𝑑𝑜𝑐𝑒

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—Mi madre va a matarme —dice un ojiazul detrás del volante—. Mierda, mierda, mierda.

Una risa estampa en sus oídos y el olor a tabaco vuelve a sus fosas nasales, el olor que ya se está volviendo tan familiar para él.

—Relájate, ¿quieres? —dice una voz grave—. Tu madre no va a malditamente enterarse.

Louis frunce su ceño, agobiado.

—¿Y si sí? —pregunta con temor—. ¡Ellos les dicen todo! ¿Y si lo sabe justo ahora y está esperándome con mi sentencia de muerte en la puerta? —resopla—. Mierda mil veces, soy un estúpido.

Harry le ve divertido.

El pequeño echa su cabeza hacia atrás y continúa lamentando sus decisiones mientras que el rizado fuma su quinto cigarrillo del día sentado justo en el asiento del copiloto, calmado.

¿Por qué el coqueto tiene que ser tan estúpidamente dramático?

Suelta una risa.

No lo sabe, quizá después se de a la tarea de descubrirlo. Mientras tanto, su estómago espera recibir la hamburguesa con queso que le han prometido.

—Pitufina, deja de lloriquear. —Expulsa humo hacia la ventanilla—. Si ya estás siendo malo, sé un buen chico malo.

—¿Qué? —pregunta frustrado.

Harry rueda sus ojos.

—El autobús se fue hace treinta minutos. Lo vimos partir y tú no quisiste correr detrás de él, tú quisiste venir detrás de mí. —Sonríe altanero—. Por más estúpido que parezca, fue la decisión que tomaste. —Encoge sus hombros—. Si hubieses querido, hubieras dado media vuelta y regresado, pero no, no lo hiciste. —Ríe bajito—. Estás en tu puto auto con el chico de tus putos sueños húmedos, el cual por cierto, desea una puta hamburguesa. Así que, tienes dos putas opciones.

Louis le mira en silencio y el rizado gira su rostro para encarar al pequeño

—Número uno: puedes llorar y lamentarte como pendejo y ser un total fracasado de mierda que no asume las consecuencias de sus actos. —Da una calada a su cigarrillo—. O número dos: mandar todo a la mierda, dejar de sentirte culpable y pasar un buen rato con el chico de tus sueños que, por alguna extraña razón, está dispuesto a ser amable y compartir una hamburguesa contigo.

Humo sale por la ventanilla y Harry bota también la colilla del cigarro.

Y Louis, bueno, él se encuentra algo pasmado.

¿Por qué de pronto el rizado le parece tan sabio?

No lo sabe, en este punto de la situación ya nada le interesa.

Lo único de lo que Louis es consciente es de que dejó ir un autobús que le aseguraba la aprobación de una materia.

¿Y todo por...?

Ah, sí.

Por Harry jodido Styles.

¿Vale la pena?

Probablemente no, pero, como dijo el patán... ya está ahí.

Así que, después de soltar el suspiro más pesado del mundo, introduce sus llaves en el switch y enciende el motor, resignado.

—¿McDonald's está bien?

Harry chasquea la lengua de inmediato.

—Joder, no —responde y peina un par de rizos rebeldes—. Vamos a Carl's Jr, esas son del tamaño de mi pene y creo que están tan buenas como él. —Guiña el ojo.

𝑺𝒕𝒓𝒂𝒘𝒃𝒆𝒓𝒓𝒊𝒆𝒔 𝒂𝒏𝒅 𝑪𝒊𝒈𝒂𝒓𝒆𝒕𝒕𝒆𝒔.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora