Unas cuadras antes de llegar a la casa de Aristóteles, Cuauhtémoc frena el paso. Toma la decisión de ralentizar su camino para demorarlo lo más que pueda. Él considera que no es para menos, pocas veces en su vida ha estado así de nervioso, y es quizás porque en esta ocasión, a diferencia de cualquier otra, está a punto de enfrentarse ante la posibilidad de recuperar una parte de su vida, o finalmente resignarse a que las cosas jamás volverán a ser lo que eran antes.
Desde el accidente de Aristóteles, su vida cambió radicalmente de la noche a la mañana.
Fue un viernes. Ambos estaban en casa de Temo compartiendo la cena junto a toda la familia López. Durante la sobremesa, a Aristóteles se le ocurrió comentar, con relación al tema que charlaban, sus deseos de tener un paseo en moto y por qué nunca lo había podido concretar. Por supuesto, como siempre han de ser las coincidencias poco afortunadas de la vida, el hermanastro de Cuauhtémoc, Axel, tenía una.
Cuando Axel se lo propuso, Aris no dudó en aceptar. Sin embargo, Temo no estuvo de acuerdo. Esa noche, luego de la cena, tuvieron una larga y acalorada discusión. Aristóteles reclamaba que él no tenía derecho a entrometerse así en una decisión suya, Cuauhtémoc argumentaba que jamás lo habría hecho, de no saber lo descuidado que es su hermanastro y lo peligroso que le parecen las motocicletas en general. No lograron conciliar, puesto que ninguno estuvo dispuesto a ceder ante sus posturas. Temo fue tajante, le dijo a su novio que él podía hacer lo que mejor le pareciera, y que no buscaba limitarlo, sino protegerlo. Aris pareció conmovido de un inicio, pero no desistió de la idea.
Cuauhtémoc despidió a su novio desde la puerta, pues su hermanastro lo llevaría a su casa, con el pretexto de darle su tan esperado y emocionante paseo. Aunque las cosas se habían enfriado entre los dos, la fricción entre ambos todavía era presente. A pesar de eso, el rizado sujetó a su novio del rostro y le estrelló de improviso un beso en los labios, fugaz y corto. Por supuesto que tomó por sorpresa a Temo, pero se mantuvo inerte, tan sólo un suspiro salió de sus labios, mientras lo miraba ponerse su casco y unirse con Axel a su motocicleta.
La noche avanzó fría y tediosa. Cuauhtémoc le mandó un par de mensajes a Aristóteles disculpándose por su actitud, pensaba que no había sido correcta la forma tan grosera en la que se comportó, y no quería estar peleado con él por una tontería como la que fue su discusión. Sin embargo, conforme pasó el tiempo y las horas avanzaban, la incertidumbre comenzó a recorrer su cuerpo y la de toda su familia, pues Axel no había regresado a casa, y tanto él como Aristóteles no respondían sus llamadas. Cuando el teléfono de la casa sonó, todo se detuvo en un instante, y como si de una premonición se hubiese tratado, Temo sabía que malas noticias se avecinaban. No se equivocó. Axel tuvo un accidente... y ni siquiera fue su culpa, sino la de otro conductor poco prudente, ebrio, y que no respetó la luz roja.
Afortunadamente, Axel estaba bien. A pesar de estar lastimado, sus heridas no eran de gravedad. Por otro lado, Aristóteles no corrió con la misma suerte. Aunque resultó menos herido que su cuñado, él se llevó el golpe más crítico: En la cabeza.
Los doctores les dijeron que se trataba de una conmoción cerebral. Aristóteles no recordaba nada respecto a su accidente, aspectos como dónde estuvo antes, ni recuerdos de ese día. Lo más grave no fue que no recordarse la forma en la que se suscitó todo, sino que no lograba recordar tampoco algunos aspectos de su vida, como dónde vivía, dónde estudiaba, ni a qué se dedicaba. Tampoco reconocía a algunas a personas como, por ejemplo, a los López, y en especial, no tenía ni la más mínima idea de quién era Cuauhtémoc.
Días angustiantes y desconcertantes transcurrieron para Aristóteles. La amnesia que sufría no se limitaba a la misma. Padecía constantes migrañas acompañadas de mareos, fatiga y desorientación. La confusión lo estaba matando, el dolor físico a veces era insoportable, y la sensación de incomodidad y extrañeza lo perseguían todo el tiempo. Recordaba su nombre, y quién era. Recordaba a sus padres, a su familia. Pero no recordaba al joven que insistía en pasar tiempo con él y que siempre estaba al pendiente de todos sus cuidados.
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¿Cómo enamorar a mi novio en 24 horas? ; fluff fest Aristemo
FanfictionLuego del desastroso accidente que como resultado trajo la amnesia de Aristóteles, Temo hace lo que puede para permanecer a su lado sin más intenciones que cuidarlo, aunque esto le cobra factura sobre su estabilidad emocional. Confundido entre sus e...