Three

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Cuando mi teléfono sonó me levanté precipitadamente del sofá y dejé caer el libro al suelo

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Cuando mi teléfono sonó me levanté precipitadamente del sofá y dejé caer el libro al suelo. Al fin Rose se encontraba en el aeropuerto de Misuri, ciudad en la que los chicos y yo nos encontrábamos tras terminar el último tour de Mechanical Animals. Estaba emocionado y con ganas de verla después de varios días solo en aquel pequeño apartamento del que no tardaría en irme.

Twiggy me recogió con su coche, el cual no se encontraba en muy buen estado, y me llevó hasta el aeropuerto. Tardamos una hora que se hizo eterna y en la que tarareamos clásicos de Led Zeppelin que sonaban en la radio.

Una vez de vuelta al apartamento, Rose dejó sus pesadas maletas encima de la cama. Tenía una expresión de frustración en su rostro y miraba el frío suelo mientras se deshacía de sus tacones altos tirándolo a un rincón de la habitación.

—Creo que empiezo a odiar los tacones —dice —.Grabar Jawbreaker en botines hubiera sido mucho mas cómodo.

—A veces Jeordie usa tacones —digo sentándome a su lado.

—Entonces debe comprenderme —exclama sonriendo. Luego me da un beso en los labios y se recuesta hacia atrás —.Admiro como llevas plataformas a diario y no se te hacen polvo los pies.

—Por cierto, me han llamado para volver a Los Ángeles y hacer una entrevista para la CNN.

—Mierda, ¿me vas a hacer volver allí? —Rose se tapa la cara con los ojos.

—Será ir y venir de nuevo, no tardaremos —insistí.

—Esta bien, pero pienso quedarme en la zona de catering.

—Parece que no te han dado mucho de comer allí.

—El jodido precio de la fama, Brian.

—¿Salimos a comer? —propuse.

—Si, pero, déjame ponerme otra cosa —dice mirándose en el espejo de cuerpo completo que había en una pequeña esquina. Yo le miré mientras estaba tumbado en la cama acariciando la cabeza de Lily-White. Rose rebuscó entre la ropa que había dentro del armario y sacó un suéter de color rojo y unos pantalones vaqueros que se pondría con un par de botines blancos.
Salimos del apartamento tras dejarle comida a Lily sobre un cuenco de color negro. La calle estaba bastante solitaria y eso nos agradaba a ambos. Rose agarró mi mano con delicadeza y entrelazó sus dedos con los míos haciendo soltar una pequeña sonrisa. Esta vez iba con una camiseta de mangas largas y pantalones básicos algo ajustado, y eso nos hacía ver algo mas comunes entre las personas con las que nos cruzábamos (excepto por mi aún pelo rojizo).

—¿Te ha ido todo bien en Los Ángeles? —le pregunté haciendo que desviase sus ojos color miel hacia mi.

—Si, bueno. Ya sabes, me hubiera gustado acabar. Pero también me alegra haberme podido quitar aquel vestido rosa tan feo que me obligaron a ponerme —dijo enarcando las cejas —Aunque he vuelto a ver a Donatella.

—¿Versace? —pregunté frunciendo el ceño. Rose asintió —Si esa mujer sigue poniéndose tanto botox terminará pareciéndose a Courtney Love —vacilé.

—Oh, vamos, Courtney es guapa —dijo Rose dándome un leve golpe con la cadera.

—¿Tu la has visto sin maquillaje?

—Estoy escuchando sus pasos desde Alaska para venir a darte una bofetada por lo que acabas de decir —bromea Rose.

—¿Cómo sabes que está en Alaska? —pregunté con curiosidad.

—Hay personas algo extrañas en Los Ángeles. Entre ellas una de las modelos que parece haberse memorizado toda la vida de Courtney.

—Quizá sea una de esas fans locas que odian a Courtney por matar a Cobain —dije.

Seguimos caminando hasta dar con un restaurante llamado Q39 y decidimos entrar por las puertas de madera acristaladas que daban al interior. El establecimiento era bastante grande, con mesas de madera dispuestas de manera ordenada, y el olor a barbacoa hacía que los ojos de Rose brillasen. Estaba realmente hambrienta.
La pelinegra se acercó a la barra en la que un hombre de pelo cobrizo le atendió enseguida. Este último dejó una cerveza encima de la barra que le habia pedido anteriormente un hombre de pelo grasiento y manos sudorosas.

—¿Qué te pongo, guapa? —le dijo el cobrizo al acercarse. Yo le miré apretando los labios haciendo que este frunciese el ceño.

—¿Qué quieres tu? —me pregunta Rose dirigiendo su mirada hacia mi con una leve sonrisa.

—Una Coca-Cola —respondo apoyando los brazos sobre la barra, entrelazando las manos.

—Una Coca-Cola y una cerveza, por favor —le pide Rose al camarero, que nos miraba alternativamente a ambos, confuso. Este vuelve a echarme una última mirada al ponernos ambas bebidas sobre la mesa en la que Rose y yo nos habíamos sentado.

—¿Hay algún problema? —le pregunto al chico de pelo cobrizo antes de que se alejara de la mesa. Estaba empezando a molestarme aquellas miradas de mas y la forma en la que se había quedado mirando a Rose desde el interior de la barra al sentarnos.

—¿Eh? No, no —dice.

—Brian, por favor —me interrumpe Rose poniendome la mano sobre la mia, que habia apoyado sobre la mesa. Yo me callo y dejo que el chico se vaya. Luego, Rose me tiende una carta para que le eche un vistazo al menú del restaurante.
Una vez terminada la comida, Rose y yo salimos del restaurante tras dejar algo de propina en el pequeño plato en el que nos trajeron la cuenta.

—¿Volvemos a casa? Me apetece dormir un poco —me dice Rose mientras agarraba mi mano. El cielo estaba despejado y el arbol bajo en el estabamos nos tapaba el sol.

—Esta bien —le digo dandole un pequeño beso en la mejilla. —¿Has dormido algo en el avión?

—Nada de nada, había un niño pequeño que no paraba de darme patadas en el respaldo del asiento —responde molesta.

Llegamos al apartamento y Rose se fue directamente a la habitación. Yo recojo el libro de Dr. Seuss que se me había caído anteriormente.
Pasaron las horas y me desperté, Rose estaba a mi lado, aún dormida. Me quedé mirándole unos instantes. Uno de los mechones de su pelo le cubría un lunar que tenia en la mejilla. Yo le di un beso en la frente y me levanté de la cama con cuidado.
Miré a mi alrededor, buscando a Lily. El pequeño animal estaba tumbado al lado de la puerta del baño, con los ojos cerrados. Me agaché a su lado y acaricié su cabeza. El gato ronroneó y frotó su cabeza contra mi mano. Luego me dirigí a la cocina para sacar una cerveza de la cocina. Dejé la botella encima de ma mesa del salón y me senté en el sofa sin encender la televisión, no habría nada interesante y lo mas probable es que terminase apagándola.
Me puse a pensar mientras tenía la vista clavada en la cerveza. A viajar mentalmente en unos dias más atrás, tratando de recordar algo que aquellos dos días en los que las luces de colores me cegaban y el ácido me hacía ver cosas que a saber si eran reales o no. Pero, no pude. La cabeza empezó a dolerme y decidí dedircame a otra cosa.
Me levanté del sofá y abrí un cajón en el que guardaba las acuarelas que Rose me había regalado, y con las que había pintado el retrato de Lily, al igual que otros más. Pero, al dar unos cuantos pasos hacia la habitación, en la que había dejado el caballete y mi último cuadro acabado, mi teléfono emitió un pequeño zumbido que escuché debido a que no había mas que silencio envolbiendo el apartamento.

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