eleven

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Eric no despertó hasta el domingo a eso de las tres de la tarde, sentía un dolor de cabeza intenso y náuseas, jamás volvería a emborracharse en su puta vida.

Luego de un rato en silencio, cayó en cuenta de que no se encontraba en su habitación, sino en la de Kyle, de inmediato comenzó a sudar frío, miles de pensamientos cruzaron por su cabeza y esperaba no haber cometido alguna estupidez estando ebrio, por lo tanto, con su pulso cardíaco a millón se quitó la manta que cubría su cuerpo. Suspiró aliviado al ver que traía su ropa puesta.

Realmente no recordaba mucho de la noche anterior, para no decir que absolutamente nada. Resfrego sus manos en su rostro con exasperación mientras gruñía por lo bajo debido al dolor, justo en el momento en el que la puerta de la habitación fue abierta y una cabellera pelinegra hizo presencia.

—Oh, ya despertaste.—Era Ike, aquel niño canadiense había crecido tanto que a cualquiera le hubiera costado reconocerlo.—Mi hermano no está en casa, se fue temprano sin decir nada, no sé, parecía disgustado.—Explicó la ausencia del judío.—Bueno, de todas formas ¿Tienes hambre?

«~~~»

Lunes en la mañana. Todo apuntaba a que había despertado con el pies izquierdo y sería un día no muy agradable.

Primero, su teléfono estaba muerto desde el domingo, el pago del servicio de Internet estaba retrasado otra vez por lo que estaba totalmente desconectado de sus redes sociales, su madre ni siquiera le dejó el desayuno listo, su gata parecía nerviosa y huía casa vez que veía al castaño. Para colmo, no había sonado y por consiguiente no había logrado alcanzar el bus a tiempo. Hacía un frío que le estaba congelando las bolas y andaba mal abrigado, puesto que a Liane se le había ocurrido la magnífica idea de lavar su abrigo con ropa blanca, haciendo que quedase de un color rosado intenso. Y claro está qué ni en un millón de años usaría de nuevo ese abrigo, sería un golpe bajo exponerse así.

Realmente le daba igual llegar tarde al instituto, lo único que quería era ver a Kyle.

Llegó con las mejillas y nariz coloradas por el frío y titiriteando. Por lo menos adentro había calefacción y el cambio de temperatura le ayudó a relajarse, y un poco de suerte tuvo al menos, al enterarse de que en realidad había llegado a tiempo.

Aunque realmente, su tranquilidad no duró mucho puesto que casi todos lo estaban mirando, y murmuraba entre ellos.

Y ante esa situación, apretó su mandíbula y esbozó una sonrisa arrogante, pretendiendo que le daba igual, que le valía una mierda si estaban mofandose, queriendo decir que tarde o temprano se vengaría.

—¡Eh, gordo!—Era una de las asiáticas, ella lo miraba como si fuera un bicho raro.—¿Estás feliz por haberle roto el corazón a Kyle, no?—Exclamó, las demás chicas que la acompañaban hicieron una mueca en desaprobación.

¿Romperle el corazón? ¿De qué cojones hablaba?

—¿Qué? ¿Qué mierda dices?—Reclamó, desconcertado.

—Digo que eres un infiel—Y aprovechó para acercarse un poco al castaño—¿Qué? No me digas que no lo recuerdas que destruiste el ship que tu mismo creaste.—Se cruzó de brazos.

No respondió, el silencio lo decía todo. Otra chica asiática, cuyo nombre no sabía pronunciar, sacó su móvil y se lo mostró. Sus ojos se abrieron de par en par cuándo comenzó a reproducirse un vídeo, en el que el hippie de Stan y él, se estaban besando. El color se le fue del rostro.

—¡Hey, a mi me gusta el Stanman! ¡Dejen tranquilo a Cartman! —Exclamó de repente otra asiática, sacando de su mochila un dibujo del hippie y el besándose, osea, compartiendo babas. Pronto estalló una discusión por cual era realmente el mejor ship.

Dejó de oír las voces a su alrededor, y sus piernas comenzaron a moverse solas. No sabía a dónde iba, sólo sabía que tenía que hacer algo rápido para solucionar ese incidente.

Eric no era una persona que disfrutará correr, pero en ese momento, lo estaba haciendo sin quejarse ni un poco. Y claro, reconocer aquella cabellera pelirroja que se escondía tras esa llamativa ushanka no era tan difícil.

Kyle tenía el entrecejo fruncido, y buscaba con cierta tosquedad algo en su casillero. Realmente, tenía pinta de muerto.

—Khal yo..—Tomaba bocanadas de aire, estaba exhausto—Puedo explicar, no te molestes-..

—No, en realidad no estoy molesto ¿Porqué tendría que estarlo?—Le cortó rápidamente el pelirrojo, sin siquiera mirarlo—No me molesta que tú y Stan estén saliendo, sólo... Me hubiera gustado que me hubieran dicho antes y así no tuviera que enterarme junto a todo South Park por un puto vídeo que se colgó en la red ¿Sabes?—Suspiró, sacando unos libros para guardarlos en su mochila, para luego correr el cierre.—De todas maneras, seguimos siendo amigos ¿No?

Eric abrió la boca para contestar, pero la cerró abruptamente. En ese momento, le hubiese gustado tener el coraje para decirle "Quiero ser todo para ti Kahl, no ser simplemente tu amigo" y sí sus latidos comenzaban a acelerarse por el miedo, y sabiendo que ya no había vuelta atrás, incluso habría tenido el atrevimiento de besarle.

El sonido seco del casillero de Broflovski cerrándose hizo que regresara a la realidad.

—Yo.. Tengo clase de biología, nos.. Nos vemos luego.—El timbre sonó, anunciando la primera clase del día, Kyle lo miró por última vez, antes de darse la vuelta y marcharse por el pasillo sin mirar atrás ni por un segundo.

Y la realidad golpeó a Cartman como agua helada. No, no ahora que estaba logrando simpatizar con el judío. Joder, la vida era una mierda con él.

Cerró con fuerza los ojos, luchando para que las lágrimas no salieran, dejó de escuchar voces y pasos a su alrededor y supuso que era el único que se encontraba en el pasillo en vez de estar en clases. El había sido rechazado durante casi toda su vida, pero el hecho de ser rechazado indirectamente por Kyle, y que el simplemente demostrará que el tiempo que pasaron juntos no significó ni cambió nada... Dolía demasiado.

—Hey, amigo, ¿Puedo hablar contigo?—Abrió los ojos y frunció el entrecejo, dándose la vuelta.

Stan lo miraba mientras apretujaba su gorro con sus manos, tenía los ojos rojos.

i ship us; kymanWhere stories live. Discover now