Esa noche Alfred llamó a Amaia pero ella tenía el móvil apagado, y así fue una, otra y otra noche más, siempre el martes y el jueves, semana tras semana. Alfred estaba intrigado con las desapariciones de Amaia pero no se atrevía a preguntarle directamente porque sabía que ella se podía molestar, y siempre que intentaba hablar del tema de una forma sutil, de una manera o de otra, Amaia cambiaba de tema. A cada semana Alfred se quedaba más molesto con las ausencias de Amaia y empezó a salir los mismos días que ella desaparecía, recogía los sitios donde solían ir juntos y al no encontrarla allí, la buscaba también en otros. Un día, cuando iba en el coche sin destino pasó a la puerta del casino y decidió entrar. Estaba un espectáculo de la cantante misteriosa.
- ¿Todavía no se sabe quien es ella? – Preguntó a uno de los camareros.
- No, no se sabe y no creo que algún día se sepa. El dueño del casino le ha puesto un guardaespaldas ahora, si antes era difícil llegar a ella, ahora es casi imposible.
- La verdad es que la chica canta de una manera impresionante. No me importaría hacer un dueto con ella.
- Te iba a decir que se lo propusieras, pero el problema es cómo.
- ¡Hola Alfred!
- Buenas noches Antonio. ¿Qué haces por aquí?
- Eso te pregunto yo.
- Vine a escuchar un poco de música.
- Pues yo creo que no, yo creo que has venido por la misma razón que yo y que todos los tíos sin una mujer al lado que ves aquí esta noche, y que son muchos. Has venido a ver a la cantante misteriosa. ¿Dónde está Amaia?
- No ha podido venir, tenía que trabajar.
- O sea, que mi amiga se va a trabajar y tu vienes aquí a tirarle los tejos a otra.
- No seas estúpido, tío, estoy aquí escuchando a esa chica cantar, porque lo hace genial y ya está. ¿Y Sandra donde está?
- Ni idea, no es mi novia, no salgo con ella en las revistas. Es una tía con la que me acuesto cuando me apetece, nada más.
- Que bonito lo que terminas de decir. Y tienes la cara de recriminarme.
- Es que Amaia es distinta, Amaia no merece esto.
- Lo que es bueno o malo para Amaia lo sé yo que soy su novio, no tú. Mira ella no te ha querido, problema tuyo, no te metas más en nuestras vidas.
- Me voy a meter y mucho, de eso puedes estar seguro, no pararé hasta tener a Amaia.
- Si no fuera porque sé que eso es lo que quieres, y porque no me apetecen escándalos te pegaría ahora mismo.
- Ja Ja Ja Me voy a escucharla un rato más que ya vino de la pausa, y esas curvas merecen toda mi atención. Esta es otra que será mía, sea como sea lo lograré.
Antes de que se terminara el show Alfred vio que Antonio salía de la sala y le siguió. Estaba puesto en la puerta de los artistas y cuando Opal salió por la puerta se le tiró encima para intentar quitarle la mascarilla que siempre llevaba. Alfred salió corriendo pero cuando llegó ya estaba el guardaespaldas pegándole una buena paliza a Antonio, Alfred cogió la mano de la cantante y la metió en el coche que venía a por ella, no sin antes notar que el traje que llevaba esa noche tenía ahora en un hombro un rasguño. Cerró la puerta, se aseguró de que el guardaespaldas ya había dejado a Antonio y le dijo a Opal desde fuera del cristal.
- Me encantaría hacer un dueto contigo, te dejo mi tarjeta si me abres un poco la ventanilla, la llevas y te lo piensas, si te apetece me dices algo, ¿vale? – Ella asintió con la cabeza y abrió un poquito la ventana para que él pudiera entregarle la tarjeta de visita. – Muchas gracias por escucharme.
