—¿Pudieron reunirse con Ikuya? —Kisumi preguntó apoyándose en la mesa.
Solo estaban él, Makoto y Asahi en la cafetería de siempre. Haru decidió ir a casa temprano. El día anterior había ocurrido aquello y aún no sabían cómo sentirse. Kisumi prefirió enterarse personalmente.
—Ese tipo... Toono. Él no quería que viéramos a Ikuya. Se cree muy importante... bastardo —escupió el pelirrojo, arrugando los labios.
Makoto rio con algo de desgano. Kisumi los miraba a ambos con una sonrisa inocente.
—Eso es cierto —corroboró el castaño—. Parecía tener algo con Ikuya. Fue muy extraño.
—¿Y no dejó que le hablaran? —inquirió Kisumi arqueando las cejas.
Makoto negó. Tanto él como Asahi suspiraron.
—Ikuya le dio su número a Haru, pero él olvidó compartirlo con nosotros y desde entonces... está más distante.
—¡Eso es cierto! En la práctica de hoy no habló con nadie del club y se fue más temprano porque estaba empeorando sus tiempos, saltaba tarde, no tenía un buen rendimiento —comentó Asahi.
—No ha hablado conmigo, solo ayer... mencionó algo sobre llamar a Ikuya, pero creo que no lo hizo —Makoto bajó la mirada.
—Makoto... no te sientas mal por Haru, de seguro solo es que tiene mucho en qué pensar y por eso necesita tiempo para sí mismo —el de cabello rosa se encogió de hombros—. Todo va a estar bien, ya verán. La chica con la que hablo, cuyo novio estudia en Shimo seguramente me dará información sobre el club o Ikuya si le pregunto, así que si Haru no tiene noticias, yo podría intentar conseguirlo. ¡Ánimo!
Los otros dos asintieron con una sonrisa poco convencida. Makoto terminó la bebida que había pedido y Asahi se llevó las tazas para ayudar a su hermana, había más clientes ese día, así que estaba bastante ocupada. Asahi avisó que se quedaría ayudando y se despidió de los chicos. Makoto y Kisumi no tuvieron más alternativa que salir para dejar que otros clientes ocuparan la mesa en la que estaban. Ambos se dirigieron al auto de Kisumi y entraron, ambos se pusieron sus cinturones sin encender el auto y Makoto suspiró.
—Me preocupa Haru... —murmuró.
El de cabello rosa se quedó viéndolo y puso una mano en su hombro.
—Va a estar bien. Solo está preocupado por su amigo.
—Supongo —Makoto se encogió de hombros—, pero...
—¿Puedo preguntar algo más íntimo? —cortó Kisumi.
—Claro —El castaño afirmó.
—Tú... ¿sientes algo por Haru? —el pelirosa fue directo.
Makoto bajó la mirada y se avergonzó un poco, apretando los labios.
—Sé que es mi mejor amigo, que a él le gusta ser libre y... muchas veces prefiere la soledad, pero, no puedo evitar querer brindarle una compañía que él pueda... disfrutar, pero no como un amigo. Siempre me preocupa y quisiera poder entenderlo, pero es casi imposible. Temo que justo ahora se desmorone y no me permita estar junto a él.
El brillo peligroso en los ojos de Makoto alertó a Kisumi de que quizá estaba triste, él solamente se relamió y mordió sus labios. El ambiente tenía tintes incómodos.
Kisumi tomó el volante y estacionaron frente a un supermercado para comprar un six-pack de cervezas y un par de empaques de ramen.
El de ojos violetas decidió llevar a Makoto a su casa. El castaño no tuvo ningún tipo de contrariedad. Se parquearon entre otros autos y una vez en el recinto de Kisumi, ambos dejaron sus maletas en el suelo.
—Desahógate, Makoto —murmuró Kisumi, sentándose junto al castaño en el sillón de la sala, sacando cada uno una cerveza del six-pack.
Entonces la voz de Makoto llenó el ambiente, narró con el pecho adolorido cada una de sus preocupaciones, todo en torno a Haruka. Y Kisumi escuchaba bebiendo de a poco, alertándose cada vez más del brillo melancólico en los ojos verdes de Makoto.
—Él estará bien —Le dijo—. Es Haru. Seguro le irá muy bien, quizá esté arreglando las cosas con Ikuya. Sabes cómo son esos dos.
Makoto intentó sonreír mientras asentía. Kisumi lo abrazó, dándole un par de palmaditas en la espalda.
—Y tú eres genial, Makoto. No dañes tus ánimos. Incluso si Haru no te corresponde, también deberías intentar expresarle que puede que sientas algo por él.
Makoto rio, apartó las manos de Kisumi y negó varias veces.
—Haru ya me lo hubiese dicho si me correspondiera, él no se guardaría ese tipo de cosas, siempre me consulta a mí qué es lo que debe hacer. Y estoy bien siendo su amigo. No quiero nada más.
—Eso es triste...
Ambos hablaron por horas, incluso luego de acabar las cervezas. Cuando oscurecía, Kisumi avisó a Makoto, por si quería irse a casa. El castaño negó, apagado, así que el basquetbolista no tuvo más remedio que levantarse del sillón e ir a la cocina para preparar ramen para ambos y llevar un par de refrescos para compartir con su amigo.
Lo cierto era que dada la tensión, Kisumi estaba dispuesto a ayudar en cualquier caso. Él siempre intentaba ver el mejor lado de las cosas y animar a las personas, así que viendo a Makoto decaído por la situación con Ikuya, se sentía idóneo para darle a Makoto su hombro para hallar aliento.
—Kisumi —murmuró el castaño—. ¿Puedo quedarme esta noche?
—Sí, claro, puedes usar la cama, yo dormiré en un futón —Kisumi no lo dudó, se encogió de hombros accediendo inmediatamente.
El castaño agradeció y más tarde, con la noche oscura filtrándose por las ventanas, ambos se fueron a dormir como acordaron. Makoto no quería ir a casa, no estaba dispuesto para ello.
Dado esto, en la mañana el de cabello rosa tuvo que hacer el desayuno para ambos, le prestó a Makoto algo de su ropa, que no sería de una talla diferente ya que ambos tenían estaturas y complexiones similares.
No hubo mucho más, ambos se asearon, tomaron sus cosas y fueron a la universidad como debía ser siempre.
[Perdón por cualquier error, no he podido revisarlo. Pero ya era momento de comenzar a publicar.]

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El Influjo del Delfín
FanfictionHaru era el Hombre de Vitruvio para muchos cercanos a él, chicos a quienes de les iluminaban los ojos de solo verlo, de pensar en cuán grande era su belleza, su perfección... casi equivalente a su influjo en vidas ajenas. Fanfic en proceso. Parejas...