Capítulo 6

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SINCLAIR: ¿Porqué cres que iré a tu casa?

ADOLFO: Porque eres tan curioso que esa es tu debilidad, porque deseas saber más y si porque deseas sentirte vivo.

S: Lo haré pero no es por lo que dices. es por otra razón.

A: seguro es por Aristóteles pero recuerda que nadie es luz por completo. Todos tenemos una historia que lamentar.

S: A Donde está tu casa?

A: Cerca de tu casa. Vamos para allá.

S: y que Demonios haces hasta aquí?

A: Te dije que te conozco y tengo habilidades para encontrar respuestas a lo que no tiene.

Caminamos de regreso pasamos por los lugares más oscuros pero en el andar llegamos a dar vuelta en una esquina y ahí todo se aclaró. La gran ciudad vestía de gala para nosotros. Árboles colmados de luces, lámparas circulares flotando por los restaurantes de la zona.
El olor pútrido se convertía a dulce y café.  El frio hacía que nuestros alientos se vaporizen y aun así sentía un manto cálido en mi espalda.

Había pasado de la oscuridad a la luz, Adolfo habla de mil cosas que  no puedo recordar.

Era como despertar de una pesadilla, era casi mágico, era la primera vez que veía el mundo con colores después de Aristóteles

Llegamos a casa. Adolfo abrió la puerta. una casa extraña, antigua como del tiempo de la primera guerra.  pero con un toque moderno que la hacía sofisticada, llena de arte de todos los tiempos, bustos de héroes y villanos de la historia conviviendo en una repisa. colores opuestos en figuras complementarias. Alegorías a la vida y a la muerte.  símbolos de todas la religiones eran ornamentos de su hogar.
Al llegar, el piso era increíble, triángulos que seguían un orden específico pero aparentan un desorden.

un librero en forma de árbol y sus frutos eran las obras de todos los tiempos. Biblia Cristiana,  el libro rojo de brujería,  el martillo de la bruja, partes de los evangelios más controversiales. Todo estaba ahí, todo.

Miré cada parte de la entrada, ángeles y demonios custodiaban la chimenea. curiosamente ornamentada con aluciones de agua. Todo tenía una contra parte en la mesa de centro, café y el comedor habían juguetes que mantenían un equilibrio imposible de creer. Piedras caprichosas que se apila van en  una torre que retaba a la lógica.

Me invitó a pasar, caminé al sillón y me senté ahí. No sabía que hacer, no quería decir algo equivocado. Por alguna razón todo lo que veía me era familiar de algún modo.

Pregunté por su casa. No la califiqué sólo comenté que me resultaba familiar, como si antes hubiera estado ahí.  como si conociera cada detalle que la ordenaba.

Se sorprendío, su cara se había vuelto otra, la expresión de su rostro ya no era como la de un profesor o la de un padre, más bien ese había convertido en alguien servicial.

Me preguntó con sumo cuidado:
A: Sinclair, que te dijo Aristóteles sobre tu origen?

S: en realidad no mucho sólo insinuó que mi origen no es de mi padre, y que preguntará a mi madre sobre ello. No lo hice porque me pareció inútil. Pero, acaso es relevante?

A: Si lo es! Te contaré lo que sé de ti.  En este punto de la historia, ya no sé quien esta de nuestro lado.

S: Somos los buenos o los malos?

A: Sinclair! Sabes que en este mundo no se divide así.  Hay Buenos con maldad, Malos con bondad y Nosotros.

S: Nosotros?

Aristóteles: La Extraña Vida De Un AdolescenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora