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La rutina de pasar el día juntos se había vuelto monótona, que en vez de ir a las clases de cocina de su mejor amigo pelirrojo, preferían encerrarse en el armario del conserje a besarse y después dirigirse a lo de Butters a hacer quien sabe quien.

Ciertamente estos niños andaban en algo, pero lo negaban a más no poder, sus actitudes cuando estaban uno con el otro, daban a entender de que eran una bonita pareja predestinada. También una marca en su cuello dando a entender muchas cosas, después de que prácticamente en la escuela hablaban de Butters y de el, comenzó a utilizar un collar que cubría mayormente la piel de su delgado cuello.

Los rumores-la mayoría- resultaban ser ciertos y este no iba a ser la excepción, Butters era muy posesivo y extremadamente cariñoso con su omega, al punto de gruñirle a cualquier alfa que se acercase, aunque el mayor siempre solía ronronearle, pero esto era únicamente para Kenny.

¿Pudiste haber sido mas suave sabes?—Le reclamó abultando los labios, mientras lo observaba con mala cara. —Aunque me gusto..

Su sonrisa apareció en sus labios, marcando un hoyuelo en su lado izquierdo.

¡Fui lo mas suave posible!—Le exclamó.— Si se trata de ti, pierdo todo el control de mi.

¿Viste la pancita de Kyle? ¡Esta creciendo!—Evadió a las palabras del ojigris.

Al parecer Kyle esta en la dulce espera, algo que nadie creería, Stan al enterarse de esto se apegó al pequeño, aunque se sentía culpable de haberlo marcado antes de tiempo.

—Stan esta muerto por ese bebé que esperan—Dio media sonrisa. —¡Esos seremos nosotros algún día!

Nunca se supo de lo que realmente fueron Butters y Kenny, lo único que se notaba a leguas era que se amaban mucho, eran muy demostrativos y dulces uno con el otro.

Kenneth entendió que Butters a pesar de ser tan tierno y poseer esa falsa inocencia lo hacían un alfa.

𝐚𝐥𝐩𝐡𝐚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora