Five

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Desperté sintiéndome como si Courney Love me hubiese atropellado de arriba abajo con una gran furgoneta que seguramente contenía cocaína o hachís

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Desperté sintiéndome como si Courney Love me hubiese atropellado de arriba abajo con una gran furgoneta que seguramente contenía cocaína o hachís. Me levanté a duras penas y volví a sentarme al asustarme con la figura de mi gato inesperada sobre la mesa. Moví la cabeza de un lado a otro, con pesadez buscando a Rose con ojos inquietos. Y, tras buscar por toda la casa, recordé que se había ido, sintiendo una gran presión en mi cuerpo que me obligó a clavar la vista en el suelo sintiendo una ansiedad terrible. 
Ignorando el fuerte dolor que sentía especialmente en la cabeza busqué mi teléfono precipitadamente y marqué el teléfono de la chica, el cual era asombroso que recordase estando en aquel estado. Esperé uno, dos, tres, cuatro, cinco tonos. No lo cogería. Volví a la habitación en la que ayer debería haber dormido y comprobé que sus cosas aún seguía allí. Luego, le llamé de nuevo, pero no hubo resultado. 
Me acerqué a la cocina, desesperado y con un sentimiento demasiado profundo de odio hacia mi mismo por mi comportamiento del ayer. Y, entonces me di cuenta de lo mal que lo estaba haciendo todo, lo mucho que estaba mordiéndome a mi mismo. Y, que aunque no tuviese ninguna exnovia psicópata, iba a perder a la chica con la que estaba, y esta vez de verdad si no hacía algo para evitarlo.
Debía dejar las drogas. No debí ir a aquella taberna y buscar el consuelo en aquella botella de alcohol que siquiera sigue en mi destruido estómago. Debí buscar consuelo y compresión en los brazos de Rose, por mucho que odiase que ella o cualquier persona me viese llorar.
Miré la hora en mi teléfono y me di cuenta de que eran las doce de la mañana, y de que mi vuelo a Los Ángeles saldría en un par de horas y debía darme prisa si quería llegar al aeropuerto de San Francisco. Me metí en el baño tras pasar por encima de Lily-White intentando no pisarla. Miré mi rostro, las ojeras me cubría la zona inferior de mis rojos e inflamados ojos. Miré mi pelo, el cual estaba cubierto por una capa de grasa y olía a vómito, igual que mi ropa. Puse una mueca de asco antes de empezar a desnudarme por completo e intentar quitarme toda la mugre que cubría mi cuerpo en esos momentos. Por último, una vez fuera de la ducha, me decidí por ropa sencilla, no tenía demasiadas ganas de llamar la atención, más bien de quedarme en casa vomitando hasta quedarme totalmente vacío con esperanzas de que Rose apareciera por la puerta de aquella casa.

Tomé un autobús para llegar al aeropuerto. A penas había personas en el y eso evitó miradas incómodas entre pasajeros. La cara me picaba bajo el maquillaje que cubría mis ojeras y que aún no se había secado, y aquella camiseta negra que me había puesto era bastante molesta por que había encogido demasiado al lavarse.

Llegué al aeropuerto, y ya podía rascarme las mejillas, el maquillaje estaba seco. Pero, estaba solo, esperando en una silla de metal con respaldo acolchado de color verde, volviendo a llamar a Rose, de nuevo, sin éxito.

Llegué a Los Ángeles y parecía que mi cuerpo estaba algo más descansado que esta mañana gracias a que había podido dormir y comer un poco mientras iba en el avión. La temperatura allí era algo más cálida y me maldije al no llevar una camiseta de mangas cortas con que poder librarme del inmenso calor que me esperaba hasta llegar a plató de la CNN. Pero, antes de poder parar a un taxi para que me llevase, mi teléfono sonó. Yo me precipité torpemente a descolgar la llamada, creyendo que era Rose. Pero, para mi desgracia, solo era Jeordie.

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⏰ Última actualización: Dec 20, 2019 ⏰

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