Misterio y persecución
Chizuru observó con cuidado a su apreciada flor. La había puesto en una pequeña copa con agua para tratar de preservarla lo más posible aunque comenzaba a marchitarse a pesar de sus esfuerzos por protegerla de la ola de calor de azotaba al lugar. Aun cuando todos sus diminutos pétalos se secaran, los recuerdos y la historia tras de ella probablemente jamás desaparecerían y eso era lo importante, algo que la haría sonreír en adelante.
Los primeros rayos de luz se filtraron por una de las pocas ventanas de su habitación y acariciaron sus dedos. La luz se sentía tibia aunque por su color rojizo podría haber jurado que estaría tan cálida como una llamarada. Se acercó hacia la ventana y la abrió para respirar el rocío de la mañana. A penas amanecía y las aves ya cantaban alegremente en las copas de los arboles. El jardín lucía verde en su máximo esplendor mientras que el estanque brillaba hasta el fondo gracias al agua cristalina.
A la distancia logró distinguir una silueta recargada contra el tronco de un árbol. Al enfocar un poco más sus ojos identificó que se trataba de Hijikata. Su cabello era acariciado por la brisa y los pétalos de Sakura bailaron a su alrededor para atraer su atención sin éxito alguno.
"Hijikata-san," susurró al aire. Chizuru sintió como su rostro se ponía rojo al recordar las suaves palabras de Hijikata acerca de la clemátide, acerca de lo bien que lucía con ella.
La castaña agitó la cabeza para tratar de alejar sus vergonzosos pensamientos. Decidió dejar de divagar e iniciar de una buena vez sus labores diarias. Comenzaría yendo a la cocina a preparar el desayuno para todos aunque sabía que tal vez algún abusado ya hubiera madrugado en busca de un bocadillo.
En su camino los cuarteles estaban en silencio total hasta que al atravesar el pasillo que llevaba a las habitaciones de algunos hombres escucho algunos ronquidos. Chizuru trató de contener una risita, sabiendo que más de uno tenía el sueño pesado y no despertaría a pesar de unos ronquidos tan fuertes que podrían confundirse con rugidos de un león salvaje.
A llegar a la cocina no había alma alguna. Era la primera en llegar para su buena fortuna. Abrió una pequeña despensa para comprobar que ingredientes tenía para armar el menú de ese día. Contaba con arroz, una variedad enorme de verduras, pero la cesta del pescado se encontraba completamente vacía. Chizuru se sintió desconcertada. Podía jurar que la noche anterior la cesta del pescado estaba llena y entonces en aquella mañana no quedaban más que algunas escamas y huesos molidos.
Decidió no darle mucha importancia al asunto. No sería la primera vez ni última vez que se acababan los alimentos en la cocina. Se dirigió hacia la bodega atrás del jardín de los cuarteles, cuidando de no hacer mucho ruido y tal vez despertar a alguien.
Escucho unos ruidos en medio de unos arbustos. Decidió acercarse a investigar, sospechando que tal vez se trataría de un pajarillo o algún animal de ese estilo. Cuando estuvo lo suficientemente cerca se preparó mentalmente.
De repente, Chizuru dio un brinco de susto y alguien a sus espaldas comenzó a reír completamente gustoso de su reacción.
"Pensé que brincarías hasta la copa del árbol Chizuru-chan, pareces una gatita toda asustada," bromeó Souji mientras pasaba uno de sus brazos sobre los hombros de Chizuru. La oni estuvo a punto de protestar cuando el castaño la arrastró consigo hasta la bodega.
"¿Vienes por pescado, no es así Chizuru-chan?" La aludida asintió, confundida porque el castaño predijera lo que hacía en aquel lugar. "En las últimas semanas ha estado desapareciendo. Primero solo se trataba de una pieza o dos, algunos días después desaparecía la dotación completa de todos y un poco de leche."
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Entretenimiento en la Cena
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