Capítulo 2 "Agua."

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La sorpresa en el rostro de Luhan es evidente cuando Sehun regresa a él el siguiente miércoles, como si estuviera seguro de haberlo espantado. Sin embargo allí están, encontrándose bajo el resplandor de la linterna roja como si todo estuviera bien y nada hubiese cambiado.

Pero sí cambió, cambió tanto, y Luhan no puede evitar estirar un brazo para acercar al muchacho y susurrarle unas sinceras disculpas al oído. Sehun le cree cada palabra, y las comisuras de sus labios se curvan hacia arriba cuando Luhan se aparta y sus suaves labios le rozan cuidadosamente la línea de la mandíbula.

-Pensé en ti toda la semana -dice el mayor en voz muy baja contra la lisa extensión del cuello de Sehun una vez que están en su habitación, en la casa bermellón, y es verdad. Desde el momento en que Sehun había huido de su habitación, Luhan había pasado la mayor parte de su tiempo libre pensando en él. En cuán amable había sido el otro con él todo ese tiempo y cómo Sehun podría ser la única persona del mundo a quien verdaderamente le importara su existencia. La culpa que sintió al ver el estado al que había reducido al más joven era abrumadora.

Luhan ama el modo en que la respiración del chico se acelera y una mano aparece para acariciarle delicadamente la mejilla. Luhan se establece a su lado y le desliza una mano por el pecho para sujetar el edredón y cubrirlos a ambos. Los envuelve con él, formando un suave y cálido capullo.

-Creí que no regresarías.

Aquella súbita muestra de amabilidad y vulnerabilidad toma a Sehun por sorpresa. Ha visto pistas y dejos de ella anteriormente, pero Luhan nunca antes había hecho algo tan íntimo como aquello. Sehun está perfectamente feliz de quedarse envuelto en la manta con Luhan durante toda la cita.

Éste sabe que sus paredes están desmoronándose ahora. Han estado despedazándose toda la semana desde que vio a Sehun llorar en la calle, mirando hacia el cielo como preguntándole qué había hecho él para merecerse todo lo que le ocurría. Quiere dejar a Sehun entrar, realmente quiere, porque él lo comprende y sabe lo que se siente ser forzado a llevar una vida que no escogió.

Pero tiene miedo de dejarlo entrar. Una vez que sus muros se reduzcan a nada más que escombros a sus pies, ¿qué pasará? ¿Qué es lo que esconde tras ellos?

Un día más tarde, gritos de su nombre despiertan a Luhan de una sacudida. Mira alrededor de su cuarto, aún confundido, dándose cuenta de que se ha vuelto a quedar dormido pensando en Sehun. Su nombre se escucha por la pared nuevamente y se estremece, sabiendo que es Baekhyun. Se pone una bata y sale en silencio del cuarto.

Baekhyun llora el nombre de Luhan después de que su cliente abandona la habitación. Aquel hombre lo visita tres veces por semana, siempre con largas citas reservadas, y jamás tiene la decencia de limpiar a Baekhyun al terminar.

Luhan observa la forma del hombre que se va, cierra la puerta y corre al lado del más joven. Susurra palabras tranquilizantes para calmar los sollozos mientras contempla el daño. El pequeño muchacho está sentado en la cama con las piernas cruzadas debajo, sin esforzarse por acallar su llanto o cubrirse. La generosa cantidad de kohl delineándole los ojos se le corre por las mejillas con el constante río de lágrimas. Una sustancia blanquecina cuelga de su rostro y su cuello, y su cabello color chocolate está apelmazado y sucio también. Luhan detesta al hombre que le hace eso a Baekhyun.

Dicho hombre es vil, pero es su cliente más leal y quien mejor paga. Aunque les rompa el corazón escuchar los sollozos filtrándose por el cuarto de Baekhyun cada vez que el hombre se va, ninguno puede hacer nada. Baekhyun está al último de todos en cuanto a ganancias, y sin aquel hombre ya estaría de vuelta en las calles, revolviendo botes de basura y pilas de estiércol en busca de su siguiente comida.

Luhan toma las manos del más joven con las suyas, susurrando más palabras tranquilizadoras, y lo lleva hacia los baños. Llena una tina de agua caliente para ambos, dejando que el vapor inunde la habitación y los envuelva en un sentimiento de calidez y liviandad. Ayuda a Baekhyun a meterse a la bañera, lo pone entre sus piernas y comienza a trabajar tallándole la espalda para quitar todo rastro del repulsivo hombre.

-¿Luhan?

-¿Mm?

-¿Alguna vez pensaste en... irte?

El mayor flaquea por sólo un momento antes de recuperar la compostura.

-No lo he hecho -miente.

Baekhyun suspira con pesadez y hunde las manos en el agua tibia para salpicarse.

-Si lo hicieras, ¿me llevarías contigo?

-Sin dudarlo -responde sinceramente.

Sehun ha perdido la cuenta de cuántas veces ha ido a ver a Luhan ya. Cada miércoles durante tres meses, tal vez más. Tres meses suena como un largo tiempo, pero se tiene que recordar que, debido a su horario semanal, técnicamente sólo ha conocido a Luhan por unos quince días, tal vez unos más o unos menos. Se siente como mucho, mucho más.

Le gusta pensar que, incluso aunque sea el trabajo de Luhan el complacer sus deseos y extasiarlo durante su tiempo juntos, el mayor lo hace porque quiere. Siente que su tiempo juntos es más íntimo de lo que debería. Las expresiones de felicidad cuando Sehun se le acerca afuera de la casa bermellón para su cita, el puro éxtasis grabado en su rostro cuando Sehun lo llena completamente... cree que aquellos son indicadores del vínculo que ya comparten.

Es con aquella creencia en mente que Sehun guarda en sus bolsillos una considerable cantidad del dinero que se supone que le dé a sus padres y en vez de eso se dirija a la joyería en el centro.

El muchacho ojea los expositores repletos con joyas y otros accesorios de tierras exóticas. El empleado de apariencia hosca lo observa con ojo de lince, como esperando que se robe algún collar en cualquier momento.

Todo luce tan aburrido para él. Quiere algo que sea tan hermoso como Luhan, no algo que empalidezca en comparación. Entonces los ve: dos brazaletes dorados a juego. El metal había sido manualmente formado para parecer las zigzagueantes ramas de un árbol decoradas con delicadas flores de cerezo. Son grandes y probablemente cubrirían la totalidad del antebrazo del portador. Se imagina a Luhan bajo él usando nada más que aquellos brazaletes, sonrojado y sin aliento y deslumbrante. Siente que sus propias mejillas se sonrojan intensamente. Encontró el regalo perfecto.

Sehun toma el juego de brazaletes con cuidado y lo lleva hacia el mostrador de la entrada. Los ojos del comerciante se ensanchan cuando extrae el fajo de dinero de su bolsillo y cuenta la suma apropiada.

Los rostros ceñudos de sus padres se le aparecen brevemente en la mente otra vez cuando el ahora complacido empleado le entrega una bolsa con la joyería cuidadosamente envuelta. Sehun vacila levemente, pero luego piensa que al carajo, sus padres podrán arreglárselas esa semana sin el paquete de arroz de alta calidad. Se ganó ese dinero. Es él quien tiene que mantener a raya las lágrimas de humillación mientras una mujer espera en silencio hasta que su esposo termine de follárselo.

Sehun agarra la bolsa con los brazaletes y corre a gran velocidad en dirección a la calle adoquinada con linternas rojas, entusiasmado por su encuentro semanal con Luhan.

Flores de Cerezo Doradas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora