores amigos, no les resultó difícil entenderse y funcionar bien. Disfrutaban de su compañía, podían pasarse horas el uno junto al otro en silencio, mirando cómo el otro leía o hacía cualquier tarea de la universidad. Salían a cafeterías, a dar paseos, se escuchaban y se contaban todo cuanto les ocurría en su día a día. Era una relación muy cálida y cómoda, a pesar de no tener experiencia ninguno de los dos la relación era bastante madura para la edad que ambos tenían.


Pero todo tiene un fin, y por mucho que trataron de cuidar la relación a pesar de los kilómetros de por medio, era muy complicado ahorrar el dinero para pagarse el tren y visitarse. Además de eso, los horarios de universidad eran cada vez más difíciles de complementar: Keith tenía turno de tarde y Shiro de mañana. Sólo podían hablar en los descansos de almuerzo o por la noche, eso hasta que Keith encontró su primer trabajo para ayudar a su madre con el dinero. Cada vez tenían menos tiempo para hablar y, a pesar de lo mucho que se querían, tuvieron que tomar la decisión correcta: seguir como amigos.

Aunque eso no suele salir bien, ¿no?


Shiro desde pequeño había ayudado a Keith a hacer amigos. Sin él, no habría sido jamás cercano de Lance, Pidge, Allura o Hunk. Y cuando terminaron, ellos estuvieron ahí para él. Fueron muy importantes para hacerle pasar la mala temporada, aunque se preocupaba por Shiro: él estaba solo en otra ciudad.

Es verdad que el tiempo curó la herida y ahora era raro que pensaran el uno en el otro. Keith tenía veintisiete años y centrado en su sorprendente carrera de modelo, la cual nadie se esperaba que fuera a funcionar, ni siquiera él mismo, ya que tampoco había sido su pasión nunca, pero vio que servía para ello y abandonó su infantil sueño de ser músico para dedicarse a modelar en fotografía. Takashi, por su parte, terminó los estudios y continuó formándose. Al principio, quería ser profesor con niños pequeños, pero finalmente se interesó más por las materias impartidas en la universidad y su sueño, ahora que tenía treinta años, se convirtió en ser profesor de literatura. Uno que no aburriese a la clase y que mantuviese la atención de los alumnos en esa asignatura que tanto le enamoró cuando era universitario.

A pesar de no guardarse rencor, las vidas de ambos continuaron hacia delante y olvidaron ese romance fugaz. Tenían sus amistades actuales y no pensaban en esos años que estuvieron siendo prácticamente inseparables.

Shiro, además, encontró a Adam. Se refugió en él y tras conocerlo, acabó saliendo con aquél. Y si bien en la actualidad la relación no era perfecta, Adam había estado siempre ahí para Shiro y se hacían felices. Llevaban unos seis años juntos y prácticamente se veían así para el resto de sus vidas.

Keith, sin embargo, jamás pudo volver a entablar algo serio con nadie. Sí tenía encuentros con algunos chicos, sobre todo cuando salía de fiesta, pero su interés por ellos no duraba más de dos semanas. Se aburría y prefería estar solo, en ese sentido. Seguía siendo buen amigo de su grupo de la infancia, claro está, pero en el sentido romántico, sentía que jamás podría volver a encariñarse de alguien. Y estaba bien, no le atormentaba la idea. Prefería tener amigos y conocidos con los que acostarse de vez en cuando antes que algo estable.

La vida de los dos amantes fue muy diferente desde que decidieron no seguir juntos. Y ambos sentían que así es como debía ser, pues ya hacía muchos, muchos años que dejaron de preguntarse cómo habría sido la vida si hubiesen seguido juntos. O al menos, qué ocurriría si volviesen a hablar.

Al principio era doloroso no saber el uno del otro, era duro saber que te estás perdiendo la vida de tu mejor amigo, pero con los años ese sentimiento fue desvaneciéndose, como sucede en muchas buenas amistades que, por azares del destino, toman caminos diferentes.

Pasaron de hablar todos los días a ni siquiera pensarse en años.

『 bittersweet  』 sheith, lemonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora