seven

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Fatass.


¿Quieres ir a ver una película? No
tengo nada bueno que hacer judío.

Enviado a las 15:42


Fatass.

Además, creo que Heather está en mi patio y
comienza a perturbarme.

Enviado a las 15:43


Jew.

Claro, ¿Nos encontramos allá?

Enviado a las 15:46


Fatass.

Sí, pero no tardes o te pateo el culo.

Enviado a las 15:48

Jew.

No sí yo lo hago primero gordo.

Enviado a las 15:48

(...)

Los minutos pasaban con rapidez, Kyle fue el primero en llegar al cine, esperó al castaño por unos minutos, minutos que se sentían como una eternidad para él. Cuándo lo divisó a la lejanía se cruzó de brazos fingiendo molestia.

—¿Debería patearte el culo por llegar tarde?

—Ja, qué gracioso...—Respondió sarcástico, Kyle sonrió divertido.—¿Compramos los boletos? —El pelirrojo asintió levemente y pronto ambos se acercaron a la taquilla principal donde un joven leía una revista un tanto aburrido.

Kyle aclaró su garganta para llamar su atención. Lo logró pues de inmediato cerró la revista y la dejó sobre la mesa.

—Buenas tardes, ¿En qué puedo ayudarles?

—¿Qué película nos recomiendas?—Preguntó el castaño.

—Les recomendaría todas, pero sí quieren verlas, lamento decirles que todas las funciones están agotadas, excepto para Aquaman.

—¿Aquaman? Pff, esa película es para maricas y chicas que quieren quedarse sin ropa interior, no gracias. —Se negaba rotundamente a ver esa película.

—Vamos culón, ¿Qué tan malo puede ser? —Insistió el judío, no le interesaba mucho la película, pero esperaba entretenerse y distraerse un rato.

—¿Qué terminemos siendo gays? —Kyle rodó los ojos por tal estupidez y respondió con algo obvio.

—Tú ya lo eres.

—... Jódete, Kyle.

Terminaron pagando los boletos porque esa película era mucho mejor que una comedia romántica que se había desocupado de último minuto. A regañadientes Eric compró palomitas de maíz, gaseosas y golosinas mientras que la chica que los atendía coqueteaba con Kyle y este parecía no notarlo, o pretender no notarlo.

El pelirrojo le dio un número falso a la chica para quitársela de encima y cuando le contó a Eric este no pudo contener la risa. Qué grandísimo hijo de puta.

Entraron a la sala que indicaba los boletos y se sentaron en la fila de arriba, estaba casi vacía. Kyle iluminaba con su teléfono para que el castaño no se cayera y cuando finalmente colocó en su sitio la bandeja con las palomitas, gaseosas y golosinas apagó su teléfono.

i ship us; kymanWhere stories live. Discover now