Iban a pasar el fin de semana juntos, viendo películas, dándose besos y cariños y cuando Inés llamó invitando a Amaia a ir a casa aceptaron los dos la invitación. Amaia pasó una hora al teléfono, una de esas cosas de mujeres que Alfred no lograría entender nunca, si se iban a ver en unas horas, ¿porque tenían que estar tanto rato charlando por teléfono? Pero mientras tanto él habló con Isa diciendo lo que habían decidido con relación a las fotos. Otro que se quedó sorprendida con el pronombre plural que Alfred no paraba de utilizar. Se arreglaron para la cena y se fueron a comprar algo para llevarles, o de postre o de beber, todavía no estaban seguros.
La llegada juntos a casa de Inés y Juan provocó alguna conmoción, si casi todos se quedaron muy felices al ver a Alfred de nuevo, había en el aire una intimidad entre ellos dos que no existía hace unos días. Antonio se quedó mirando de reojo pero Juan le dijo bajito:
J: Amaia está feliz, no seas tan c...... como para intentar estropear eso. Te dije un millón de veces que la mejor solución era hablarlo con ella, preferiste jugar, ahora has perdido, asúmelo como un adulto, no montes pollos como el otro día. ¿Me has oído?
Ant: Pero ese tío no la quiere, está jugando con ella, ¿no lo ves?
J: No me lo creo, me parece incluso más seguro de lo que siente que ella, fíjate. Pero sea como sea, si es que está jugando, ¿tu que has hecho de diferente? – Antonio bajo los ojos y se fue a la otra punta del salón, ver a Amaia allí con los ojos brillantes, tan guapa y feliz por la compañía de alfred ese no lo aguantaba. Esa sonrisa, esa dulzura en la mirada, esa luz en la piel las había imaginado suyas desde que la había conocido y ahora lo había perdido todo.
Cenaron muy a gusto y sin problemas, Antonio apenas hablaba y Sandra no sabía que hacer para animarlo, no se podía estar pendiente de alguien. Por primera vez Antonio vio que en el grupo había otra mujer que no Amaia, y esta estaba colgada por él.
Decidieron salir, aunque contra la voluntad de Amaia y Alfred, pero como no querían explicar que era lo que los molestaba se fueron con los demás. Hacía meses que ninguno de los dos pisaba una discoteca. Estaban pasándolo muy bien entre bailes, risas y alguna que otra copa, no se podía hablar demasiado pero se entendían todos perfectamente. Antonio fue a por Sandra para bailar y lo hacía de manera muy sensual, mientras se movía le acariciaba la cara, le enredaba en el pelo y le besaba los hombros, Amaia empezó a sulfurarse con lo que estaba viendo.
- Inés, ¿estás viendo lo que Antonio hace con Sandra?
- Sí, parece que se lo están pasando genial.
- Alfred, tu no entiendes lo que se está pasando aquí.
- Lo entiendo perfectamente. Antonio está enamorado de ti pero como vio que estamos juntos y sabe que Sandra está colgada de él se está sirviendo de ella para intentar que tu reacciones. – Amaia lo mira asombrada.
- Madre mía, ¿que listo eres, no?
- ¿Y tu no vas a reaccionar, verdad Amaia?
- No puedo dejar que este tío utilice así a mi amiga.
- A ella no parece importarle.
- Ella está enamorada, si el le presta atención está feliz.
- Pues, déjala que sea un rato feliz y vente a ser feliz conmigo. – La abraza y la besa apasionadamente delante de todo el mundo. – Amaia se esconde en el cuello de él y le dice bajito al oído.
- Pensé que no lo íbamos a asumir tan pronto.
- ¿Pero tu crees que no lo sabían ya? ¿No has visto como nos miraban? Ahora ya está clarito, tenía tantas ganas de besarte.
