Capítulo 3 "Brote"

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Una vez que se encuentran en el cuarto de Luhan, Sehun le entrega la bolsa de papel. Juguetea con sus pulgares mientras el otro la abre con curiosidad.

-Los compré para ti -susurra-. Creí que te gustarían.

Luhan termina de desenvolver el primer brazalete dorado y su boca se abre por la conmoción. Alterna la mirada entre la cara joyería y el chico, incrédulo.

-¿Te...? -cuestiona Sehun inseguro.

El otro pierde repentinamente la habilidad para formar ningún tipo de frase y en vez de ello lo sujeta por el frente de la camisa para acercarlo. Puede sentir más grietas formándose en su metafórico muro y libera un sonido que está a medio camino entre una aguda exhalación y un sollozo.

-Me encantan.

Sehun sonríe con imposible amplitud cuando Luhan se aparta con los ojos enormes y vidriosos. El mayor desenvuelve ansioso el otro brazalete y simplemente se lo queda viendo enmudecido, admirando el diseño intrincado de las ramas y las delicadas flores. Sehun le quita uno y lo abre con cuidado para ajustárselo en uno de sus brazos. El brazalete comienza justo encima de su muñeca y le llega casi hasta el codo.

-Hermoso. -Aquella palabra escapa de los labios de Luhan tan bajo que podría haber sido un débil respiro, y estira su otro brazo para que Sehun le coloque el brazalete restante. Una vez puesto, Luhan salta fuera de la cama para admirar los accesorios en el gran espejo de la pared opuesta. Las largas, ondulantes mangas de seda le cubren los brazos y se quita la túnica con rapidez. Contempla embelesado su reflejo luciendo la exquisita joyería y luego se voltea a ver al otro.

Sehun siente que sus orejas se tornan rojas, recordando cuando se preguntó cómo luciría el muchacho con sólo aquellos brazaletes puestos. La versión real es muchísimo mejor.

Luhan vuelve a treparse a la cama y se sitúa sobre su regazo.

-No puedo agradecértelo lo suficiente -dice con sinceridad, y le posa un prolongado beso en la mejilla.

No tienen permitido besarse en los labios. Es una de las reglas que Luhan establece con todos sus clientes, porque cree que besarse está reservado para los amantes y, como Luhan ha dicho incontables veces, lo que ellos tienen no es amor. Sehun no está de acuerdo.

-No tengo con qué retribuírtelo -añade con un leve puchero.

-Tu tiempo ya es suficiente -responde Sehun, y posa sus manos ligeramente sobre la delgada cintura del otro.

Más grietas en el grueso concreto. Al diablo con eso. Un agujero enorme.

Luhan acorta la distancia entre ellos y presiona sus suaves labios en la comisura de la boca de Sehun. Para éste, que sabe exactamente lo que aquel pequeño gesto implica, lo significa todo.

Lo que tienen podrá no ser amor, pero va bien encaminado.

Cuando terminaron y están completamente agotados, Luhan los envuelve con el edredón nuevamente para descansar durante el tiempo restante de su cita. La suave y regular respiración de Sehun señala su partida hacia la tierra de los sueños, y aquello le permite vagar a la mente de Luhan.

Lamentablemente no se acuerda de su primera vez con Sehun. Por mucho que quiera hacerlo, ha tenido demasiadas primeras veces como para recordarlas a todas. Se siente terrible porque eso debe de significar que su experiencia no fue de ningún modo excepcional, pero los recuerdos de la segunda tarde que compartieron juntos sí quedaron permanentemente grabados en su mente.

La mitad inferior del sol desaparece tras el horizonte, y la mitad restante pinta el cielo con hermosos tonos naranjas y proyecta llamativas sombras por el cuarto de Luhan.

Flores de Cerezo Doradas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora