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Era un lugar cerrado en el cual reinaba la oscuridad y el putrefacto aroma metálico de la sangre. Había perdido la noción del tiempo desde que esta aquí encerrado, no sabe como ni cuando llegó, sólo quería morir de una vez por todas pero le era difícil quitarse la vida no por que fuera un cobarde, Por que lo era. El problema era que estaba encadenado a la pared, como si fuera una mascota o un animal salvaje; además de que su cuerpo dolía como el mismísimo infierno, aún le ardía la piel por los profundos latigazos que hace poco le habían proporcionado, podía sentir la sangre bajo de él, y no se diga de sus caderas... Se sentía sucio cada que lo tocaban.
seguía sin entender el por qué, ¿Qué hizo mal? Siempre trataba de dar lo mejor de si mismo, aún que Bakugô lo tratara como la mierda o que sus compañeros se burlaban de el, que la gente lo mirara mal por ser un casi un adolecente y tener la cara molida a golpes pensando que era un delincuente e incluso hasta drogadicto.
Al parecer  no sirvió de nada todo eso, ahora quería morir... Para poder descansar de manera ¿Tranquila? No lo se Pero no quiero estar más en este lugar.

Quiero que por primera vez alguien me salve y me diga que todo estará bien aún que se que no es así.

Estaba por cerrar mis ojos cuando volvieron a entrar a la fría habitación, asotando la puerta; lo que significaba que estaba enojado y el que tenía que pagar... Era yo.
Se acercó a mí a paso lento mientras tomaba de nuevo el látigo que se encontraba colgado en algún lugar de ahí, sin previó aviso comenzó a golpearme en la cara, pecho, brazos, piernas y espalda. Lo único que hacia era suprimir mis sollozos por que se que será mucho peor, conforme pasa el tiempo y se cansa lanza el látigo al piso mientras baja el cierre de sus pantalones se arrodilla frente a mi sin importarle la sangre. Me toma bruscamente de las caderas penetrandome sin piedad alguna como las otras veces, no puedo evitar morder mi labio para evitar gritar o sollozar, provocando que me lastimara probando el sabor metálico de la sangre. Se viene en mi interior provocando una mueca de asco por mi parte, al notarlo me da un puñetazo en la cara haciendo que caiga inconciente mientras dejó de sentir como me patea con fuerza en las costillas.

Ya no siento nada. Estoy muerto por dentro.

MUERTO EN VIDA. (Katsudeku) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora