Four

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Me acerqué al teléfono deseando que Rose no se hubiese despertado. Lo agarré y me acerqué a comprobar que la chica, efectivamente, aún dormía.
El del mensaje era Jordie, diciendo que en pocos minutos se marcharía de Misuri. Yo no respondí, volví a dejar el teléfono en la mesa. Luego entrecerré los ojos buscando en mi desordenada cabeza alguna idea buena para poder plasmar en aquel polvoriento lienzo totalmente blanco.

Pasaron las semanas, una tras otra. Rose y yo habíamos vuelto a casa, muy lejos de Misuri. A penas hablaba con los chicos de mi banda desde hace unos días, decidimos tomarnos unas largas y merecidas vacaciones antes de mudarnos por unos días a la gran mansión de Erik Weisz, Houdini. Creíamos que sería entretenido que aquel fuese nuestro escenario de grabación. Claro, que, aún teníamos que aclarar cuales iban a ser las canciones que meteríamos en el nuevo disco. Yo, por mi parte, ya tenía algunas ideas, ideas absurdas y ridículas que desecharía en la basura en muy poco tiempo.

Mañana debería coger un avión de vuelta a Los Ángeles para la esperada entrevista con la CNN, y me alegraba que Rose pudiese acompañarme.
Esta última estaba sentada, con las piernas cruzadas y un café entre sus manos. Su mirada estaba perdida tras el paisaje frío y muerto que la entrada del otoño había dejado.
Yo, estaba en mi habitación, con una cerveza a un lado del suelo en el que estaba sentado, y una bola de papel en la mano que hace unos segundos acaba de arrugar (y que segundos después golpearía con la pared). Mi cabeza estaba llena de ideas, demasiadas, todas horribles. Trataba de que la cerveza me ayudase un poco, y lo hizo hasta cierto punto. Siempre pensaba mejor con un poco de alcohol. Un poco.
Decidí parar e intentar relajarme. Así que me levanté y jugué un rato con Lily-White y un juguete de plástico que Ginger se había encontrado antes de irnos de Misuri en una tienda de animales (o eso dijo). La verdad es que, ahora que lo pensaba detenidamente, lavarlo fue una buena opción. A saber de donde lo habría sacado.

-Tienes (1) mensaje(s) nuevo(s)- 11:30 a.m.

Mi teléfono sonó, esta vez no era Twiggy, si no John, aquel chico moreno que había conocido hacía mes y medio.

John: Te toca pagar la siguiente.

Miré la pequeña pantalla del teléfono y decidí ignorar el mensaje. John estaba de camino a Francia, tenía una pequeña habitación reservada y se instalaría allí unos días, decía que necesitaba algo que no fuese ingleses a cada paso que daba.

Rose me dirigió una mirada al verme bajo el marco de la puerta del no tan ancho pasillo que tenía detrás. Yo le sonreí y le quité la taza de café bebiendome el poco contenido que quedaba. Ella frunció al ceño y movió la boca para decirme algo, pero le interrumpí con un inesperado beso en los labios.
Un leve momento de paz en el que ella me devolvió el beso, esta vez más extenso y dulce que el anterior. Que fue interrumpido por un reparte-periódicos de quince años al que miré con odio tras abrirle la puerta. Aunque, lo peor no era el niño que los repartía, si no lo que el trozo de papel arrugado decía.

➼gяοτєѕգυє║נοнииιℓγиDonde viven las historias. Descúbrelo ahora