Capítulo 2.

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Narra Sol

Me levanté con los rayos de sol entrando por el cristal de la ventana y las cortinas. Mi pequeño lloraba intentando llamar la atención. Lo tomé en brazos y bajé a la cocina. Le di el almuerzo y me hice el desayuno. Mi padre había salido a trabajar a la comisaría. Cuando terminé fregué la vajilla y vestí a Jorge. Saldríamos a hacer recados y luego quizá fuéramos al parque o a recoger a mi padre en la comisaría. Me puse una blusa blanca y una falda vaquera, con medias negras y unos botines. Me maquillé muy natural y me puse el abrigo blanco. Cogí a mi pequeño y lo metí en su carro azul claro, después de ponerle su abrigo y su gorrito que iba a juego con la ropa. Coloqué el bolso azul y blanco en el carro, el cual contenía todo lo necesario para el bebé, y me puse el mío. Saqué mis llaves y salí de casa. Tras cerrar la puerta, empecé a caminar en dirección a la panadería; después iría a la frutería; y al supermercado para comprar comida para el bebé y para mi padre y yo.

Llegué al parque, que dio la casualidad de que estaba en frente del hospital de la ciudad, y me senté en un banco. Cogí en brazos a Jorge, le di un biberón de leche y le cambié el pañal. Lo tomé en brazos y estuve jugando con él mientras que cojía mi collar, y mi pelo. Quedaban dos horas todavía para que mi padre saliera de trabajar y él me había llamado diciendo que comiéramos en un bar cercano a la comisaría, ya que tenía mucha faena y varios asuntos que arreglar. Yo simplemente había aceptado.

Narra Robert

Me levanté a las 8 a.m y me di una ducha de veinte minutos. Me vestí con unos vaqueros azul marino y una camisa azul claro. Bajé a la cocina y me tomé un café con leche. Cuando me lo acabé, me puse mi abrigo negro, cogí una manzana para el camino, y salí de mi casa. Cerré la puerta y empecé a caminar hacia el hospital.

Al llegar, saludé a las dos recepcionistas y me dirigí a mi consulta, donde encendí el ordenador y preparé el listado con los niños. Hoy tenía a diez pacientes, cinco por la mañana antes de un descanso de dos horas, y cinco tras el descanso. Por la tarde solo tenía que revisar los historiales de cada uno de mis pacientes. Me quité el abrigo y me puse la bata blanca de hospital.

Atendí a varios niños: una niña de cinco años que había pillado un resfriado; un niño de doce meses con fiebre; una niña de cuatro años con otitis; y un chico de diez años que se había hecho un esguince jugando al fútbol en el patio del colegio. Eran las 10:30 a.m y estaba esperando al último paciente que tenía antes del descanso de dos horas.

Al ver que una mujer de unos cuarenta años pasaba por delante de la puerta de mi consulta con dos niños, la llamé para que entrara. La niña de nueve años tenía un virus de barriga. El otro niño solo iba con su madre y su hermana, no tenía ninguna cita suya. Les di cita para dentro de una semana y cuando salieron, me quité la bata, me puse mi abrigo y salí para tomar mi descanso. Tenía dos horas por delante y no tenía nada que hacer. Al salir a la calle, pude apreciar a la camarera de la cafetería de ayer, y decidí acercarme. Tenía un bebé en sus brazos que jugaba con el collar y el pelo de la chica. Cuando llegué allí, le pedí permiso para sentarme en el banco.

-¿Hoy no tiene que trabajar, señorita?-Le pregunté.

-No hoy no. Solo trabajo entre semana mientras que mi padre cuida a mi hijo, y el fin de semana, digamos que se tornan los puestos, trabaja él y yo me quedo con el niño-respondió la chica.

-¿Cuál es su nombre?-Pregunté.

Sentía decirlo así, pero esta chica me llamaba mucho la atención. Quería saber todo sobre ella.

-Me llamo Sol González. ¿Y usted?-Siguió ella.

-Mi nombre es Robert Pattinson. No soy de aquí, aunque quizá ahora si tenga que vivir en esta ciudad. Vengo de Los Ángeles debido a mi profesión-hablé.

No pude evitarlo, la chica era muy bella y su mirada parecía ser sincera. Incluso su nombre me encantaba.

-Oh, pues espero que le guste la ciudad-dijo sonriendo.

-Por supuesto. Me encanta el ambiente y el clima, aunque todavía hace bastante frío-comenté.

-Sí, eso es verdad. Pero en cuanto llegue la primavera y el verano estoy segura que lo disfrutará. O no. Igual me equivoco, no lo sé-sonrió.

Sus mejillas tomaron un color rosado. Entonces, pude apreciar que llevaba unas cuantas bolsas.

-¿Y cuántos años tiene?-Pregunté.

-Tengo veintidós años. ¿Y usted?-Habló.

-Yo también tengo veintidós años-respondí-. ¿Cuánto tiempo tiene su hijo? No parece que llegue a los cinco meses.

-No, no los tiene. El lunes hace seis semanas. Tiene un mes de nacido. Lo adopté cuando estaba con mi ex, pero como esta solo se preocupaba por sí misma, pues decidí que legalmente, sería yo quien se hiciera cargo. No tenía intención de devolverlo a la residencia-habló.

¿Esto era en serio? Ella sola se estaba haciendo cargo de un bebé adoptado cuando estaba de novia con otra persona. Entonces, caí en la cuenta. El hijo de Sol era el bebé que aquel hombre tenía en sus brazos el día de ayer. Supuse que la mujer con la cual él discutía, era la madre de Sol.

-¡Es increíble! ¿De verdad acepta esta responsabilidad? Quiero decir, quizá sus padres biológicos terminen por arrepentirse de haberlo abandonado y lo reclamen. ¿Es esto de veras, lo que desea en su vida?-Comenté con duda.

Sol me miró. El bebé seguía despierto y se dedicaba a agarrar el dedo índice de su madre.

-La verdad, para ser franca, en un primer momento no me gustó la idea. Era muy joven, y lo sigo siendo, pero antes era otra cosa. En aquel momento solo quería estudiar, pero por otro lado, no deseaba que mis padres pagaran mi universidad cuando el dinero que tenían lo podían emplear en algo mejor. Después de tenerlo dos semanas, me di cuenta de que había merecido la pena, a pesar de que mi situación familiar estaba empeorando por culpa de mi madre. Creo que al final, fue la mejor decisión que pude haber tomado-explicó.

-En ese caso, quiero que sepa que puede contar conmigo para lo que sea. Y por si las dudas, soy pediatra en el hospital estoy de descanso. En una hora debo regresar a trabajar. Voy a darle mi número de teléfono y le voy a mandar mi horario. Llámeme cualquier cosa que necesite siempre y cuando no esté trabajando, ¿de acuerdo?-Le pedí.

Saqué un trozo de papel, apunté mi número y se lo entregué. Sol me dedicó una sonrisa de manera sincera. Se lo guardó en el bolso y luego dejó al bebé en su carro.

-Si fuera algo de urgencia, utilice el mismo método y venga al hospital para que pueda atenderle, ¿si?-Me aseguré.

-De acuerdo. Gracias, doctor-asintió ella.

Se levantó y empezó a caminar. Entonces la detuve.

-¿Necesita que la lleve a algún sitio? No es ninguna molestia-comenté.

-No es necesario, gracias, otra vez-dijo negándose.

La vi alejarse del parque y decidí volver al interior del hospital. Fui a la cafetería y me compré un café. Me lo tomé y regresé a mi consulta. Me puse la bata y esperé a que llegasen los cinco pacientes que me faltaban por ese día.

Continuará...

Dificultades existentes para ser feliz (Robert Pattinson y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora